El Gobierno inicia la rehabilitación oficial del presidente Lluís Companys
Maragall agradece el "coraje" del Ejecutivo y pide "justicia" para todos los represaliados
El Gobierno acordó ayer preparar de forma urgente un proyecto de ley para "restablecer la dignidad y el honor" de Lluís Companys, el presidente de la Generalitat republicana fusilado por el franquismo, y de todos los represaliados por el régimen de Franco. El anuncio coincidió con la conmemoración, en Barcelona, del 64º aniversario del fusilamiento, en la que por vez primera estuvo representado el Gobierno de España. El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, proclamó que ha llegado el momento de abordar los gestos de "justicia" que la transición no culminó.
Josep Piqué no asistió al homenaje, pero el portavoz del PP calificó el acto de "digno"
Pese a los problemas jurídicos que siguen sobre la mesa, el Gobierno del PSOE tomó ayer la decisión de abrir el proceso que dará "satisfacción moral y jurídica a quienes, como el presidente Companys, se vieron sometidos a procesos claramente enfrentados a las mínimas reglas jurídicas que conforman la idea de un juicio justo". Companys, el único presidente de un Gobierno democrático fusilado en Europa en los convulsos años de la II Guerra Mundial, "simboliza", según señaló Maragall en el acto de homenaje, "la dignidad de tantos hombres y mujeres" represaliados por el franquismo.
La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, que acudió al acto de homenaje en calidad de presidenta en funciones, explicó que ante "la complejidad jurídica de la cuestión planteada y la necesidad de conciliar los valores constitucionales de justicia y de seguridad jurídica", el Gobierno ha trasladado el encargo a la comisión interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo, que se constituirá el lunes.
Maragall agradeció la presencia de Fernández de la Vega al homenaje que la Generalitat brindó ayer a Companys en el Fossar de Santa Eulàlia del castillo de Montjuïc, el lugar donde el presidente republicano fue ejecutado hace 64 años. La mera presencia de un destacado miembro del Ejecutivo supone ya un gesto insólito en la línea de rehabilitar al presidente fusilado, pero además Maragall elogió "el coraje y la sensibilidad con que el Gobierno de España se dispone a impulsar la reparación del daño causado".
La fórmula final está todavía por decidirse porque las dudas jurídicas todavía no se han disipado por las dificultades técnicas de que una ley pueda anular sin más una sentencia judicial. Pero el Gobierno catalán estaba ayer muy satisfecho por la contundencia con que Fernández de la Vega expresó su compromiso para reparar los asuntos espinosos que la transición dejó pendientes, según subrayó el propio Maragall: el caso de Companys lleva aparejada la rehabilitación de todos los demás represaliados.
El proceso abierto ayer será largo, pero se prevé que concluya el próximo año, coincidiendo con el 65º aniversario del fusilamiento de Companys. Se espera que entonces sí acuda al homenaje el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Esquerra Republicana (ERC) sigue exigiendo, no obstante, al Gobierno central que "pida perdón" por el fusilamiento de Companys y ayer mismo reiteró la petición el presidente del Parlament, Ernest Benach, marcando distancias con el homenaje de la Generalitat, al que no asistió.
Maragall sorteó este asunto, que divide al tripartito, pero hizo hincapié en que lo sucedido hace 64 años representó la "derrota" no sólo de Cataluña, sino también "de la España republicana".Tras leer un fragmento de las últimas palabras de Companys, Maragall añadió: "Palabras muy similares a las que había pronunciado en el 36 el abuelo del actual presidente del Gobierno español, militar republicano, justo antes de ser ejecutado". Por la mañana, el delegado del Gobierno en Cataluña, Joan Rangel, volvió a rechazar la posibilidad de que el Gobierno pida perdón: "Sería más propio de un Estado católico que de un Estado laico", opinó. Este asunto volvió a dividir a Convergència y a Unió. Los convergentes también exigen al Gobierno que pida perdón, mientras que los democristianos subrayan que el actual Gobierno democrático "no es responsable" de su muerte.
El presidente de la Generalitat hizo un recorrido por su propia historia -se definió como "un hijo de madre republicana y nieto del primer catalanismo moderno" que nació "justo después de la derrota de la democracia y de la autonomía- e inscribió al Gobierno que preside como "heredero" del que gobernó Cataluña en la Segunda República. Pero también destacó que la conmemoración "no puede ser el recuerdo exclusivo de las izquierdas; debe ser y quiere ser la celebración de todos los ciudadanos de Cataluña".
La Generalitat organizó un homenaje sobrio, al que se sumaron la mayoría de consejeros del Gobierno catalán, el ministro de Industria, José Montilla; el alcalde de Barcelona, Joan Clos; el delegado del Gobierno en Cataluña, Joan Rangel, y el general de brigada del Ejército de tierra Cayetano Miró, entre otras autoridades.
Además de Maragall, tomaron la palabra el conseller en cap, el republicano Josep Bargalló, quien leyó el testamento escrito por Companys en vísperas de su fusilamiento; el consejero de Relaciones Institucionales, Joan Saura, que leyó la declaración aprobada por el Ejecutivo, y el historiador Joan B. Culla. Éste glosó la trayectoria de Companys (véase el artículo íntegro en la página 2), en la que refutó la idea de que "la biografía política y personal de Companys sea sólo el prólogo gris de su muerte heroica". "Al contrario", precisó el historiador, "la muerte del presidente Companys resulta el colofón lógico, coherente, de una vida que refleja como un espejo la suerte de su país y de sus compatriotas". En el acto -tan pautado y milimetrado que a ratos resultó frío- se interpretó el Cant dels ocells y terminó con el canto de Els segadors.
Entre los asistentes se encontraban el jefe superior de policía de Cataluña, José I. López, y el máximo responsable de la Guardia Civil en Cataluña, el general Antonio Carrascosa, además de diputados de todos los partidos.
Pese a ello, CiU y ERC marcaron algunas distancias al considerar que los socialistas tratan de "apropiarse" de la figura de Companys, que fue fundador de Esquerra. Los principales líderes de ambos partidos -Artur Mas y Josep Lluís Carod, respectivamente- declinaron la invitación y el republicano Ernest Benach, presidente del Parlament, rehusó ocupar su puesto entre las autoridades.
El malestar de Esquerra se expresó en los gestos, pero con cautela. CiU, en cambio, se extendió en los reproches hacia el primer gran homenaje que la Generalitat tributa a Companys. El jefe de la oposición convergente, Artur Mas, acusó al PSC de intentar una "apropiación indebida" de la figura del presidente de la Generalitat republicana. Su portavoz parlamentario, Felip Puig, que sí acudió al homenaje, consideró "sectario" el discurso de Maragall y dijo que "no representa a la totalidad de los catalanes". El popular Josep Piqué tampoco acudió al acto, pero el portavoz parlamentario del partido, Francesc Vendrell, calificó el homenaje de "digno".
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