El centinela minucioso
Primero comparó su propia velocidad con la de su titánico rival. Y, como es inteligente, en cada carrera decidió utilizar su cuerpo como obstáculo para dificultar la letal aceleración del gigante. En otros lances, no se asustó por los 91 kilos que pesa su adversario. Como es valiente y fuerte, luchó con él en cada batalla aérea y se anticipó a sus intenciones a ras de suelo, saliendo victorioso con frecuencia. También estuvo atento para no abandonar la porción de territorio que le toca proteger en una defensa zonal. Como conoce el juego y confía en sus compañeros, se preocupó de no caer en el engaño de los desmarques que su oponente ejecutaba para crear espacios. De esta manera consiguió hace ocho días Alessandro Nesta frenar a Adriano, delantero del Inter, quizás el goleador más desequilibrante del fútbol en estos momentos. El brasileño no pudo marcar (el partido terminó 0-0) ante el ejercicio de determinación del defensa del Milan, extraordinariamente concentrado en cada detalle. A Nesta ya se le considera el parámetro que mide el estado de la zaga de su equipo, que no ha encajado un solo gol en los últimos cinco partidos: ante el Barça y en cuatro encuentros del calcio. La gesta de contener a Adriano mereció unánimes elogios, pero Nesta (Roma, 1976) no pareció darle demasiada importancia y se refugió en su tradicional espíritu gregario: "El mérito de haber frenado a Adriano es colectivo. ¿Si es el mejor delantero al que me he enfrentado? Ningún jugador, por bueno que sea, va a marcar tres goles en cada partido porque todos somos humanos. Yo he tenido la mala suerte de tener que marcar a un Ronaldo diabólico en la final de la UEFA de 1998 en París. Estuvo imparable. Después de aquello creo que me puedo enfrentar a cualquiera".
Al lado de Maldini, se ha consolidado como un zaguero capaz de secar incluso a Adriano
El Milan ha mostrado en el último mes un sólido equilibrio defensivo y una franca mejoría en la atención a detalles como las jugadas de estrategia de sus oponentes, una pesadilla para el cuadro de Ancelotti en el comienzo del curso. Lesionado Stam, el incombustible Maldini y el inexpugnable Nesta componen la pareja de centrales que resguarda a Dida. Nacido en Cinecittá, barriada suburbial de la capital italiana, Nesta estuvo a punto de recalar en el Roma, pero su padre, un ferroviario hincha del Lazio, decidió que su futuro estaba en el otro equipo de la ciudad. Con 13 años tuvo problemas en las articulaciones -creció 20 centímetros en catorce meses-, pero tras superarlos alcanzó el primer equipo, con el que debutó a los 17 años con Zoff como técnico. Italia le conoció en 1994 por ser el chico que lloraba tras lesionar sin querer a Gascoigne en un entrenamiento. Con el tiempo Nesta, reservado y sencillo, ha alcanzado un excelente curriculo: dos Ligas, tres Copas, una Recopa y una Copa de Europa.
Salvo Zeman, los técnicos que tuvo Nesta en el Lazio y en la selección eran propagandistas del catenaccio. Había jugado siempre muy resguardado y existían ciertas dudas sobre su talla como defensor cuando llegó en 2002, previo pago de 30 millones, al Milan. La incertidumbre, sin embargo, se ha aparcado. Nesta ha demostrado que es capaz de sostener a un equipo que abandona las trincheras para animarse a jugar, siempre con las espaldas bien cubiertas.
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