El canon MVM
- Oficio de tinieblas. Entrega de los premios de periodismo MVM, en el Colegio de Periodistas, premio otorgado por un jurado ecuménico a gogó, en el que han participado el Colegio de etcétera, el FC Barcelona Reconstituido, la Comomnwealth Avui, El Periódico y EL PAÍS y las editoriales Planeta -editorial en cuyo catálogo está la cosa Carvalho-, y Random-House -editorial en la que está toda la cosa no Carvalho-.
En Ediciones Z, por cierto, está el hard-core de la cosa gastronómica, en forma de una magna obra sobre la gastronomía peninsular, sin parangón en otros ámbitos lingüísticos/culinarios europeos, acotada, por cierto, desde una perspectiva federal -la gastronomía, El Corte Inglés y www.google.es, cuatrilingüe, son, snif, los únicos objetos con estructura federal por aquí abajo esta mañana a primera hora-.
"El periodismo sirve para hacer compañía. No puedes cambiar la opinión del lector. Sólo hacer que no se sienta solo en sus opiniones"
Bueno. Colegio de etcétera, sonrisas luminosas de cuando el Barça le endiña tres a los malos, entrega de los premios MVM. Los premios se parecen a los fracasos porque asientan canon. Un premio de periodismo escrito asienta el canon sobre algo inconcreto, escrito en papeles que, al día siguiente, sirven para que tu madre cante la primera estrofa del Himno de las Mamás Planetarias -"Pisa sobre las hojas del periódico / que acabo de fregar"-.
- Bisección de la compañía. Una concreción del periodismo y del periodista me la contó MVM a lo MVM, es decir, a lo pesimista. "El periodismo sirve para hacer compañía. No puedes cambiar la opinión del lector. Sólo hacer que no se sienta solo en sus opiniones". Cuando me dijo eso, pensé que se pasaba de tristote. Desde hace unos años pienso recurrentemente en esa sentencia desde otro punto de vista. Quizá el de la tristeza neta. Uno, en fin, como máximo hace compañía. Si usted ha llegado hasta esta línea, verbigracia, es que en uno, dos, o tres momentos he compartido con usted una epifanía problemática que le acompaña en su interior. Y no se ha sentido solo. El 11-M, en lo que es otra verbigracia, subsector poca-gracia, usted y yo estuvimos más solos que la leche, monina. La compañía generada por MVM -ingente, véanla en http://www.upf.edu/periodis/mvm/index3.htm; tira de espaldas-, consistió, así a lo bruto, en a) crear un periodismo deportivo -o metabarcelonista-, único en el planeta, que hace compañía a una sociedad que en ocasiones se siente muy sola, y sobre cuyas coordenadas el periodismo deportivo barcelonés va tirando millas. Ha consistido en b), crear un patrón de humor político a mediados de la década de 1970, en c) dibujar una generación -desde la generación de damnificados por Juanita Reina, me temo que por aquí abajo no se ha dibujado ninguna otra- y, d), en ofrecer compañía a varias generaciones con un punto de vista poco homologado sobre la transición y la cultura política de la transición, aquel proceso que culminó en una democracia y, también, en una bolsa de soledad de muchos ciudadanos cargados de historia y razón democrática, que pedían subir-banda-dar-espectácula. MVM, a mi padre, le hizo mucha compañía. Y, a mí, también. En ocasiones, mi papá y yo hablábamos del articulete del lunes. Y nos hacíamos compañía mutuamente, en lo que tal vez sea el fin del periodismo antes de que a tu madre le dé por fregar.
- La compañía, indeed. Los acompañantes reconocidos como fabricantes de compañía por los jurados del premio este año ha sidon, por la rama deportiva, Patrick Mignon, que hizo compañía a través de un artículo sobre la violencia en el deporte publicado en La Vanguardia. Se quedó de pasta de moniato, pero en francés, cuando recibió, me dice, un e-mail en el que leyó las palabras FC Barcelona y MVM, dos objetos que, a su vez, le hicieron previamente mucha compañía. Por la rama cultural y política los ganadores han sido a) Ana Politkowskaya, que no dijo nada, porque no estaba. Está en la ex-URSS fabricando objetos que acompañan a lectores que, en su soledad, desean que la ex-URSS sea ex más cosas -su próximo libro en castellano aparecerá en febrero: La Rusia de Putin, debate-. Y, b), Maruja Torres, que les hace compañía en estas páginas. Creadora de un punto de vista femenino, en los antípodas del concepto nenaza -"lo juro por mis hijos, que estarán flotando por el Támesis", algo muy dramático, es lo contrario del buen rollo femenino naïf, sentimentaloide y chorras que tanto tira por aquí abajo-.
- Las compañías interrumpidas. Hablo con Maruja. Sobre la originalidad de que un rupturista sentara cátedra de opinión durante la transición. "En aquella época todos éramos rupturistas. Yo, en la revista Arreu, tuve tiempo de tirarme un fotógrafo y ser de una célula". "No siempre estaba de acuerdo con Manolo, pero sí con su espíritu, un espíritu leal a su barrio, a su origen, a la clase obrera". Volviendo a lo de la transi: "Eran tiempos distintos. Había ganado UCD. Cuando gana la izquierda todo empieza a temblar, nunca sabes si lo que dices es pertinente".
"Yo ahora, después de lo de Aznar, por ejemplo, me puedo comer un burro por la cola". Sobre la compañía de MVM no ejercida en el último año -un año con tripartito,11-M, exilio en Georgetown y 3-0-: "A mí Zaplana me hace mucha gracia. Él ahora se habría reído de otras cosas".
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