'Porciolitis'
Me puse ante el televisor teniendo entre mis manos el número de la revista Cau que, a modo de abecedario, había descrito con acierto y valentía la Barcelona de José María Porcioles en el año 1973. Me equivoqué: las letras coincidían, pero las palabras no. El documental Abecedari Porcioles, de Dolors Genovés, que TV-3 metió en nuestras casas no tenía nada que ver con la citada publicación.
Y no me referiré al montaje y a las imágenes recuperadas, sino al contenido del mismo. Ya nos había avisado su directora de que no caía en lecturas de blanco o negro. Enseguida nos quedó claro que dominaba, en el peor de los sentidos, el tono gris. Genovés había declarado que su trabajo ante todo era "neutral". Pero un documental como instrumento que investiga la historia y, en especial, la da a conocer, debe ser ante todo veraz y reflejar el conjunto de hechos ocurridos, aunque sea de manera resumida. (El tiempo en la televisión es oro).
Teniendo en cuenta lo visto y no visto, uno se pregunta si tenían razones para protestar aquellos vecinos de Can Clos que se oponían al basurero, o los de Torre Baró y Vallbona, que eran fuertemente reprimidos por reivindicar simplemente agua para sus casas. Si hubiera sido por Porcioles, el Born habría desaparecido. Recalificaciones interesadas, planes parciales que afectaban a miles y miles de personas, etcétera.
La asociación de vecinos de Nou Barris nació contra un plan porciolista; los barraquistas de Can Tunis o el Carmelo se manifestaban exigiendo los pisos que les correspondían, entidades de Gràcia se oponían al proyecto de la plaza de Lesseps que reducía considerablemente la zona verde. Sin olvidar los sobreáticos añadidos ilegalmente de manera especulativa y chapucera.
Las ilegales comisiones de barrio y posteriormente las asociaciones de vecinos no se equi
vocaron al luchar por estos y otros objetivos en unos tiempos en los que un vencedor de la guerra presidía el ayuntamiento de una ciudad derrotada. Tiempos en que se encarcelaba y torturaba por hablar catalán y luchar por la libertad. Donde los miles y miles de inmigrantes o eran expulsados de la ciudad o condenados a vivir de manera infrahumana. Todos conocemos el papel que los ayuntamientos, con sus alcaldes a la cabeza, desempeñaron en la dictadura.
Porcioles era la décima fortuna de España -2.000 millones de pesetas de las de 1973-, poseía el Banco Condal, era consejero del Banco Madrid y accionista mayoritario del periódico El Noticiero Universal. Asimismo, regentaba una importante notaría. Recalificaciones como las del campo de fútbol del Europa dieron lugar a miles de viviendas cuyas escrituras se gestionaron, obligatoriamente, en la notaría del eficaz alcalde, entonces a nombre de un hombre de paja. Cargos públicos y negocios privados. Especulación y corrupción. La gran Barcelona aluminótica es de la época en la que Porcioles era el máximo responsable municipal: los barrios del Turó de la Peira, La Pau, Porta y Besòs, sin olvidar el barrio de Ciutat Meridiana que construyó su amigo Juan Antonio Samaranch en unos terrenos que por su humedad no eran aptos para levantar un cementerio y sí para que lo habitaran, rodeados de humedades, miles de hombres y mujeres.
No pediremos perdón por haber luchado contra la Barcelona de Porcioles. Lamento que con dinero público se haya elaborado un documental tan equivocado. Quiero creer que era un viejo proyecto que no corresponde a la actual etapa. En caso de ser un error, sería bueno que no se repitiese. La historia es la historia, negra o blanca, pero no se puede disfrazarla de neutra cuando no lo es.
Andrés Naya es ex vicepresidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona y responsable de la revista Carrer.
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