El Zaragoza paga sus rotaciones
Víctor Muñoz da descanso a los delanteros y al Racing le basta con el gol de Regueiro
Cuando llegan las competiciones europeas, en los vestuarios de todos los equipos suena un mismo mantra: "Rotaciones, rotaciones, rotaciones...". Y a los entrenadores se les nubla la vista mientras su cuerpo se va llenando de paz y sosiego espiritual. Hasta tal punto llega la ascesis de los técnicos que a alguno se le olvidan los principios fundamentales del juego. Por ejemplo, aquél que dice que para ganar un partido hay que marcar, por lo menos, un gol. "Rotaciones, rotaciones, rotaciones...". Y en el banquillo del Zaragoza aparecen sentaditos Javi Moreno y Villa, los dos máximos goleadores de un equipo que sólo ha marcado un tanto en cuatro partidos como visitante. "Rotaciones, rotaciones...". Y nadie se asusta ni se tira de los pelos porque los sacrificados sean indefectiblemente los delanteros, como si el resto de jugadores no corriese ni se cansase en los partidos europeos.
RACING 1 - ZARAGOZA 0
Racing: Aouate; Pedro López, Oriol, Moratón, Juanma, Regueiro; Morán, Anderson, Parri (Nafti, m. 67); Benayoun (Jonatan, m. 44) y Aganzo (Javi Guerrero, m. 76).
Zaragoza: Luis García; Ponzio, Milito, Alvaro, Toledo; Movilla, Soriano; Cani, Drulic (Villa, m. 46), Savio (Javi Moreno, m. 63); y Oscar (Galletti, m. 63).
Gol: 1-0. M. 4. Regueiro, con la derecha.
Arbitro: Medina Cantalejo. Amonestó a Pedro López, Oriol, Benayoun, Regueiro, Anderson y Alvaro.
Unos 12.000 espectadores en el estadio de El Sardinero.
Así las cosas, si en el minuto cinco de partido a un buen lateral, llamémosle Pedro López, le da por lanzarse al ataque por la derecha, centrar atrás y entonces, a un mediocampista, llamémosle Regueiro, se le ocurre rematar desde la corona del área a gol, ¿qué sucede? Pues punto y final al encuentro. Ya no hay remedio posible. Y así sucedió en El Sardinero ayer. La predisposición suicida de Víctor Muñoz tuvo 85 minutos para ser enmendada por sus jugadores, pero fue imposible.
El Zaragoza salió tan romo que ni la verticalidad de Savio, que incomprensiblemente fue sustituido, ni la lucha en la segunda mitad de Villa y Javi Moreno fueron suficientes para levantar el ánimo aragonés y lograr el anhelado gol. Mientras, el Racing se permitía jugar de esa forma anárquica y descarada en la que los jugadores van intercambiando sus posiciones sobre el campo, los laterales se convierten en extremos, los pivotes en mediapuntas o el delantero roba balones para ponérselos a los pies de los centrocampistas. El estrafalario partido se normalizó tras el descanso con la entrada de Villa. El asturiano abrió las líneas, dinamizó el juego y provocó varias oportunidades de gol del Zaragoza, aunque no pudo suplir las carencias de su mediocampo, comandado por un irreconocible y errabundo Movilla.
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