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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Busco viudo o separado para amistad (y lo que surja)

En estas fiestas me he dado cuenta de lo repugnante que es no tener un novio fijo al que regalarle camisas. Un novio, en definitiva, que te lleve al delta del Ebro de vez en cuando, que es un lugar al que suelen llevar los novios. De manera que, aprovechando mi privilegiada situación de reportera, me voy a una agencia matrimonial, a ver si tienen algo para mí.

La psicóloga que me recibe, Eva Larraz, me conduce a su despacho. En la mesa hay dos máquinas para pasar la tarjeta Visa, calendarios con el nombre de la empresa, Samsara, y puntos de libro en los que se lee: "Hay un momento ideal para amar y ser amado: Ahora". Antes que nada, le pregunto si está casada y me dice que sí. Luego le pregunto si las dos recepcionistas que me han atendido al llegar también lo están, y me dice que una sí, pero la otra no. Y ya empezamos con la entrevista. En primer lugar, Eva me explica la diferencia entre una agencia como la suya y los anuncios de contactos de los periódicos. Aquí, me explica, sólo vienen las personas libres que buscan pareja estable, no los que buscan rollos esporádicos. También me cuenta que cada vez que me llamen al trabajo para ofrecerme una cita, me dirán que es "de parte de una amiga". Eso me da igual. Trabajo sola y no tengo secretos para mí.

A las agencias matrimoniales sólo van las personas libres que buscan pareja estable, no los que buscan rollos esporádicos

Y pasamos al test. Me pregunta el teléfono, la fecha de nacimiento y la hora. "¿Por qué la hora?", le pido. "Porque así podemos saber el ascendente de tu signo zodiacal. Puede que algún cliente quiera saberlo por una cuestión de compatibilidades". Le digo que ni hablar. El hombre que a mí me tiene que llevar al delta del Ebro no cree en estas tonterías. Luego, le doy mi estatura y peso, y también se apunta cuánto hace que tuve mi última pareja estable. Y si tengo estudios, si hablo idiomas, si tengo hijos, si vivo sola, si tengo hermanos y qué número ocupo entre ellos y si soy religiosa (disimulo que soy apóstata, porque apostaté por aburrimiento). Cuando me pregunta si me considero una persona casera no sé qué decir. Depende del día. Luego quiere saber si fumo y si bebo alcohol, si me gustan los animales y con qué patrimonio cuento. (No me disgustan los animales, y cuento con un piso y una moto). También le confieso lo que gano, mi estado de salud y que políticamente me inclino a la izquierda. "Ahora, Empar, miraremos lo que haces cuando sales", me dice Eva, que tiene una voz la mar de dulce. Y me aclara que deberé puntuar una serie de actividades del cero al cinco, según la frecuencia con que las practique. "¿Música clásica?", me pregunta. Creo que le doy un tres, exagerando. Al teatro le doy un cero, a la lectura de periódicos un cinco, a los restaurantes también un cinco y a los conciertos y exposiciones un tres, pero para no quedar mal. "¿Te gusta pasear?", inquiere. Digo que sí, pero también habría podido decir lo contrario. A continuación enumera una serie de deportes y tengo que contestar si los practicaría en caso que "el chico los practicase". Sé que me estoy cerrando puertas, pero digo que no al golf, al ciclismo, a la equitación y a la natación. (No hay hombres solteros que pasen el rato en el bar, por lo que veo). Me pregunta qué hago en mi tiempo libre y la respuesta es de lo más anodino. También soy anodina al describir mis vacaciones ideales. "¿Qué es lo que no te gusta de tu carácter?", me pregunta. "Me gusta todo", le digo, y es la verdad. Cuando me pregunta por mis objetivos en la vida, me doy cuenta de que no tengo. "¿Qué importancia le das al sexo, dentro de la relación estable?", quiere saber también. "¿Si digo cinco quedaré muy mal?", tanteo. Y al final le doy un cuatro, pero porque este año me he vuelto romántica. "Ahora, Empar, ya hablaremos del chico... ¿De qué edad te gustaría?". Le digo que mayor. También me pregunta por la estatura y el nivel cultural y en los dos casos digo "alto". Si está divorciado, viudo o si tiene hijos me da igual. Y también me da igual, le explico, el físico: "Porque valoras más la persona", adivina ella. Pero enseguida añade: "¿Y de carácter?". Pues tampoco sé qué decir. "¿Qué te dicen tus otros clientes?", quiero saber. "Hombre... Si valoras un chico más divertido, más detallista... Lo que te piden es que sea fiel, que esté centrado, que tenga personalidad...". Eso. Eso es lo que quiero.

Después tengo que escribir una frase en una hoja en blanco para la prueba grafológica. Y después, toca el test de personalidad, que determinará mi carácter. Se trata de contestar o no, a distintas afirmaciones. Por ejemplo: "Me son afines las causas que promueven la justicia y evitan la amoralidad y falta de ética". A esto no sé qué contestar. Tampoco sé qué contestar a "Cualquier forma de expresión artística (poesía, pintura...) la utilizo como forma de canalizar y expresar mis sentimientos y creatividad". Por mi bien y el de ustedes, espero que no.

Al final, me habla del candidato más adecuado para mí, que busca a una chica delgada, con sentido del humor, alegre, optimista, buena persona, sincera y natural. (Ella opina que esa soy yo). "Pues empezaríamos por él", me dice. Pero no me da su teléfono porque para ello debería firmar un documento y pasar por caja, de manera que ruego al señor, si estuviera leyendo EL PAÍS, que sea poco ético y me escriba inmediatamente.

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