Despropósitos en Heliópolis
El Betis, un barullo, y el Valencia, con problemas en su línea media, firman tablas
El fútbol suele parecer ilógico, pero no lo es tanto y la evolución del encuentro de ayer en Heliópolis, aunque extraña, fue la consecuencia exacta de la realidad actual de ambos contendientes. El Betis es un barullo y al Valencia le duele la media.
El Valencia saltó al césped concentrado y se aprovechó de la empanada inicial, y táctica, de los verdiblancos. A los dos minutos del comienzo, Fiore ya tuvo un oportunidad clara con un disparo desde fuera del área, tras una jugada de toque, larga y en la que participaron hasta cinco de sus jugadores. La seriedad en el repliegue y la rapidez que le imprime el incansable Di Vaio al ataque otorgaron al Valencia un superioridad insultante durante algo más de media hora. En el minuto 9 marcó Di Vaio tras recibir un pase de saque de banda. La desastrosa disposición táctica de los verdiblancos le dejó hasta un centenar de opciones al buen delantero italiano.
BETIS 1 - VALENCIA 1
Betis: Prats; Melli, Rivas, Juanito, Castellini; Assunção (Capi, m. 75), Benjamín; Joaquín, Fernando (Ismael, m. 84), Edu; y Oliveira (Dani, m. 80).
Valencia: Cañizares; Curro Torres, Navarro, Marchena, Carboni; Albelda, Baraja, Fiore (Sissoko, m. 73), Di Vaio (Xisco, m. 81), Angulo; y Corradi.
Goles: 0-1. M. 10. Di Vaio recibe el balón en un saque de banda, avanza sin oposición y, antes de llegar al borde del área, lanza un disparo duro y raso.
1-1. M. 30. Oliveira profundiza por la izquierda y su centro, al segundo palo, es rematado por Edu.
Árbitro: Carmona Méndez. Enseñó la cartulina amarilla de amonestación a Albelda, Assunção y Navarro.
Unos 30.000 espectadores en el estadio Ruiz de Lopera.
Tras el gol, el Valencia siguió apabullando al Betis, con un fútbol lógico: pase, apoyo, desmarque, disparo a puerta. Pero este Valencia no es del pasado año. Crea más oportunidades de gol y más disfrutables en su ejecución, pero tiene un roto que no se debe obviar. El desconcierto comenzó en el minuto 16, cuando Baraja tiró a la basura, en una acción imperdonable para un profesional, un tiro de falta al borde del área, a centímetros de la media luna, por ir de listo. Mandó el balón al segundo graderío antes incluso de que se colocarán la barrera y... sus compañeros.
Un error grueso, de igual calibre de los que cometieron Marchena (dos veces) o el propio Baraja. Este Valencia no es el mismo porque la pareja Albelda-Baraja no lo hace como solía hacerlo. Baraja cumplió con el juego de contención e incluso intentó desentumecer al equipo en la segunda mitad, pero no contribuyó ni con una sola chispa del juego que se espera de un centrocampista de élite.
El Betis tiene un problema de esencia. No sabe a qué juega. La llegada de Llorenç Serra Ferrer sacrificaba la fantasía, pero se vendió como la fórmula para encontrar un carácter propio. El técnico balear no ha sido capaz de articular un discurso coherente. La defensa es débil, o descolocada, y la media es un elemento vacío aún de sentido, o de jugadores capaces de ejecutar el trabajo.
Edú marcó tras un fallo de cobertura de los valencianistas y una gran carrera de Oliveira. El brasileño fue el más destacado en el magma posicional de los verdiblancos. Corrió, se ofreció a la banda y centró con criterio. Hizo su trabajo, aunque también la pifió con un sólo defensa en el minuto 78. El celebérrimo Joaquín se fue de Carboni muchas veces, pero le faltó lo que hace buen profesional a uno que juega bien. Vistos los apuros de su marcador, el aprendiz de estrella disfrutaba de una oportunidad magnífica, la mejor, contra el campeón, para echarse al equipo encima. Pero prefirió quedarse en la banda pidiendo, con los brazos abiertos, moviéndose espasmódi-camente, el balón al pie. Parece haber pasado a ser un jugador especializado en vez de uno total. Aun así, fue el mejor de los béticos. Es que es más bueno de lo que ejecuta.
El empate llevó el partido a la locura. La naturaleza del fútbol perdió protagonismo y todo lo que aconteció manó de fallos, despistes o perezas. Era increíble comprobar cómo se desmembraba el juego ortodoxo del Valencia y también era difícil de asimilar el desastre táctico del dibujo de Serra Ferrer.
El Valencia desnudó carencias graves en su alma y el Betis sobrevivió pese a su falta de esencia. Empate a despropósitos en Heliópolis.
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