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Crónica:FÚTBOL | Novena jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Yeste firma un empate convincente

Un gran gol del centrocampista del Athletic impide el triunfo del Barça, al que adelantó Eto'o tras un fallo defensivo

Ahora para ti, ahora para mí. Este rato, tuyo; este, mío. Que no gane nadie, pero lo intentamos todos... Consignas morales para un partido intachable en la actitud como reprochable en su conjunto. Pudo ganar cualquiera y no ganó nadie. Quizá, como castigo. Tan igualado era que los goles se sucedieron en tres minutos El primero, del Barça, por fallo clamoroso de Murillo; el segundo, del Athletic, por éxito manifiesto de Yeste. No es que fuera la diferencia del encuentro, ni que la diferencia en la clase de los goles expresara un estilo distinto entre ambos equipos. Fueron goles accidentales en un partido para fajadores, para persistentes, para infatigables. Quizá por ello no había noticias de Ronaldinho, colocado en una situación familiar junto a la cal de la izquierda para que trazara sus diagonales, pero superado por el culturismo del encuentro y el frenesí del juego. El brasileño necesitó un gramo de pausa, algo difícil de encontrar cuando el Athletic aprieta los dientes. Uno puede encontrar el fallo puntual -el de Murillo, en esta ocasión-, pero nunca la guardia baja si enfrente hay un ilustre.

ATHLETIC 1 - BARCELONA 1

Athletic: Aranzubia; Iraola, Murillo, Prieto, Del Horno; Gurpegi, Orbaiz; Etxeberria (Felipe, m. 83), Yeste, Ezquerro (Arriaga, m. 58); y Urzaiz (Azkorra, m. 72).

Barcelona: Valdés; Damià, Oleguer, Puyol, Van Bronckhorst; Xavi, Márquez, Deco (Iniesta, m. 46); Ronaldinho, Eto'o y Giuly (Larsson, m. 60).

Goles: 0-1. M. 10. Damià lanza un centro en globo desde la derecha, Murillo no ataja el balón, que le rebota, y Eto'o controla y empalma a la red.

1-1. M.13. Urzaiz centra para Yeste, que gana la posición a Damià y lanza un disparo cruzado y potentísimo a la red.

Árbitro: Ramírez Domínguez. Expulsó a Gurpegi por doble amonestación (m. 79) y mostró la tarjeta amarilla a Yeste, Van Bronckhorst, Deco, Del Horno, Xavi y Gurpegui.

Lleno en San Mamés: 40.000 espectadores.

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Lo físico agobiaba a lo técnico. Por más que Orbaiz quisiera mover el balón a los costados y que Xavi, sin costados, lo moviera por el centro, las ocasiones eran un ejercicio de racanería, como si cada delantero se encontrara con una sorpresa en los pies cuando alcanzaba una situación favorable.

El fútbol frenético, es decir acelerado, engulló prontamente a Márquez, poco habituado al tráfico embotellado, y dejó a Xavi en un soledad casi absoluta en el medio campo. El Athletic, prefería elegir las bandas, donde Iraola y Del Horno, intermitentemente, ponían al partido el caldo que buscaba el equipo rojiblanco. Todo bien repartido: las bandas, para el Athletic; el centro, para el Barça. Un encuentro menor, carente de jerarquía, sometido a acciones individuales o errores puntuales, indiscutible en el esfuerzo, pero rechazable táctica y técnicamente.

Al menos, al Barça se le apreciaba una declaración de intenciones, más o menos confusa, pero que le otorgaba el control del balón y una cierta sensación de peligro, de amenaza de gol, más psicológica que real, porque los minutos transcurrían y Ronaldinho seguía sin mandar una sola carta a sus compañeros, un e-mail, un silbido siquiera. Pero, al menos, era un Barça parecido a lo que ha venido siendo. Mientras tanto, el Athletic se diluía en la complacencia del gol del empate y, en la segunda parte, no sabía a qué jugar, incapaz de mantener el balón, incapaz de producir ocasiones por tanto.

Todo apuntaba a las tardes nubladas, a los tonos mortecinos, donde sólo un fogonazo inesperado puede alterar la climatología. Un relámpago quizá, otro error. Y en verdad que la defensa era proclive a los accidentes a poco que le ajustaban las clavijas. El Barça aguantaba mejor en su retaguardia, con Oleguer, jugando al límite y con Puyol atento.

Lo imprevisible, con Ronaldinho en el campo, le correspondía a Yeste, escondido durante algunos minutos, pero saliendo de la cueva para cantar una ópera. Nada de play-back. En directo, enganchó en el aire un pase de su amigo Del Horno, lo controló como solo los genios acostumbran, haciendo jugada, y disparó sin rosca. De haber sido gol, los calzoncillos rojiblancos que enseñó ante el Trabzonspor habría resultado una ingenuidad.

A medida que pasaban los minutos, el Athletic le intercambiaba al Barça el control del balón por las ocasiones. Xavi pudo marcar ante Aranzubia, en un mano a mano, pero el Athletic tuvo otras bazas malgastadas por mala suerte: Iraola cruzó en exceso, Del Horno cabeceó por defecto. El Athletic proponía el intercambio de golpes y el Barça lo aceptó sin problemas. Rijkaard había sustituido a Deco por Iniesta para dar mayor capacidad ofensiva a su equipo y lo agradeció Xavi, que buscó en mayor medida la portería rival. Incluso en un contragolpe de libro, el jugador azulgrana disparó al larguero.

El partido era para cualquiera. Para el que más lo buscase o para el que más listo anduviera para encontrar el hueco apropiado. El Barça creció con los minutos y el Athletic, que prescindió de Urzaiz -una decisión sorprendente- los fue malgastando.Todo estaba en espera del jugador feliz, del futbolista fantástico, del responsable del asunto. Y ninguno llegó. Ni Yeste ni Ronaldinho. Y se fue Gurpegui, expulsado, y se murió el partido en un empate que nadie quería, pero del que nadie renegó.

Yeste intenta penetrar pese a ser sujetado por Oleguer.
Yeste intenta penetrar pese a ser sujetado por Oleguer.TXETXU BERRUEZO

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