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La larga reforma del MNAC entra en la recta final

La ampliación se debe a la integración del Museo de Arte Moderno y la colección Thyssen

Se consumó ayer en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) el último acto de una reestructuración empezada en 1986: el traslado de las oficinas desde los barracones donde estuvieron durante 14 años hasta los nuevos espacios del Palau Nacional.

Bajo un cielo lívido y frente a algunos turistas despistados (el museo está cerrado desde el pasado domingo para acometer las obras finales y prepararse para la inauguración oficial del día 16 de diciembre, a la que está previsto que asistan los Reyes), las excavadoras arrancaban el techo y las paredes de las barracas como si de un castillo de naipes se tratara. Bajo su embestida, el edificio prefabricado de dos plantas que acogió todos los servicios del museo, desde la dirección hasta la restauración, demostraba toda su fragilidad y precariedad.

Sin embargo, los técnicos y administrativos que iban trasladando sus pertenencias personales bajo la persistente llovizna, no lamentan las condiciones en que trabajaron durante estos años. Lo que no pueden evitar es subrayar las dimensiones del reducido espacio a su disposición, a pesar de que los barracones se ampliaron en dos ocasiones. Una vez retirados todos los escombros, el espacio se convertirá en una zona ajardinada, aunque es probable que no todo el exterior esté terminado para el día de la inauguración.

Eduard Carbonell, director del MNAC desde octubre de 1994, afirma que es la última pieza de un puzzle que ha ido completando a lo largo de 10 años.

Fue él quien, en 1998, realizó el plan de funcionamiento que marcaba el reparto de los espacios, junto al arquitecto Josep Bendito, responsable con Gae Aulenti del proyecto de reestructuración. Excluyendo los conservadores de fotografía y el Gabinete de Numismática, situados bajo unas gradas de vidrio alrededor de la Sala Oval, ahora las oficinas se encuentran repartidas en dos niveles que se asoman al vestíbulo de la entrada posterior del Palau Nacional. La luz que entra por las grandes ventanas se refleja en las paredes de cristal opaco que dan a las galerías, ampliando aún más la percepción del espacio.Todos los muebles son nuevos, "pero eran más cómodas las sillas viejas", afirma un miembro de la secretaría que acaba de aterrizar en su nuevo despacho cargando una papelera llena de útiles de escritorio. "Quizá el problema más grave de los barracones era la falta de insonorización: se oía todo lo que se decía de un despacho a otro", recuerda Carbonell.

En la nueva área del Palau Nacional trabajarán 156 personas, más del doble que antes, ya que el nuevo MNAC ha incorporado el Museo de Arte Moderno de la Ciutadella, la Colección Thyssen de Pedralbes y la Biblioteca General de Historia del Arte ubicada en el Convent de Sant Agustí, con sus respectivas plantillas. El espacio que ocuparán el servicio de documentación y la biblioteca es sin duda uno de los más espectaculares del edificio, con el techo pintado al fresco y los altos ventanales con vista a los jardines del Palacete Albéniz. Las estanterías ya están repletas de libros, aunque todavía dejan ver en sus entrañas los sistemas de calefacción y humidificación que permiten una mejor conservación de los volúmenes.

Esta última semana antes de la inauguración en el Palau Nacional se trabaja a destajo para ultimar cada detalle. Tras inaugurar la sección de arte románico en diciembre de 1995 y la de arte gótico en julio de 1997, Carbonell presentará su recorrido a través de mil años de arte en Cataluña, con la apertura de las salas dedicadas a las colecciones del Renacimiento al siglo XX. "La primera exposición temporal que organicé en el museo fue Agnus Dei, donde se enlazaba el arte románico con las vanguardias del siglo XX como mensaje de mi voluntad de completar el proyecto de este museo. La primera exposición después de la inauguración se centrará en las obras maestras del románico, para cerrar una etapa, recordando sus inicios", concluye Carbonell.

Una excavadora derribaba ayer los módulos en los que durante más de 10 años se ubicaron las oficinas del museo.
Una excavadora derribaba ayer los módulos en los que durante más de 10 años se ubicaron las oficinas del museo.CARLES RIBAS

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