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Entrevista:BILL GATES | FUNDADOR DE MICROSOFT | ENTREVISTA

"El éxito del ordenador aumenta la conciencia de que hay un lado oscuro"

Bill Gates, de 49 años, fundador de Microsoft y el hombre más rico del mundo, habla del tema, mucho tiempo subestimado, de la seguridad informática, de las oportunidades y riesgos que supone el dominio global del mercado por parte de su consorcio de software y de cómo se las arregla para vivir con el lado oscuro de su propia fama.

Pregunta. Usted ha acudido a Múnich para poner en marcha en Alemania un proyecto que pretende incrementar la seguridad de la navegación por Internet. Lo patrocina el ministro de Economía, Wolfgang Clement. ¿Por qué toma la iniciativa precisamente ahora?

Respuesta. Probablemente, la ayuda que el ordenador, Internet y los buenos programas informáticos pueden brindar al ser humano siga despertando el mismo entusiasmo que siempre. En los últimos años ha ocurrido un montón de cosas estupendas. No hay más que pensar en cómo se ha desarrollado a escala mundial la comunicación por correo electrónico o el negocio digital musical y fotográfico. Pero mientras seguimos trabajando para lograr aún más mejoras maravillosas, una serie de temas graves se han abierto paso hasta el orden del día, obligándonos a hacer todo lo posible para impedir que lleguen a convertirse en un verdadero problema. El espectro abarca desde el fastidio que supone encontrarse el buzón del correo atestado de publicidad hasta el riesgo de que los piratas informáticos se apoderen de su ordenador para espiar sus datos. Hay mucho que hacer, sobre todo en lo que respecta a Microsoft.

"En los últimos años han ocurrido cosas estupendas, como el desarrollo mundial de la comunicación por correo electrónico y el negocio digital musical y fotográfico"
"¿Cómo evitar que me roben por la Red el número de mi tarjeta de crédito? Hay ámbitos en los que los chicos malos son también muy listos"
"Se han llevado a cabo más mejoras que en ningún otro sector de la economía. Los costes han bajado y las prestaciones han crecido vertiginosamente"
"Lo irónico del caso es que [las exigencias impuestas por la Unión Europea] nos obliguen a ofertar un producto que es menos eficiente"
"Somos el principal objetivo de los ataques con virus informáticos simplemente porque tenemos el sistema operativo más ampliamente difundido"
"Nuestros productos se utilizan en todo el mundo y ayudan mucho a la gente. Tenemos éxito, y todos los problemas que el éxito trae consigo"

P. ¿Y quiere hacer frente a todo esto en solitario?

R. Estos problemas son de una diversidad enorme. No sólo hay que pedir una solución a consorcios concretos, sino a toda la industria. También es necesario trabajar en cooperación con Gobiernos e instancias administrativas. La política debe hacerse cargo de las condiciones marco de tipo legal.

P. ¿Y los consumidores?

R. Los usuarios de ordenadores personales deberán afrontar más a menudo cuestiones de carácter práctico. Por ejemplo: ¿necesito actualizar periódicamente mi software? Para nosotros, esta cuestión tiene repercusiones inmensas. Cuando ofrecemos una mejora de Windows a través de la Red, hay cientos de millones de personas que aprovechan nuestra oferta, pero otros cientos de millones no lo hacen. Otra cuestión puede ser: ¿cómo utilizan mis hijos Internet? Este interrogante supone todo un reto, porque las nuevas generaciones a veces demuestran un mayor control de la situación al manejar la Red que sus progenitores. Tenemos que minimizar progresivamente nuestra complejidad para que la gente sea más consciente de estas cuestiones.

P. ¿Ha subestimado los problemas de seguridad? Porque, hasta hace pocos años, lo que realmente le importaba a su sector era cómo fabricar ordenadores más potentes y cómo integrar en red todo el hogar. Incluso Microsoft parece haber descubierto el tema a partir del 11-S.

R. La única novedad que aportaron los atentados terroristas del año 2001 es que permitieron que la gente experimentara de manera muy tangible qué consecuencias puede tener la falta de seguridad. En realidad, los problemas de seguridad informática, más bien están vinculados al increíble éxito del ordenador tomado en sí mismo. A medida que el ordenador ha ido cosechando éxitos, ha aumentado la conciencia de la existencia de un lado oscuro. Por ejemplo, ¿cómo evitar que alguien me robe el número de mi tarjeta de crédito por la Red? Hay ámbitos en los que los chicos malos son muy listos, y a veces más refinados de lo que nos imaginamos.

P. Como los remitentes de basura publicitaria, por ejemplo.

R. No quiero restar importancia al problema. Aún tendremos que luchar con él unos años. Pero en ese terreno concreto ya se han introducido muchas mejoras. Por el contrario, donde los problemas han ido a más ha sido en el ámbito del robo de datos.

P. ¿De dónde vendrá el mayor desafío? ¿De los fabricantes de virus? ¿De los hackers? ¿De los difusores de spams?

R. Siempre habrá gente que intentará sacar ventaja de las posibilidades que ofrece el medio sobrecargándonos con todo ese barullo publicitario que se puede difundir de manera tan rápida, sencilla y barata. Pero llegará un momento en que lograremos controlarlo, porque se pueden rastrear las fuentes. Todo el que hace publicidad para una empresa obtiene dinero de ella como pago por su trabajo. En ese sentido, llevamos ya mucho tiempo haciendo progresos enormes. Me preocupa mucho más saber si llegaremos a ver cumplido nuestro sueño general.

P. ¿En qué consiste?

R. En poder comunicarnos unos con otros a escala mundial sin desconfianza, y, en consecuencia, de manera más efectiva y creativa. Para ello es importante, por ejemplo, que a uno no le puedan robar su identidad en la Red. Es una promesa, la promesa de la era digital. Pero tampoco creo probable que las dificultades actuales lleguen a poner en peligro ese sueño.

P. Microsoft no sólo forma parte de la solución, sino también del problema, por su poder dentro del mercado. Si uno suministra software a más del 90% de los ordenadores personales se convierte en blanco interesante para los hackers siempre que se trate de maximizar daños.

R. Existe un montón de sistemas operativos además de Windows, como OS de Apple o Linux y Unix...

P. ... que desempeñan un papel secundario en lo que respecta al común de los ordenadores personales a nivel mundial.

R. Cuantos menos sistemas operativos haya dentro de una empresa, mejor funcionan las cosas en materia de seguridad. Es muy sencillo, hace falta invertir miles de millones de dólares para poder garantizar la seguridad de cada sistema concreto. Además, sólo por lo que respecta a nuestro consorcio, tenemos que tener disponible una cantidad increíble de especialistas que asuman la total responsabilidad de la seguridad de los sistemas las 24 horas del día.

P. El encanto de Linux radica precisamente en que es un sistema abierto que, en definitiva, configuran sus propios usuarios.

R. Pero cuando todo funciona dentro de una misma plataforma, se pueden concentrar mejor los recursos y subsanar los errores con mayor rapidez. Por ejemplo, en un hospital que trabaje con diversos sistemas, un único problema surgido en un sector concreto puede provocar también un fallo general en los restantes sectores. Por eso, desde el punto de vista de la seguridad, siempre es mejor concentrarse en un único sistema.

P. Por ejemplo, su pequeño competidor Apple sufre muchos menos ataques de virus...

R. Ésa es una generalización que no se corresponde con la realidad. Nosotros somos el principal objetivo simplemente porque tenemos el sistema más difundido. Pero éste es un problema que afecta a los demás en igual medida. A Linux le afecta incluso más que a nosotros desde muchos puntos de vista.

P. Un virus Windows se puede expandir por todo el planeta a velocidad vertiginosa y en proporciones epidémicas en cuestión de pocas horas.

R. Sobre todo debido a nuestra popularidad global. Lo sabemos y tendremos que invertir más tiempo y dinero en ello. Ahora bien, el spam o el robo de datos no dependen del sistema operativo. Para combatirlos necesitamos también leyes y estándares globales.

P. Aun así, Windows es por el momento el sistema más vulnerable.

R. Hay muchas maneras de enfocar este tema. Por ejemplo, la velocidad con que la comunidad Linux reacciona ante cualquier problema que se presenta no es muy elevada que digamos, en buena medida porque ese sistema no tiene, como nosotros, miles de trabajadores listos para afrontar este tipo de situaciones. Un sistema operativo comercializado ofrece ventajas decisivas. Cuando se trata de un tema como éste, las generalizaciones no nos llevan muy lejos porque todos nosotros debemos tomarnos estos problemas muy en serio. Los desarrolladores de Linux son plenamente conscientes de que no hay ningún remedio milagroso en Linuxland. Ellos también tienen que seguir trabajando y haciendo progresos.

P. Durante los últimos 15 años, Microsoft ha sido una y otra vez blanco de quejas y conflictos judiciales. Su empresa se ha visto obligada a pagar miles de millones de dólares en multas. Y las acusaciones y los procesos apuntan siempre en una misma dirección: Microsoft no cesa de incluir innovaciones gratuitas en la plataforma Windows, con lo que apenas si deja oportunidades a largo plazo a sus competidores. ¿Por qué se aferra a esta estrategia?

R. ¿Pero a qué estrategia se refiere? En el campo de los programas informáticos en el que nosotros nos movemos impera un solo objetivo: el provecho del cliente final. Y en este sentido se han llevado a cabo más mejoras que en ningún otro sector de la economía. No tiene más que fijarse en lo que eran capaces de hacer Microsoft Office o Windows hace diez años y lo que estos programas costaban por aquel entonces, y qué posibilidades le ofrecen hoy día y a qué precio. Los costes han bajado, al tiempo que las prestaciones han crecido vertiginosamente. En realidad, deberíamos pedir al resto de los sectores, desde la industria automovilística hasta la política, que aportaran mejoras semejantes a las nuestras en lo relativo a innovaciones y a revoluciones. Realmente, en el negocio del software no está permitido dormirse en los laureles.

P. Pero esto no contesta a la pregunta sobre la estrategia que sigue la empresa, y que ha desembocado en repetidos encontronazos con los supervisores anticartel.

R. En principio, en cuanto alguien compra Windows deja de aportarme incrementos por ventas. Sólo vuelvo a obtener beneficios en el momento en que logro convencer a los clientes de que mi producto es ahora mucho mejor y más sugerente, y, por tanto, de que merece la pena volver a comprarlo. Por eso nos vemos obligados a mejorar incesantemente nuestros productos. Y éste es también el motivo por el que probablemente somos el consorcio de gran envergadura con mayor presupuesto para investigación y desarrollo de todo el planeta. Y no es algo que hagamos por divertirnos, aunque admito de buena gana que aún seguimos divirtiéndonos con nuestro trabajo.

P. Entonces, ¿el hecho de que Microsoft esté en el punto de mira de la justicia se debe únicamente a la maldad de la competencia?

R. Si investiga cuáles son los consorcios más populares de Estados Unidos, verá que Microsoft marcha siempre en cabeza, con diferencia. ¿Por qué? Porque nuestros productos se utilizan en todo el mundo y ayudan mucho a la gente. Tenemos éxito, así que también tenemos todos los problemas que el éxito trae consigo.

P. Problemas que van desde las frustraciones de los clientes hasta juicios de miles de millones, pasando por enemistades.

R. Los clientes esperan mucho de nosotros. Y deben hacerlo. Eso es estupendo. Porque, en definitiva, son ellos los que dictan cada día el fallo definitivo al hacer su elección. No hay que olvidar que tenemos innumerables competidores y que todos ellos afirman que su software es el mejor. Todo esto no evidencia otra cosa que la existencia de una competencia sana.

P. Recientemente, la Comisión Europea le condenó, entre otras cosas, a pagar cerca de 500 millones de euros de multa por abuso de poder de Microsoft dentro del mercado. ¿Cómo terminará este caso?

R. En estos momentos, el procedimiento de apelación contra la decisión de la Comisión de la Unión Europea sigue su curso a través de las instancias competentes. Y de aquí a que se adopte una resolución definitiva, dentro de algunos años, nos proponemos cumplir lo más pronto posible las condiciones requeridas en todo su alcance, cooperando de manera constructiva con la Comisión.

P. Por vez primera, Bruselas le ha obligado a aligerar Windows. En concreto, Microsoft tendrá que ofrecer el software sin el polémico Mediaplayer.

R. Eso no quiere decir que tengamos que cambiar de estrategia. En estos momentos ya ofrecemos diversas versiones de Windows cortadas a medida de las necesidades específicas de clientes concretos. La única novedad consiste en que ahora se nos exige que ofrezcamos una versión que todavía no ha sido solicitada por ningún consumidor. Lo irónico del caso es que se nos obligue a ofertar un producto que es menos eficiente.

P. En los enfrentamientos judiciales que han tenido lugar en Estados Unidos, siempre ha dicho que Windows no se podía despedazar. ¿Ahora ya se puede?

R. En realidad estamos hablando de bits, y en ese sentido siempre existe la posibilidad de descomponer absolutamente todo. Puede amputar una pierna, cortar un brazo. Con la única salvedad de que no creo que redunde en beneficio de nuestros clientes el vernos obligados a ofrecer un producto que dispone de menos capacidades de las que realmente le son propias. Lo que hemos aportado a la industria informática con la creación de Microsoft es una competencia como no ha existido jamás en ningún otro sector, en ninguna industria del mundo. Con Windows hemos hecho realidad la posibilidad de comparar. ¿Quién es el más rápido, el más seguro, el más barato, el que da más facilidades de mantenimiento? Esta dinámica es y ha sido siempre un motor increíblemente potente.

P. Pero que ahora se ve frenado por vez primera por un organismo político que le prescribe lo que puede ofertar y lo que no.

R. No, no, no. En este mismo momento ya nos vemos enfrentados a miles de reglas y leyes de un montón de países, y las tomamos todas muy en serio. Así que ésta no es ni mucho menos la primera vez que un proceso de regulación tiene repercusiones para Windows.

P. Su pequeño competidor Linux tiene cada vez más seguidores en Alemania. Incluso la ciudad de Múnich, donde está la sede de la central alemana de su empresa, se ha decidido a dar el cambio. ¿Representa este sistema operativo gratuito una amenaza para usted?

R. No, es un competidor. Eso es todo.

P. Hace cinco años dimitió oficialmente como presidente de la junta directiva de Microsoft. ¿Aún sigue metiendo baza cuando se trata de grandes adquisiciones, como, por ejemplo, la compra de la firma alemana de software SAP, planeada hace algún tiempo?

R. Por supuesto que tomé parte en las conversaciones entabladas a fin de averiguar si existían posibilidades de llegar a fusionar ambas empresas. Los chicos de SAP son buenos amigos míos, y también del jefe de nuestra junta directiva, Steve Ballmer. Pero las negociaciones no pasaron de determinado punto.

P. ¿Así que se ha dado carpetazo al tema de la adquisición?

R. Ya no hay más debate al respecto.

P. ¿Cuál es su principal objetivo para los próximos años?

R. Tenemos que asegurarnos de no frustrar las esperanzas depositadas en nosotros para así contribuir al éxito de los restantes desarrollos pendientes, que son realmente brillantes, como, por ejemplo, el identificador gráfico de caracteres y el sistema de reconocimiento de voz.

P. Si tuviera que explicar a la mayor de sus hijas, Katharina, de ocho años de edad, a qué se dedica realmente condensándolo en tres frases, ¿qué le diría?

R. Ya utiliza el ordenador, así que sabe perfectamente hasta qué punto puede serle útil, y no me refiero únicamente a estar en contacto con sus amigos. Creo que por eso tiene una imagen muy realista de lo que significa que su padre trabaje en el mundo del software.

P. Si uno introduce en el buscador Google la frase "Bill Gates is the devil"

[Bill Gates es el diablo] encuentra miles de resultados. ¿Cómo encaja este tipo de cosas?

R. Nunca me he puesto a buscar una frase semejante. Además, eso no significa que todas esas páginas contengan literalmente esa misma frase.

P. ¿Se toma toda esa rabia que en ocasiones llega a salirle al paso como algo inherente al negocio a que se dedica?

R. La verdad es que hasta ahora he entrado en muy pocas de esas páginas escritas contra mí. Pero esto es algo que ha cambiado desde que dio comienzo la revolución del PC. Y quizá ese cambio se deba también a que desde hace años invierto gran parte de mi patrimonio en obras caritativas y a cambio cosecho admiración. Mi papel dentro de la industria del software y el de fundador de una institución de utilidad pública generan reacciones semejantes; ambas cosas provocan siempre envidia o celos. Pero la imagen que tenga la gente de mí no me crea problemas. Hago lo que hago porque estoy convencido de que supone una aportación positiva.

P. La fundación creada por usted y por su mujer, Melinda, administra casi 30.000 millones de dólares de su patrimonio personal. ¿También han prestado ayuda a las víctimas de la catástrofe del tsunami?

R. Sí, pero no debe perder de vista que hemos estado colaborando con las regiones afectadas en años anteriores. No sólo cooperamos en el momento en que se produce una crisis. Cuando llegó el tsunami donamos inmediatamente tres millones de dólares. Pero seguro que lo que aportamos hace un año fue diez veces más importante porque posibilita el desarrollo a largo plazo.

P. ¿El hombre más rico del mundo con diferencia tiene aún deseos incumplidos?

R. Sigo yendo a trabajar todos los días como hacía antes, y eso se debe en buena medida a que aún no se ha hecho realidad el sueño que engloba todas las posibilidades que debería ofrecer el PC como herramienta. Hace aproximadamente 30 años fundé Microsoft con Paul Allen porque los ordenadores de aquel entonces, sus prestaciones y sus posibilidades nos resultaban frustrantes. Desde entonces trabajo para hacer realidad mi sueño de que los ordenadores sean capaces de comprendernos cada vez mejor funcionando de la manera más sencilla posible.

P. ¿Y cuándo se hará realidad su sueño?

R. Soy optimista. Siempre pienso: bueno, en 10 años lo habremos conseguido. Pero lo cierto es que eso mismo pensaba hace 10 años. Y es evidente que aún no hemos llegado adonde nos proponíamos.

Bill Gates, en una conferencia de prensa en Madrid.
Bill Gates, en una conferencia de prensa en Madrid.BERNARDO PÉREZ

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