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Reportaje:

¡Cómo mola mi coche!

El salón Barcelona Tuning Show muestra hasta hoy el arte de personalizar el vehículo hasta extremos insospechados

Carrocerías caprichosas, amortiguaciones especiales, equipos de música a todo trapo, consolas de videojuegos, navegadores y tapicerías de terciopelo y otros materiales son parte de la moda del tuning que se ha exhibido en el salón dedicado al arte de personalizar los coches, el Barcelona Tuning Show, que desde el viernes hasta hoy domingo se celebra en el recinto ferial de Montjuic.

Fabián, argentino de 40 años, ha llegado a extremos insospechados en el campo del tuning. Se trajo su coche para participar en una competición de tuning en Montmeló en el mes de septiembre, en la que recibió una mención especial entre los 1.500 coches que participaron, y ha compatibilizado su tiempo trabajando para el Bagdad, una sala barcelonesa de sexo en directo. Les ha gustado tanto que le han encargado que tunee las cabinas de sexo en vivo que instalan ahora en la ciudad y luego harán lo propio por todo el país.

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Campeón de tuning en Argentina durante tres años consecutivos, "todo el mundo se presenta a concursos para ganar", Fabián es un artesano de la personalización de vehículos. En el Reanult Clio que compró siniestrado hace tres años por 7.000 euros ha invertido 75.000 euros. Es una auténtica discoteca multimedia con ruedas, pero sólo lo lleva a exhibiciones. Se lo han valorado en 105.000 euros y cuando se lo compren se embarcará en un nuevo proyecto: diseñar desde cero su propio coche, una bestia de 800 caballos. Su Clio nunca ha pisado un taller, "me gusta hacer todas las piezas", hasta el punto de que ha utilizado en su actual creación hierros de prótesis de cadera y tornillos de fémur que le ha proporcionado un amigo especialista."En Argentina es dificil encontrar piezas", explica. Amortiguadores de acero inoxidable, carrocería blindada para soportar la presión sonora de los 3.200 watios del equipo de música, monitores DVD por todas partes y centenares de cables especiales dan vida al remozado vehículo. Su pasión por el tuning "es un hobby que me libera del estrés del trabajo", asegura, aunque sabe que llama la atención de todo el mundo, y eso le gusta.

Meterse en el tuning es introducirse en un galimatías de homologaciones. Santiago Espinosa, 33 años, lo sabe bien. Su empresa, Agermóvil de Burgos, se encarga de los proyectos y del papeleo para pasar las pruebas. Es común cometer errores como quitar las manecillas de las puertas o cubrir con el capó excesivamente los faros. Totalmente prohibido por Tráfico. Antes trabajaba en un laboratorio de calibración de máquinas de medida y lo dejó por la emoción: "Lo ves, lo pruebas y te quedas", es su lema.

Lo último de lo último son las serigrafías tribales, las suspensiones neumáticas, llantas de 20 pulgadas de vehículos de gama alta y llevar la chapa a vista. Para otros, las líneas se simplifican y a cambio se pone todo tipo de lujos en el interior.

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Pero la moda del tuning también socorre a compradores de coches de lujo, que también quieren personalizar sus joyas con ruedas o, en algunos casos, reconvertir las carrocerías a las series más actuales, según Julián Mascarell, de Auto Rafael Cáceres en Santa Pola, Alicante. Por unos 18.000 euros se actualiza un Mercedes SLK. Desde el exterior da el pego. A partir de enero comenzarán a vender coches nuevos pasados por el tuning: un Honda Civic modificado y transformado con puertas delanteras estilo Lambo (para abrir se elevan verticalmente) costará 40.000 euros, 18.000 más que el modelo normal.

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