Rodrigo García presenta cuatro montajes en la periferia madrileña
El director teatral considera que su teatro es político y social
Está considerado uno de los directores escénicos jóvenes más triunfadores y solicitados en los mejores escenarios internacionales. A pesar de haber crecido profesionalmente en Madrid, junto con su grupo La Carnicería Teatro, encuentra serias dificultades para estrenar en España. Ahora lo hace con cuatro espectáculos en el teatro Buero Vallejo de Alcorcón, una población de la periferia madrileña.
Serán tres únicos días. El viernes, día 1, se verá la última función de Compré una pala en Ikea para cavar mi tumba, creación en la que Rodrigo García critica el consumismo. Con este espectáculo ha viajado por festivales internacionales de París, Bruselas, Adelaida (Australia) y Caracas, entre otros, y curiosamente su creador lo va a "matar" en Alcorcón, donde se instaló esta gran superficie comercial de origen sueco.
El sábado estrenará dos performances que ha unido para conseguir un todo escénico. Son Prefiero que me quite el sueño Goya a que lo haga cualquier hijo de puta y Borges. El primero nació como una videoinstalación centrada en el cuadro El duelo a garrotazos, del pintor aragonés. Ambas piezas inciden en los temas recurrentes de García: familia, soledad, educación, consumo, tristeza: "Hago un teatro político y social, no panfletario y poético", dice este director, que acostumbra a combinar en escena discursos humanistas con otros fascistas para provocar la reacción del público.
El domingo presentará La historia de Ronald el payaso de McDonalds y de nuevo Prefiero que me... "Ronald es como una continuación de Ikea, pero aquí hay comentarios sobre la tortura y el consumo", dice de este trabajo, muy alabado en el último Festival de Aviñón.
"Nuestro teatro no es exclusivo de grandes capitales ni de festivales; cada vez que aparece la ocasión de venir es muy importante, estamos perdiendo la relación con nuestro público, pero la realidad es que hay voluntad política de ocultar ciertas voces, cosa que no pasa en otros países. Aquí prácticamente no representamos", concluye.
Babelia
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