Una 'Traviata' muy popular
La compañía belga Opera Hall lleva la conocida obra de Verdi al Palacio de Vistalegre en pleno Carabanchel
La arena, una mujer, y una historia de amor y muerte. Ella es soprano. Y la arena sobre la que canta es el albero de la plaza de toros de Vistalegre, en Carabanchel. Sus palabras, en italiano, acompañan la música de Giuseppe Verdi, que en 1853 inmortalizó para siempre el libro de Alejandro Dumas La dama de las camelias en La Traviata. Aunque es evidente que no se trata del ambiente natural para una ópera, y si bien las gradas en círculo al principio despistan un poco, con los minutos gana la magia, y cuando a poco de empezar sobreviene la escena del brindis con la famosa aria Libiamo, libiamo nei lieti calici todos, iniciados y debutantes en el mundo de la lírica, suspiran encantados.
Esta puesta en escena de la compañía belga Ópera Hall, especializada en la adaptación y producción de óperas y musicales en grandes espacios escénicos, está pensada para acercar al gran público un género al que tradicionalmente sólo accede una audiencia muy reducida.
Anoche se encendieron las luces sobre el escenario en la primera función de La Traviata en Carabanchel, que repetirá hoy sábado a las 22.00 con entradas desde 26 euros. El brillo, en este caso, lo acapararon por completo los artistas, que con su vestuario de época mostraron la glamourosa vida parisina de Violetta, amante de un barón francés, que decide dejar todos esos lujos por amor al joven Alfredo, y a quien amenaza la sombra de una enfermedad mortal.
Madrid disfruta de la misma puesta en escena que convocó a más de 11.000 personas en el Palau San Jordi de Barcelona el 24 y 25 de septiembre. Un escenario de 1.000 metros cuadrados, extendido en forma de estrella de ocho puntas, cada una de las cuales constituye una rampa que culmina en un círculo central, transforma la plaza de toros, desde hace tiempo cerrada por un techo abovedado y rebautizada como Palacio de Vistalegre. "El montaje busca lograr una visión más cercana y tridimensional, algo poco frecuente en una ópera por las características de los teatros y su acústica", explica David del Castillo, responsable del proyecto. "Así el espectador entra en contacto directo con los artistas, y se establece una complicidad particular", añade Frank van Laecke, director de escena. El sonido llega a cada rincón a través de amplificadores, y la iluminación, una de las características fundamentales de esta Traviata, apuesta por los efectos visuales a través de sus más de 300 proyectores.
La soprano rumana Felicia Filip interpreta a Violetta, el papel principal, uno de los más exigentes del repertorio operístico, y que en los años cincuenta convirtió a María Callas en una leyenda. Su enamorado Alfredo es el tenor alemán Will Hartmann, mientras que el barítono holandés Peter Bording representa al padre del joven.
La Traviata tiene además una enorme cuota artística local. La orquesta Filarmonía y el coro Eurolírica interpretan bajo la dirección de Koen Kessels. Pero no hay que olvidar a los otros artistas locales, los más numerosos: 150 extras, muchos de los cuales viven en el barrio, y soportan largas horas de ensayo y de actuación sólo por su amor a la música, la lírica o el teatro, y demuestran que éste no es un arte reservado para unos pocos. De la misma manera, el público que colmó Vistalegre anoche mostró que también se puede ir a la ópera en vaqueros o zapatillas. Y a pesar de lo que piensen muchos, no es pecado, ni mucho menos.
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