La salmodia de la desesperación
Cuando hace muchos años el célebre lingüista ruso Román Jakobson se vio en la tesitura de encontrar cuáles eran los signos lingüísticos cuyo referente era evidente e incuestionable no halló un ejemplo más a mano que el de los nombres agrupados en la guía telefónica. Sólo allí, en ese catálogo desnudo, parecían reinar las certezas unívocas de las que son despojados el resto de los signos por la naturaleza tenazmente metafórica del lenguaje. Santiago Sierra, madrileño de 38 años, sin embargo, se ha encargado de corregir también este punto a Jakobson tanto con la performance que realizó hace un par de semanas en la galería Helga Alvear como con la exposición que ha quedado como testigo de esas mismas salas. La performance consistió en la lectura ininterrumpida durante 120 horas de la guía telefónica editadas en Israel en árabe y exclusivamente para árabes. Y la exposición, en el despliegue en los muros de las salas de la galería de las hojas de esa guía, acompañado por la repetición constante de la grabación de las voces de quienes durante esos días leyeron sin pausa, uno a uno, todos los nombres y todos los datos incluidos en la guía.
SANTIAGO SIERRA
'120 horas de lectura
de una guía de teléfonos'
Galería Helga Alvear
Doctor Fourquet, 12. Madrid
Hasta el 10 de enero de 2005
En este contexto la guía tele
fónica se disloca y pierde ante nosotros -e inclusive ante los arábigo parlantes- su taxativa univocidad referencial para convertirse en otra cosa. Para decir otra cosa. Y para decirlo, si es que lo dice -que tampoco esto puede afirmarse de manera unívoca- bajo dos formas clásicas del desquiciamiento semántico: la metáfora, la metonimia.
La guía telefónica leída por
Santiago Sierra es, mejor, puede ser, una metáfora de los árabes de Israel: en ella no sólo están sus nombres, están ellos de cuerpo entero, traídos a cuento para exponer una situación que se aclara si aceptamos que la guía, como tal guía exclusivamente en árabe, funciona como metonimia del régimen de exclusiones que padecen en ese país. Y del cual la manifestación más contundente y perturbadora es la del muro que cada día crece para aislar a los territorios palestinos de los territorios judíos de la misma manera que los nombres de ambos se aíslan en dos guías telefónicas mutuamente excluyentes. Pero Santiago Sierra ha ido todavía más lejos transformando la guía en la letra de un canto o de una salmodia tan interminable como su misma letra. Y que quisiera interpretar como la invitación del artista a convertir en música lo que ahora es sólo una pena sin aparente remedio.
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