El festival del golf

Los golfistas profesionales, gente extraña que afirma que viven, beben, sueñan, comen y duermen golf, subsisten en una burbuja, un mundo ideal en el que asumen el papel de sumos sacerdotes y como tales actúan ante un público tan entendido que asiste a un torneo con la disposición de ánimo de quien sufre una experiencia místico-religiosa.

Dicen los ingleses -magnífica pareja, los jovencitos Luke Donald y Paul Casey- que la Copa del Mundo en Sevilla es un asunto ligeramente extraño, que apenas se tiene la sensación de competir en un torneo importante porque hay poco público, hay poco aura, hay poco ambiente. Es una Copa del Mundo, un torneo con historia y alguna que otra leyenda, y, sin embargo, se sienten como jugando un amistoso, relajados como jubilados en Florida: 20 grados, palmeras, mínima brisa, greenes blandos, resultados excelentes.

Responden los españoles -magnífica pareja, feliz Miguel Ángel Jiménez, divertido Sergio García- que dicen eso porque juegan en España y no son españoles. "Porque a nosotros", explica García, "nos ha seguido una multitud. En los greenes el público estaba en cuatro filas de profundidad". Público simpático y festivo que comentaba con los jugadores la calidad de los golpes, las reglas del golf, el atractivo de las rubias a las que caían las bolas de regalo. Ambiente de festival, que dirían los ingleses. Ambiente de gran golf, también.

"Que nadie se engañe", dijo Jiménez; "hay un nivel de juego muy alto. Esto demuestra que en el mundo no hay sólo un par de grandes jugadores".

Ausencias

Con los Woods, Mickelson, Clarke, Montgomery, Singh, Els y compañía en lucrativas giras asiáticas, la cita sevillana se ha resentido en cuanto a resonancia. Sólo en eso, que no es poco, porque los resultados del primer día fueron espectaculares, comenzando por el -12 de Austria, una pareja anónima, sin presencia en los grandes, sin victorias en Europa, sin presencia en los equipos Ryder y demás, Markus Brier y Martin Wiegele. Su 60 iguala el resultado de los irlandeses Paul McGinley y Padraig Harrington, veteranos, compenetración extrema y grandes favoritos junto a los españoles (-9 ayer) y los ingleses (-11): "Sí que se podría esperar que hubiera alguna pareja con -10 o menos, pero no tantas, que estamos cinco (Japón hizo -10) muy juntas. La cosa está apelmazada".

Al apelmazamiento en la cabeza contribuyó, aparte de la bondad del campo, sus greenes acogedores y sus anchas calles, la modalidad de juego, el fourballs, que permite que los fallos de uno de los jugadores puedan ser tapados por los aciertos del otro. "Pero viernes y domingo serán diferentes", advirtió García; "son los foursomes, los golpes alternos, la modalidad que marca la diferencia".

Clasificación: 1. Irlanda (Harrington-McGinley) y Austria (Wiegele-Brier), 60 (-12). 3. Inglaterra (Donal-Casey), 61 (-11). 4. Japón (Maruyana-Tanaka), 62 (-10). 5. España (García-Jiménez), 63 (-9).