Secuestro
La última semana la pasé en un país africano de abrumadora mayoría religiosa musulmana. A pesar de ser un país francófono, y, quizás el más moderno de la costa sureña del Mediterráneo, cada vez que he querido saber la opinión de algún nativo sobre el secuestro de los dos periodistas franceses por un supuesto Ejército Islámico de Irak para presionar a la República Francesa en vísperas del reinicio de las clases en los casi 8.000 centros públicos del país, me he encontrado con la expresa indicación de cambiar de tema, o se me han vuelto de espaldas y me han rogado que dejase la política para otro momento. Supongo que si en lugar de andar trotando de aquí para allá por el desierto y las medinas medievales hubiera estado en alguna ciudad importante el tiempo necesario habría tenido la oportunidad de leer prensa en francés, ver algún noticiario o encontrarme con gente urbana de la que tener opiniones contrastadas.
Durante los días que está durando el secuestro, y ya a la vuelta, me encuentro con una grata, positiva y singular novedad que da a entender que el contacto de la cultura religiosa de los musulmanes con la Europa laica y libre puede ser un punto de arranque para que los gobiernos de los países de mayoría religiosa islámica lo tomen como referente para el largo camino que les queda por recorrer. Hablo claro está, de la reacción de las organizaciones musulmanas francesas, ante el secuestro y las exigencias de sus autores, pues los mismos que convocaron hace meses masivas manifestaciones de protestas contra la ley de la República que prohíbe expresamente los signos religiosos ostensibles en las escuelas públicas (las escuelas privadas no están sujetas a la prohibición) condenan hoy el secuestro y la pretensión maximalista de sus criminales autores.
De opiniones recogidas por la prensa francesa, deduzco que los dirigentes musulmanes franceses (representados en la UOIF, que reúne a trescientas organizaciones), y, especialmente, los más avanzados, plantean con corrección y a la vez valentía la posición de su religión en el seno de un sistema político fundamentado en valores de laicidad, pluralismo y respeto a la diferencia, manifestando que quieren vivir de acuerdo con los preceptos coránicos pero como franceses y republicanos. Que argumenten que la ley llamada del velo (cuando, en realidad, no es una ley particular para el velo), va dirigida expresamente a prohibir ese símbolo islámico de uso preceptivo para la mujeres en el ámbito público, y entiendan que, de hecho, les discrimina porque cristianos y judíos pueden llevar sus símbolos en los numerosos centros educativos privados a que pueden acceder por su poder adquisitivo, no empece para que ante un pulso tan brutal reaccionen prefiriendo la libertad de la República al chantaje dogmático. Que los musulmanes franceses entiendan que religión y República no están en el mismo plano y enfaticen que un chantaje como la exigencia de retirada de la ley no puede encontrar cobijo en su libro sagrado, ilustra sobre la pluralidad del Islam, más allá del wahabismo y de los terroristas al servicio del capitalismo mafioso cuya revolución consiste en suplantar al compatible con la libertad y el progreso.
Cuando escribo estas líneas no conocemos todavía la suerte de los dos periodistas, pero quiera Yahvé / Dios / Alá y la razón humanitaria que vuelvan sanos y salvos a su trabajo de siempre.
Vicent.franch@eresmas.net
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.