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Entrevista:CARMEN MORENO | Poeta | Signos

"Es mucho más placentero leer sobre toros que ver una corrida"

Carmen Moreno (Cádiz, 1974) se dio a conocer como poeta con Plano Urbano, al que siguieron Sombra mía, Asfalto Bíblico y el más reciente La tregua de la piel. Tras cursar estudios de Filología Hispánica y de Contabilidad y Finanzas, colaboró estrechamente con el malogrado Fernando Quiñones en sus libros Y al sur Jimena y Crónicas yugoslavas. Asimismo, Carmen Moreno fue Premio Andalucía Joven de 2002 en la modalidad de Arte, y ha publicado el libro de relatos Tocando el cielo. Su poesía ha ido abandonando progresivamente las ambientaciones urbanas de sus comienzos para mirar hacia adentro: "Tejedor de la nada / que abriga aquel silencio / y el hilo de luz que derrumba / esta frágil voz de cristal. / O una mano que se arrodilla / cuando de la garganta / nace muerto el olvido...". Su último éxito ha sido el Premio Nacional de Poesía Taurina Juan José Maroto, convocado en Valdepeñas, que recogió la semana pasada.

"Creo que hay canciones de Aute o de Sabina que son poemas bellísimos"

Pregunta. Escribir poesía taurina, ¿viene de la afición a la fiesta o del amor a la palabra?

Respuesta. Sin duda, al menos en mi caso, del amor a la palabra. Debo aclarar que los toros no me gustan, y que el poemario que envié a concurso era sobre todo un alegato a favor del animal, por lo que me sorprendió mucho que lo premiaran. Es cierto que de pequeña siempre veía corridas e incluso yo misma jugaba a torear, pero todo eso se me pasó hace mucho.

P. Su maestro Fernando Quiñones, que fue un gran aficionado a los toros, acabó también desertando de los cosos.

R. Cuando me dieron la noticia del premio, la primera persona en quien pensé fue Fernando. Él entendió que lo que podría ser arte se ha terminado convirtiendo en un juego sanguinario.

P. Tanto como se habla de la decadencia de la fiesta taurina, ¿cree que la poesía podría redimirla?

R. Casi todo puede ser dignificado por la poesía. Al final, es mucho más placentero leer sobre toros, por ejemplo cualquier relato taurino de Quiñones, que ver una corrida.

P. Y en esto de la poesía, ¿qué o quién da más cornadas?

R. Creo que el mismo poeta. El hecho de escribir supone una lucha y un trabajo con uno mismo. Cuando sacas un libro, las críticas pueden afectarte, pero las peores críticas son las que el propio autor se hace. Bueno, también es posible que mi visión de las cosas haya cambiado: cuando tienes 19 años, sientes que todo el mundo está contra ti, pero ahora creo que el mundillo literario se ha dulcificado mucho en los últimos tiempos. O igual es una percepción mía desde la madurez, quizá antes lo veía mucho más hostil.

P. Usted comenzó haciendo una poesía muy urbana, llena de aceras, neones y escapes de gas, y ha ido volviéndose poco a poco más introspectiva, cultivando una poesía más íntima. ¿Reconoce estos cambios?

R. Sí, y creo que era una evolución necesaria. Cuando empecé a escribir, me influía más la música que la poesía, aunque nunca dejé de leer. Sabina, por ejemplo, fue muy importante para mí. Creo que la madurez te permite mirar hacia adentro sin caer en la cursilería. No sé, desde los 23 llevaba fatal cumplir años, y ahora que cumplí los 30, de repente todo eso ha caído sobre mí de golpe.

P. Lo que no cambia es su defensa de los cantautores como poetas de pleno derecho...

R. Creo que hay canciones de Aute o de Sabina que son poemas bellísimos. Al Alba, sin ir más lejos, no tiene nada que envidiarle a lo que escriben, qué se yo, Jaime Siles o Felipe Benítez Reyes. Otra gente, como Ismael Serrano o Kike González, hacen también cosas muy bonitas...

P. Esos nombres que ha dado, Aute, Sabina, que también escriben poesía fuera de su faceta musical... ¿le complacen igual en libro?

R. Aute tiene mucho poso poético, me transmite lo mismo en sus poemas. Respecto a los sonetos de Sabina, bueno, algunos están bien, otros me gustan menos, quizá no me llega tanto. Los parámetros de la poesía, cuando no cuenta con el acompañamiento musical, son siempre distinos.

P. ¿Cómo lectora, frecuenta más a los clásicos, o a los contemporáneos?

R. Creo que lo que más me influye es el Siglo de Oro, sobre todo Quevedo, Garcilaso y Lope. Y también la Generación del 50, con José Hierro, que es otro de mis pilares. Del 27, que me influyó en su día, me separé un poco hace unos años. Los más actuales que leo son García Montero, Felipe Benítez, Jenaro Talens. Pero de mi generación, no leo a gente que esté fuera de mi ámbito más cercano.

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