El 'Mozart' del tablero
El noruego Magnus Carlsen, que hoy cumple 14 años, es el gran maestro de ajedrez más joven del mundo
Impresiona tanto que ya hay un libro sobre sus primeros 14 años, que cumple hoy. En abril, a los 13, el noruego Magnus Carlsen se convirtió en el gran maestro más joven del mundo, a pesar de que su país no es una potencia en ajedrez. En las últimas semanas ha mostrado su inmenso talento en la Olimpiada de Calviá (Mallorca) y en el Campeonato de España por equipos de Sanxenxo (Pontevedra).
"Es como ganar un Nobel de Química con 13 años", sostiene Simen Agdestein, el autor del libro Wonderboy (El chico prodigio), publicado en inglés, alemán y holandés por la editorial New in Chess. Agdestein, entrenador de Carlsen desde hace cuatro años, es otro noruego muy peculiar: formó parte simultáneamente de las selecciones nacionales de ajedrez y fútbol. Pero lo del Nobel requiere un par de matices: el ajedrez es, junto a la música y las matemáticas, la actividad que produce más niños prodigio; y su precocidad aumenta desde que las computadoras de ajedrez han acelerado muchísimo el aprendizaje. De ahí que la comparación con Mozart parezca más adecuada.
En una partida con Kaspárov hizo tablas y en otra perdió. "Jugué como un niño", declaró
En todo caso, nadie duda de que Carlsen es un superdotado, no sólo para el ajedrez. Sólo hay un caso de mayor precocidad en la consecución del título de gran maestro, equivalente al cinturón negro en yudo: el ucranio Serguéi Kariakin, quien lo consiguió a los doce años y siete meses. Pero conviene escuchar a una autoridad en la materia, el ruso Alexánder Nikitin, entrenador durante muchos años de Gari Kaspárov, número uno desde 1985, y de otros prodigios: "La explosión de Kariakin se debe sobre todo a un entrenamiento concienzudo; la de Carlsen, a un talento grandioso".
Curiosamente, su padre, Henrik, ajedrecista de club, no descubrió ese talento cuando enseñó a jugar al pequeño Magnus, que entonces tenia cinco años, ni cuando insistió en el deporte mental, a los seis y a los siete. Pero su hijo ya había mostrado una capacidad intelectual asombrosa: a los dos resolvía rompecabezas con una soltura extraordinaria; a los cuatro, solucionaba los que se recomiendan para chicos de 14 años; a los cinco sabía de memoria la superficie, el número de habitantes, la capital y la bandera de todos los países del mundo; a los siete conocía esos mismos datos de los 430 términos municipales de Noruega; y desde muy pequeño destacó en Matemáticas.
De modo que este caso es muy distinto al de las tres hermanas húngaras Polgar, educadas en casa por sus padres, maestros de profesión, desde los cuatro años con el ajedrez como asignatura y con el claro objetivo de que triunfasen en el deporte mental, como de hecho hicieron. Magnus fue al colegio normalmente hasta que, de pronto, se convirtió en una estrella del tablero y empezó a viajar con mucha frecuencia. Además, practicaba los saltos de esquí (21 metros a los diez años), jugaba al fútbol y subía asiduamente al monte con sus padres, además de seguir los programas de debate y las series sobre vikingos en televisión. La única penitencia que le ponían aquéllos era dormir 11 horas´, tras comporbar que si sólo lo hacía ocho, no ganaba.
Desde el año 2000, cuando Agdestein descubrió que era una joya del ajedrez sin pulir, apenas tiene tiempo para sus otras aficiones, aunque siempre pide que su hotel tenga piscina, tenis de mesa y el canal Eurosport, y sigue el fútbol internacional cuanto puede, especialmente al Real Madrid. Magnus empezó a jugar torneos sin cesar, quizá demasiados: sus padres le obligaron a un paréntesis durante el segundo semestre de 2003. Y para saber que acertaron basta con repasar la trayectoria de su hijo en 2004. Para lograr el título de gran maestro hay que acumular tres resultados muy brillantes, pero Carlsen consiguió cuatro en cuatro meses, en los torneos de Wijk aan Zee (Holanda), Moscú, Dubai (Emiratos Árabes Unidos) y Copenhague. Además, dio una exhibición de simultáneas a ciegas, memorizando la situación de todas las piezas) contra cinco de los mejores jugadores juveniles de Noruega (cuatro victorias y un empate) y jugó en Islandia, donde ganó al ex campeón del mundo Anatoli Kárpov e hizo tablas en una de las dos ocasiones en las que jugó con Kaspárov tras desperdiciar una posición ganadora.
Cuando, a finales de octubre, llegó a Calviá para disputar las últimas rondas de la Olimpiada de ajedrez, a más de uno le costó entender que ese chaval no era un aficionado precoz, sino el mejor jugador de Noruega. Y quienes le han visto defender el primer tablero del Magic de Extremadura en el Campeonato de España por equipos, frente a grandes maestros, también están asombrados. Como suele ocurrir a su edad, Magnus habla lo imprescindible con desconocidos, pero a veces suelta alguna perla a los periodistas. Por ejemplo, tras jugar las dos partidas contra Kaspárov en Islandia: "Estoy contento de la primera, a pesar de que pude ganarla. Pero en la segunda jugué como un niño".
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