El Zaragoza pesca ante un débil Málaga
Tras su accidentado estreno en la Liga ante el Atlético de Madrid, el Málaga de Gregorio Manzano tampoco dejó entrever ayer en su debú en La Rosaleda lo que puede ofrecer esta temporada. Ninguna de las dudas que generó su juego en el Calderón quedaron ayer disipadas, excepto que estas semanas de entrenamientos han servido para que el equipo cogiese algo más de tono y, sobre todo, para que la defensa se mostrase mucho más seria que en su primera comparecencia liguera.
Todo pudo ser distinto si Juanito, el más destacado de entre los malaguistas, hubiese culminado con acierto las dos ocasiones más claras de las que gozó el conjunto blanquiazul en todo el partido. La primera, antes justo del descanso, la frustró el larguero después de que Juanito aprovechase una indecisión de Luis García para robarle el balón. La segunda, poco después del descanso, en los comienzos de la segunda mitad, acabó con el balón casi en la grada después de que Juanito no acertase a golpear con tino el medido centro que le brindó Duda, que ayer se asemejó al jugador que sorprendió en los inicios de la pasada temporada.
MÁLAGA 0 - ZARAGOZA 0
Málaga: Calatayud; Alexis, Fernando Sanz, Juanito, Valcarce; Gerardo (Edgar, m. 63), Miguel Ángel (Leko, m. 81), Romero, Duda; Amoroso y Wanchope (Álex Geijo, m. 72).
Zaragoza: Luis García; Cuartero, Álvaro, Milito, Toledo (Aranzabal, m. 27); Galletti, Movilla, Zapater, Savio; Javi Moreno y Villa (Drulic, m. 72).
Árbitro: González Vázquez. Amonestó a Galletti, Cuartero, Miguel Ángel, Fernando Sanz, Amoroso y Álex Geijo.
Unos 18.000 espectadores en La Rosaleda.
Que un defensa como Juanito gozase de las ocasiones de peligro más claras dice bien poco de la apuesta en el ataque del Málaga para esta temporada. Ni el brasileño Amoroso, esforzado, ni el costarricense Wanchope, lento y descolocado, despejaron las muchas dudas que se tienen sobre la efectividad de este tándem recién fichado. Si bien es verdad que apenas si han jugado unos cuantos minutos juntos, ninguno de los dos tuvo ayer su tarde.
Si a la falta de compenetración de la pareja atacante se une la dificultad que tiene el Málaga para montar un contraataque solvente, encontramos lo que ayer se vio ante el Zaragoza. Bastó que el equipo de Víctor Muñoz estirase sus líneas y se volcase en el ataque para que el Málaga llegase al final del partido con la lengua fuera y con cierto temor a repetir su accidentado comienzo de campeonato.
Las dudas aumentaron ayer sobre un conjunto que ha apostado por la cantera y que en el pasado ha logrado reconstruirse tras la fuga de sus mejores profesionales. Ayer tuvo enfrente a un cuadro en el que bien podría mirarse al espejo sobre cómo renacer.
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