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Una sola oficina con 30 empleados

Alejandro Bolaños

El Banco Europeo de Finanzas, la entidad que ahora quieren utilizar las cajas andaluzas como instrumento de cooperación en participaciones empresariales y grandes operaciones de banca comercial, afrontará en los próximos meses una transformación radical. El banco, propiedad de Unicaja (97% de las acciones) desde 1992, es ahora una minúscula entidad financiera con una sola oficina, en Madrid, y una treintena de empleados, cuyo negocio se concentra en las pequeñas y medianas empresas.

El principal valor añadido del Banco Europeo de Finanzas es justamente que tiene una ficha bancaria ya autorizada por el Banco de España y el Ministerio de Economía, lo que permite atajar el complejo trámite administrativo que supondría la creación de un banco; la opción de que las cajas puedan crear un nuevo banco es, además, mal vista por las autoridades económicas, que tienen que hacer frente al agravio comparativo a los bancos, que no pueden crear cajas.

Con la ficha bancaria del Banco Europeo de Finanzas, la operación no debería presentar demasiados problemas. Las cajas quieren trasladar la sede social de la entidad a una ciudad andaluza y la operación supondrá un notable cambio del accionariado, pero según la normativa vigente (real decreto 1245/95) ninguna de estas dos cuestiones requiere una autorización del Ministerio de Economía. De hecho, en supuestos como el cambio de sede o la ampliación de capital sólo sería necesario realizar una comunicación al Banco de España. Otra cuestión es que se proponga alguna modificación de estatutos de más calado, lo que sí exigiría el visto bueno de Economía, previo informe del Banco de España, en el plazo máximo de dos meses. Ni Unicaja ni el Banco de España precisaron si sólo se ha pedido el cambio de sede o ha habido alguna otra modificación en los estatutos.

El Banco Europeo de Finanzas (BEF) pasó a manos de Unicaja tras un escándalo financiero que obligó al Banco de España a intervenir. La entidad supervisora detectó a finales de 1991 que el grupo Eurocapital, entonces propietario del banco, había desviado unos 24 millones de euros que se habían gestionado en el BEF como inversiones fiscalmente opacas de dinero negro, básicamente a través de una supuesta colocación en pagarés de la Diputación de Vizcaya. Además, el Banco de España estimó que sanear los créditos costaría otros 21 millones. Unicaja, principal acreedor del BEF, con más de 60 millones en créditos interbancarios, se quedó con la entidad tras una operación acordeón en el capital social por la que desembolsó 27 millones -con un préstamo del Banco de España-, y absorbió la red comercial del banco, dejando operativa una sola sucursal.

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