Lennart Bernadotte, el conde jardinero
A la bíblica edad de 95 años, en la isla de Mainau en el lago Constanza, la misma que él transformó de una jungla de mala hierba en espectaculares jardines que visitan cada año 1,7 millones de turistas, murió el conde Lennart Bernadotte.
Pertenecía el conde a la familia real de Suecia, hijo del príncipe Guillermo y de la princesa rusa Maria Pavlona, nieta del zar de todas las Rusias Alejandro II. Rompió Bernadotte con su familia real al contraer en 1932 matrimonio con la plebeya Karin Nissvand, hija de un industrial sueco, con la que tuvo cuatro hijos. Renunció Bernadotte a sus derechos al trono de Suecia y se refugió en la isla de Mainau, 45 hectáreas en el punto casi más meridional de Alemania entre la ciudad de Kostanz y el pueblo de Litzelstetten.
Su abuela la reina Victoria de Suecia, una princesa de Baden, había incorporado la isla al patrimonio de la corona sueca. El conde la recibió como indemnización en 1932 al marcharse de Suecia, indignado por "su mentalidad pequeño-burguesa y su enfermedad hereditaria, la envidia y la falta de amabilidad de sus recaudadores de impuestos".
En Mainau se encontró Bernadotte con 45 hectáreas en estado salvaje que empezó a transformar en jardines. La llegada del nazismo interrumpió el proceso que el conde continuó al final de la II Guerra Mundial. La isla se convirtió en los jardines más famosos de Alemania, lugar de peregrinación obligado de cientos de miles de alemanes que bloquean con sus autobuses y coches particulares la estrecha carretera que bordea el lago entre Konstanz y Litzelstetten.
El matrimonio del conde acabó en divorcio en 1970, pero dos años después se casó de nuevo con su ayudanta Sonja Haunz, con la que tuvo cinco hijos más.
Los tiempos cambiaron y la familia real sueca visitaba al conde. El pasado mayo celebraron con él su cumpleaños, al que Bernadotte asistió en silla de ruedas.
Siempre hizo gala Bernadotte de un extraordinario humor que le hacía bromear hasta con su propia muerte, y era una figura obligada cuando los llamados necios, las figuras tradicionales del Carnaval del sur de Alemania, le visitaban en la isla con sus máscaras.
Fue un pionero de la ecología y ya en 1961 presentó la Carta Verde de Mainau con una lista de normas para el trato de la naturaleza y el medio ambiente. Además, fue uno de los inspiradores de los encuentros anuales de los Premios Nobel en el lago Constanza.
Murió tranquilo en su isla de Mainau con la satisfacción de haber culminado la obra de su vida que un día resumió: "No siempre fui el príncipe más feliz, pero fui un marido muy feliz y un ex príncipe".
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