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VISTO / OÍDO
Columna
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La batalla del PP

Los populares empiezan hoy su congreso; lo culminan el domingo. Las filas de congresistas estarán ante un dominante altar de presidentes: Fraga y Aznar, que son para mí atroces, para muchos tienen aún el hermoso y alegre chispazo de la divinidad, como escribía Schiller (música, la Novena). El tercero es el continuista de los otros dos: un borroso Rajoy. Los congresos los suele ganar quien esté en el poder, aunque sea Tony Blair; en el del PP lo dirigen quienes quieren gobernar igual, después de la caída vergonzosa. Yo preferiría que ganaran los renovadores, como ciudadano de este país y expuesto a ellos; si hablara desde una posición astuta preferiría que ganasen los Aznares y sus muñecos, porque de ellos no será el reino de los cielos: no pueden volver a gobernar. Lo que han hecho está muy inscrito en los ciudadanos con una leve noción de la leve democracia: mantener el error que les llevó a perder, con acusaciones inverosímiles o culpando a los socialistas, a los periodistas y a los rojos, es muy mala cosa para ellos. Eso sí, tienen a los púlpitos, las homilías y la voz del Papa a su favor; todavía cuenta, aunque su decadencia y la de lo sobrenatural estén en decadencia. La culpa es del Papa: arruinó toda la labor de equilibrio y sensibilidad que hizo Juan XXIII y se separó de la necesidad popular y del desarrollo de la civilización, que quiere zafarse de las prohibiciones a que ha estado sometida durante siglos; y la exageración siniestra de la Iglesia española desde 1936 hasta la caída de Aznar. El hecho de que el Papa reprendiese al embajador de España y al presidente Zapatero, que le visitó, él sabrá porqué, no parece haber influido mucho en la política de su Gobierno: escuelas algo más libres, divorcios más fáciles, matrimonios homosexuales. Algunos populares no abandonan la esperanza de popularizarse, y aceptan la reforma pansexual excepto la palabra matrimonio -no por su suposición de máter, sino porque es un sacramento- y la adopción, que haría "familias" que son su monopolio.

No creo que el congreso del PP tenga en cuenta esto, ni estoy seguro de que acepten el largo gallardonismo, aun sabiendo que si el "sucesor" hubiese sido Gallardón su situación electoral sería mucho mejor: pero sólo quieren ganar con su propio ser: Fraga, Aznar. El tremendismo antes que el pacto con las libertades.

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