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Francia pone fin hoy a la semana laboral de 35 horas en medio de fuertes críticas sindicales

Las centrales obreras achacan al primer ministro Raffarin "desprecio" a la ciudadanía

Las cerca de medio millón de personas que salieron a la calle el sábado en las principales ciudades de Francia no han conseguido que el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin reconsidere la reforma de la semana laboral de 35 horas. "No soy sordo", dijo el primer ministro, "pero no por escuchar debo estar de acuerdo". La Asamblea Nacional siguió debatiendo ayer, según lo previsto, la propuesta que cambiará sustancialmente la ley aprobada hace siete años por el Gobierno socialista de Lionel Jospin. Hoy debe ser aprobada por la holgada mayoría gubernamental.

Los sindicatos denunciaron el "desprecio" con que actúa Raffarin.

"No desprecio las manifestaciones", había dicho Raffarin a primera hora de la mañana, "pero pido a los líderes sindicales que tampoco desprecien al Parlamento, que es quien está legitimado para dictar las leyes en una democracia". La reforma propuesta permitirá a los trabajadores trabajar más de 35 horas a la semana a cambio de más salario, si llegan a un acuerdo colectivo con la empresa. Podrían trabajar hasta 48 horas semanales, el máximo permitido en la UE.

El gobernador del Banco de Francia, Christian Noyer, salió también en defensa de la reforma de las 35 horas con el argumento de que aumentará la capacidad de crecimiento y reducirá el desempleo. Según Noyer, pese a que "va en el sentido de lo que hacen todas las economías más competitivas", en Francia existen dificultades para "tomar conciencia de la manera en la que funciona el mundo" y de cómo puede "ganar en el mundo". Noyer dijo que Francia crecerá este año entre el 2% y el 2,5%.

Por otra parte, el Ejecutivo aprobó ayer un plan para incentivar la inversión de empresas extranjeras en Francia que debería suponer la creación de 100.000 empleos en tres años. Se trata de una serie de medidas -en su mayoría beneficios fiscales- dirigidas a empresas extranjeras y a ejecutivos que trabajan en Francia y también a los estudiantes más brillantes y a investigadores de renombre internacional.

Incentivar la inversión

El plan incluye un aumento de las becas de estudios y un programa para facilitar los trámites burocráticos en lo que respecta a la obtención de visados o permisos de residencia. Los altos directivos extranjeros que trabajan temporalmente en Francia pagarán "un impuesto proporcional a su tiempo de trabajo efectivo" y las exacciones fiscales a las que tenían derecho las personas domiciliadas durante más de diez años en el país se aplicarán ahora desde los cinco años.

La masiva protesta del sábado no ha cambiado el discurso del Gobierno. Raffarin aseguró que la reforma no cuestiona las 35 horas, sólo las flexibiliza; rechazó que sitúe a los trabajadores "en una situación de debilidad o de falta de protección" e insistió en que se trata de "un verdadero progreso", ya que la nueva ley permitirá "trabajar más cuando se quiere ganar más". El primer ministro aceptó modificar uno de los aspectos de la ley; a partir de 2008, las pequeñas empresas de menos de 20 trabajadores tendrán que pagar las horas extraordinarias con la misma remuneración adicional del 25% que las grandes.

La culpa de lo que sucede en Francia, sentenció, la tiene el anterior Gobierno socialista, que "bloqueó los salarios" con la polémica ley cuyo precio ha sido "la bajada de los sueldos".

De este modo, Raffarin reconocía al menos una de las fuentes de descontento social que hay ahora en Francia: la pérdida de poder adquisitivo. Pero los sindicatos aseguran que la causa hay que buscarla en el reparto de las ganancias de las empresas, que en los últimos años se ha decantado claramente en favor de los accionistas, en detrimento de los asalariados.

Para Jean Claude Mailly, secretario general de Fuerza Obrera, el segundo sindicato más importante del país, los trabajadores ya pagaron el precio de las 35 horas, a base de moderación salarial e incluso de congelación salarial. "Ahora se les quiere hacer pagar otra vez el precio de la reforma trabajando más horas por el mismo precio", dijo.

La otra razón de fondo que agita a la sociedad francesa es el temor a la pérdida del sistema de protección social de la V República. En la manifestación del sábado había muchos niños. No era una casualidad, quienes salieron a la calle querían de este modo señalar su miedo a que las nuevas generaciones estén desprotegidas.

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