Misteriosa cartera
Walter Benjamin se suicidó en la población fronteriza de Port Bou, en 1940, después de atravesar la llamada "ruta Líster" por la que, huyendo de la brutalidad nazi, se evadieron muchos franceses y extranjeros residentes en aquel país. La mala fortuna quiso que la Guardia Civil interceptara en esa población a una comitiva formada por Benjamin, la señora Lisa Fittko, la señora Gurland y el hijo de ésta, Joseph, con la amenaza de ser devueltos a Francia al día siguiente, y así caer en manos de la Gestapo. El suicidio de Benjamin, por una de esas extrañas alianzas de la caridad con el destino, quiso que el resto de la comitiva se salvara. Benjamin dejó, a su muerte en la habitación de un hotel austero de Port Bou, una pesada cartera de color negro, parecida a las que utilizaban los médicos, que había llevado con no poco sufrimiento a lo largo de su ruta pirenaica.
Los investigadores han aventurado todo tipo de hipótesis en torno al contenido de esta cartera y una de las más divulgadas fue que Benjamin portaba en ella el manuscrito del Libro de los pasajes. La hipótesis es absurda: la enorme suma de legajos que constituyen ese libro -que, además, Benjamin dejó a buen recaudo en la Biblioteca Nacional de París, como luego se supo por Georges Bataille- sólo habrían cabido en un baúl de ciertas dimensiones.
Eso sí: nos consta que Benjamin no quería desprenderse de su equipaje a lo largo de la esforzada travesía: "Esta cartera es para mí lo más importante de todo. De ninguna manera puedo perderla. Es necesario que ese manuscrito se salve. Es más importante que yo mismo". Si sumamos a este apego obsesivo el hecho de que los Pasajes no eran acarreables, lo más lógico es suponer que la cartera contenía, además de escasos efectos personales, una copia de trabajo de las famosas y póstumas Tesis de filosofía de la historia, publicadas en español por primera vez en la editorial Taurus en 1973.
Se entiende que los críticos hayan confundido un texto con el otro, porque esas Tesis constituyen, como un testamento, la fundamentación del enorme y ruinoso edificio del Passagen-Werk. En ellas hallará el lector las bases metodológicas y hermenéuticas para entender cabalmente el propósito del Libro de los pasajes. La cartera nunca fue encontrada y es muy posible que su contenido se arruinara. Una lápida con una inscripción sacada de una de estas tesis recuerda en el cementerio de Port Bou su paradójica concepción de la historia: "No existe ningún documento de cultura que no lo sea al mismo tiempo de la barbarie".
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