Bodiroga asume el mando
La actuación del alero serbio, con 22 puntos, fue decisiva en la victoria del Barça frente al Asvel
Aunque fuese sólo gracias al carácter ganador y a la enorme calidad de Bodiroga, se recuperó ayer el Barça del virus derrotista que le había atacado en las últimas semanas -perdió frente al Zalguiris, el Montepaschi y el Pamesa, en la ACB- y sumó su cuarta victoria en la Euroliga. Lo hizo frente al Asvel (73-59), el colista del grupo que le opuso más resistencia de la prevista, básicamente porque los azulgrana se lo permitieron.
Tuvo que ponerse serio Bodiroga para poner orden en un Barça sin rostro que buscaba, sin éxito, resolver individualmente lo que en equipo no era capaz de construir. Nefasto en ataque (8 de 25 tiros de campo mediado el segundo cuarto) y blando en el rebote (14 por 25 del Asvel), el Barça se veía superado por un Asvel que, mientras Marc Gasol estuvo en pista, buscó constantemente a Besok, en el palo bajo, para cargarle de faltas. Lo consiguió. Mediado el encuentro, Marc, que ayer reaparecía en Europa tras una larga lesión, ya había cometido su tercera personal.
BARCELONA 73 - VILLEURBANNE 59
Barcelona: Ilievski (1), Navarro (15), Bodiroga (22), Fucka (10), M. Gasol (6) -cinco inicial-; Grimau (10), De la Fuente (2), Trias (7) y Dueñas (0).
Villeurbanne: Lyday (5), Dioumassi (6), , Besok (19), Mrazek (9), Ruzik (5) -cinco inicial-; Miller (0), Pelle (13), Sangare (0), y Souchu (
2).
Árbitros: Pacchini (Italia), Kouzakis (Grecia) y Lopes (Portugal).
Palau Blaugrana. Alrededor de 6.500 espectadores.
Fue entonces cuando Montes le dio el mando del equipo a Bodiroga -en detrimento de un desacertado Ilievski- y el alero serbio cambió el sino del encuentro. Hizo de todo: fue el que más rebotes caputuró (10); fue el que mejor defendió; fue el más clarividente en ataque. Así, el Barça se recuperó de su apatía y se fue al descanso con ventaja (34-28), después de llegar a perder por siete puntos (18-25).
El guión se repitió en el último cuarto porque el Barça, pese a su acelerón final, no aprovechó el tercero para sentenciar un encuentro que, en condiciones normales, no debería haber tenido mucha historia. Pero, llegado el momento decisivo, el grupo de Montes se contagió del espirítu del serbio, se entonó en ataque y, sin mayores problemas, remató.
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