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Reportaje:

La era de los Patriots

El equipo de Nueva Inglaterra reafirma su dominio en el fútbol americano con su tercera Super Bowl en cuatro años, la segunda consecutiva

Los Patriots de Nueva Inglaterra lograron su tercera Super Bowl, su tercer título en el fútbol americano, en cuatro años y la segunda de manera consecutiva al vencer a los Eagles de Filadelfia por 24-21 en la madrugada española de ayer, en Jacksonville (Florida, Estados Unidos), en una final emocionante que no se decidió hasta el cuarto y último periodo.

Para Boston, cuyo equipo de béisbol vivió bajo una maldición durante casi un siglo y cuyo equipo de fútbol americano no había tenido protagonismo alguno durante sus 30 años de historia, el nuevo milenio comenzó de forma esperanzadora. Los Red Sox exorcizaron al fantasma del Bambino y lograron sus primeras Series Mundiales desde 1918.

Tres meses después, los Patriots han ganado su tercer anillo y se han forjado una era a la altura de los más grandes conjuntos de la NFL. La belleza y la agonía de esta conquista son mayores aún si se considera que los Patriots son el primer club que consigue el triplete desde que se estableció el límite salarial, en 1993, precisamente con el fin de propiciar más igualdad entre unos y otros. Además, son los primeros que lo alcanzan sin una superestrella. Así como los Forty Niners de San Francisco contaban en los años 80 con Joe Montana y Jerry Rice y los Cowboys de Dallas en los 90 con Michael Irving y Emmit Smith, sólo su quarterback (organizador), Tom Brady, se puede equiparar a los grandes nombres del deporte rey en Estados Unidos.

Pero el gran protagonismo le corresponde al entrenador, Bill Belichick, de perfil bajo, que, sin hacer ruido, rearmó el equipo tras las graves lesiones de sus mejores defensas. En ese sentido, reconvirtió al receptor Troy Brown en cornerback, el que se encarga de cubrir al receptor, y le respondió con tres intercepciones a lo largo del curso mientras que el linebacker Mike Vrebel actuó como receptor e incluso agarró un pase de ensayo en la Super Bowl.

Bellichick no es de los que se dejan impresionar y encuentra el modo de ganar. En las semifinales de su conferencia, su cobertura dejó en tres puntos al mejor ataque de la Liga, el de los Colts de Indianápolis, y en la final, frente al Pittsburgh, su ofensiva endosó 40 puntos a la mejor defensa.

Ante los Eagles la paciencia fue el mejor arma de los Patriots. Dejaron que Brady hiciera su trabajo y pusiera los puntos en el marcador y esperaron a que el quarterback rival, Donovan McNabb, cometiera algún error. Cuando ocurrió, comenzado el último cuarto, se lanzaron, como es su costumbre, a la yugular de su contrario y forzaron una intercepción.

Mucha culpa de que el partido se mantuviera empatado la tuvo el receptor estrella Terrell Owens, del que se esperaba una anecdótica presencia. Aun cuando su atornillado tobillo reducía su explosividad a la mitad, fue la mayor amenaza de los Eagles. Nunca se dejo amedrentar ante unos contrincantes que en más de una ocasión dirigieron su agresividad justamente hacia su pie herido.

Con todo, el futuro de los Patriots es incierto con la marcha del coordinador ofensivo, Charlie Weis, nuevo entrenador de la Universidad de Notre Dame, y del defensivo Romeo Crennel, que se convertirá en el técnico de los Browns de Cleveland. Pero, al menos, les quedan, de momento, Belichick y Brady.

La 39ª edición de la Super Bowl se recordará también por la mesura que rodeó al espectáculo deportivo más visto cada año en Estados Unidos. La conservadora cadena Fox, encargada de la retransmisión televisual del encuentro, forzó a varias marcas a retirar anuncios que consideraron que podían herir la sensibilidad del público mientras que el himno nacional, generalmente interpretado por alguna celebridad, recayó en esta oportunidad en un coro de las fuerzas armadas. Paul McCartney puso la guinda en el descanso de una cita en el que el espectro de Janet Jackson y su seno descubierto sobrevolaba Jacksonville.

Rodney Harrison (a la derecha), de los Patriots, pierde el balón ante la acometida de Terrell Owens, de los Eagles.
Rodney Harrison (a la derecha), de los Patriots, pierde el balón ante la acometida de Terrell Owens, de los Eagles.EFE

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