Se buscan actores que sepan cantar y bailar
La moda de los musicales en España choca con una realidad paradójica. Algunos expertos se quejan de que no hay suficientes intérpretes polivalentes, y los coreógrafos se ven obligados a completar sus repartos en México, Argentina o Londres.
Faltan pocos días para el inicio de los ensayos y se ha desatado el nerviosismo. Entre mil aspirantes, los directivos de Cie Stage Holding no han encontrado en Madrid a las dos protagonistas femeninas del musical Mamma mía, sobre el grupo sueco Abba. Buscan debajo de las piedras. Audiciones en Argentina, México... Ya les pasó con tres de los personajes de Cats: al final no hubo más remedio que secuestrar a un gato del montaje londinense. Según aseguran en la compañía, en España es muy complicado encontrar artistas polivalentes, con desparpajo y capacidad de adaptación, que sepan interpretar, cantar y bailar. Y más ahora, que hay sobredosis: a las obras en cartel se suman en Madrid Cantando bajo la lluvia, Aladín y, en primavera, Hoy no me puedo levantar. En Barcelona, en septiembre, se estrenará el musical flamenco Los Tarantos, con música de Juan Gómez, Chicuelo, y Siete novias para siete hermanos, mientras continúa Fama y Dagoll Dagom repondrá en octubre su pionero musical autóctono Mar i cel, estrenado hace 16 años.
"Yo no veo un nivel bajo", dice Chet Walker, bailarín y director, ganador del Tony al mejor musical con 'Fosse'
¿Qué falla entonces? Hay respuestas para todos los gustos. Unos señalan que no hay una buena formación integral en todas las disciplinas, dada la corta tradición de musicales en España, pero otros defienden con pasión la calidad de los actores. La bailarina de clásico María Giménez, premio Nacional de Danza y coreógrafa el pasado año de Siete novias para siete hermanos, arremete sin piedad. "Yo me encontré con una catástrofe en las audiciones. O bailaban o cantaban o actuaban, pero las tres cosas no las hacían. Después de hacer la coreografía, abrí mi propia escuela. A muchos les han sacado el dinero y les han hecho creerse algo que no son. Están convencidos de que saben bailar y resulta que no. No es que tengan que tener una técnica clásica impresionante, pero sí una pequeña base, colocar la espalda, el vocabulario de danza mínimo... Y no lo tienen". Pone un ejemplo: "En Siete novias contaba con un bailarín clásico, una chica que había hecho ballet de pequeña, cuatro de flamenco y gente que nunca había bailado. Y, claro, me planteaba: ¿Cómo puedo bailar con esta gente?".
"Para mí el clásico es la base de todo, y en mi escuela se les complementa con danza española, jazz, español, funky y un taller donde aprenden coreografías", sigue Giménez. Le preocupa que aprendan a respirar: "La de la danza es horizontal, y la del canto, vertical. Por eso tienen que controlarla". Y que sepan jazz: "Todo el mundo dice que imparte jazz, pero es jazz-street, o con hip-hop o con funky. En realidad, jazz, jazz, que es lo que más se utiliza en los musicales de Broadway, no se da en España".
En términos diametralmente opuestos se expresa quien confió en Giménez para Siete novias..., el director Ricard Reguant. "En ese musical había una base clásica y eso es más complicado porque los bailarines de clásico no quieren aprender a cantar y a interpretar. Es como un gueto que tienen formado, como si no les interesara todo lo demás. En cambio, los actores, cantantes y bailarines de jazz sí quieren hacerlo", argumenta. "Llevo 30 musicales y cada vez hay gente más preparada. La dificultad que nos hemos encontrado ahora es el claqué. En eso sí que no había mucha gente preparada. Por eso hemos tenido que recurrir a Barcelona, donde hay una gran escuela".
"Yo no he visto un bajo nivel", asegura sentado junto a Reguant el coreógrafo de Cantando..., Chet Walker, que comenzó en Broadway como bailarín a los 16 años y ganó el Tony a mejor musical por Fosse, que creó y dirigió él mismo. "Al principio los bailarines de Cantando... me tenían miedo, pero después de tres días todos estaban haciendo lo que debían. O sea, que el nivel subió", recuerda Walter. "En Broadway también el primer día es horrible. Todos cometen enormes fallos y dejan de hacerlos en poco tiempo. A los artistas se les da la oportunidad y la aprovechan".
En Argentina, cien personas quieren optar a un papel en Mamma mía. La misma cifra espera en México: "Estamos en un mundo globalizado. Antes era impensable buscar fuera y ahora se recibe información de todo el mundo y los artistas se animan a hacer audiciones fuera", celebra la directora general de Cie Stage Holding, Julia Gómez, quien, por otro lado, acusa cierta falta de profesionalidad: "Algunos son un pelín vagos. Fuman, beben, trasnochan. No se dan cuenta de que su instrumento de trabajo es la voz", subraya Gómez, para quien es fundamental que entrenen con los mejores profesionales. Entre los planes de su productora está montar su propia escuela: "En Alemania ya hay una que está en el mismo edificio que la oficina. Te permite estar en contacto con el talento y los alumnos ven una salida laboral", remarca.
Giménez es aún más dura: "No preparan el cuerpo antes de salir al escenario. Llegan diez minutos antes y hay un mal de base. Parece que la único que importa es ser famosos". "Nosotros les obligamos a que calienten. Si no, vienen las lesiones", aclara Gómez, cuya empresa ha montado éxitos como Cabaret o El fantasma de la ópera. "Hay que exigirles que se preparen, que no se relajen, que no cambien la coreografía, el texto o el tono porque ese día no están cómodos", prosigue.
Reguant discrepa: "A mí nunca me han fallado. Ayer era su día de fiesta y pidieron venir a ensayar sin cobrar. Nosotros hacemos que se involucren mucho con el proyecto, que sea suyo. Ponemos sus nombres en la cartelera y eso es algo que no hacen los demás".
El próximo 13 de septiembre empiezan las audiciones de Hoy no me puedo levantar, basado en las canciones de Mecano. Será entonces cuando el integrante del grupo Nacho Cano y David Serrano, el director y guionista de Días de fútbol, creadores del musical, valoren si existen o no artistas preparados en España entre los más de mil que se prevé acudan para los 26 papeles de la función.
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