El Madrid se va a la lona
El Valladolid elimina con merecimiento al equipo de Luxemburgo, que recurrió a todas sus figuras en el segundo tiempo
La costumbre se impuso a los pronósticos en Chamartín, donde se acabó el corto periodo de alegrías del Madrid. El Valladolid le eliminó de la Copa, con todo merecimiento. Fue mejor en el primer tiempo y no fue peor en el segundo. La presencia de Ronaldo, Zidane y Raúl no modificó un partido que confirmó la mala relación del equipo madrileño con un torneo que se le resiste desde hace mucho tiempo.
El tradicional sufrimiento del Madrid en la Copa se repitió con figuras y sin ellas. Se le complicó tanto el partido que Luxemburgo sacó a toda la caballería en el segundo tiempo. Con razón, porque el Madrid no le encontraba la vuelta al Valladolid, que jugó con mucha serenidad, sin alterarse, con bastante más oficio que su rival. Fracasaron los jóvenes, pésimo síntoma para un equipo sin relevo decente para sus estrellas. Había interés por observar a Jurado, jugador creativo, de técnica exquisita. Pasó desapercibido. A Javi García, que está en las antípodas de Jurado, tampoco se le vio ningún detalle. No se le tiene por ingenioso, pero generó muchas dudas en todos los demás capítulos. No transmitió nada. Portillo también tuvo su oportunidad. Duró medio tiempo. Un remate y nada más. Fue el mismo Portillo de toda la vida, sin ninguna participación en el juego, a la espera de su oportunidad en el área. Pero no hubo oportunidades. El Madrid jugó muy lejos del área del Valladolid en el primer tiempo. En realidad, no jugó. Eso correspondió al Valladolid.
REAL MADRID 1 - VALLADOLID 1
Real Madrid: César, Arbeloa, Pavón, Raúl Bravo, Roberto Carlos; Celades, Gravesen, Javi García (Zidane, m. 46), Jurado (Raúl, m. 46): Owen y Portillo (Ronaldo, m. 46).
Valladolid: Lledó; Rafa (Aduriz, m. 68), Mario, Jonathan, Óscar Sánchez; Zarandona, Robles (Iñaki, m. 13); Javi Moré; Sousa (Chema, m. 60), Álvaro; y Losada.
Goles: 1-0. M. 64. Owen remata un pase de Raúl.
1-1. M. 76. Javi Moré regatea a Roberto Carlos y marca disparo colocado.
Árbitro: Iturralde González.
Unos 46.000 espectadores en el Santiago Bernabéu.
Con un fútbol tranquilo, casi moroso, el equipo de Kresic puso sordina al partido. Sus ligeros futbolistas se encontraban con facilidad en el medio campo. No iban mucho más lejos, pero el Madrid se resintió del calculador trabajo de su rival. Un tiro de Sousa al palo se interpretó en el Bernabéu como un aviso serio. Luego apenas sucedió nada interesante. El Madrid perdió el hilo del primer tiempo y sólo tuvo una oportunidad. Fue de Owen, el típico jugador que mejora exponencialmente según se acerca a la portería. Fuera del área el inglés es muy poca cosa, pero dentro tiene un sentido muy afilado del gol. A veces recuerda a Butragueño, con menos ingenio, pero con la misma facilidad para buscar los rincones de la portería. No se le altera el pulso. Lo demostró en el gol del Madrid. Recibió un excelente pase de Raúl y cruzó un gran remate. Con Owen nadie se pregunta si juega bien o mal, porque decididamente no está para esas cosas. Se dedica a anotar goles. El de ayer no le sirvió de nada al Madrid, que terminó entre abucheos. Raúl Bravo se llevó la peor parte. Cometió varios errores que irritaron a una hinchada que no tiene a Bravo entre sus favoritos.
El Valladolid funcionó con más autoridad en la primera parte y no se dejó impresionar en la segunda. Entraron Zidane, Raúl y Ronaldo. Permaneció Gravesen, bien recibido en Chamartín. La gente es caprichosa en sus gustos. Al personal le pareció bien todo lo que hizo Gravesen, jugador correcto, de acompañamiento, con un despliegue un poco caótico en ocasiones. Su peso en el partido fue bastante leve, aunque el futbolista danés pertenece a la raza de jugadores ruidosos. Se les ve mucho. Luego hay que espigar y, en muchas ocasiones, la producción es menor de lo que parece. Con Gravesen y todas las figuras, el Madrid aceleró un poco su fútbol y puso al Valladolid en apuros, pero sin excesos. Fuera del gol de Owen, apenas tuvo ocasiones. Lo aprovechó el Valladolid. No descompuso la figura y se mantuvo atento. Se acercó al área con alguna frecuencia y finalmente cazó el empate en una buena jugada de Moré. Roberto Carlos respondió con una extraña pasividad y lo demás fue sencillo: un tiro que sorprendió a César y decepcionó a la afición madridista. Su equipo había vuelto a fracasar en la Copa.
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