_
_
_
_
Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Entre Tom Jones y el recuerdo de Lady Di

Althorp State y Chatsworth Hall son algunas de las aristocráticas mansiones británicas en las que se han celebrado este verano unos 200 conciertos de rock. Un día de campo con Cliff Richards ayuda a sufragar los prosaicos gastos de mantenimiento.

Cesta de pic-nic, manta de cuadros escoceses y silla plegable. Impermeable o ropa de abrigo. Y, por supuesto, candelabros con velas. Los aristócratas británicos han abierto sus propiedades al mundo del pop y el rock y estos enseres domésticos ayudarán al extranjero a pasar inadvertido entre la audiencia local. Porque el ir de concierto a Althorp State, la residencia ancestral de la princesa Diana, o, entre otras, Chatsworth Hall, morada de los duques de Devonshire, es una experiencia que va más allá del espectáculo musical. Es la ocasión perfecta para celebrar una merendola en el césped de jardines clásicos, frente a palacios, castillos y casonas históricas, con la música caldeando el ambiente de cualquier atardecer de los meses veraniegos.

La viuda del duque de Devonshire ofreció el té a Cliff Richards y a Tom Jones antes de sus actuaciones

Para el final de temporada se habrán organizado unos 200 conciertos en las fincas de los nobles británicos. Norah Jones abrió la veda con una actuación al aire libre en Althorp, cuna y morada final de la princesa de Gales. En el mismo recinto donde Diana jugaba de niña, que ha heredado su hermano Charles, 15.000 personas asistieron al recital de la artista estadounidense que fusiona con buen tino jazz, pop y country. La larga cola de vehículos que se formó para salir de la residencia, con demoras de hasta dos horas, fue la única queja que se escuchó al final de la velada.

"La gente se relaja y respeta el entorno. Vienen con frecuencia familias enteras, desde la abuela a los más pequeños. Aprovechan la ocasión para pasear por los terrenos de la finca, visitar la mansión, jugar con los niños, hacer un pic-nic... Para algunos, la música es algo secundario, pero cuanto más popular es el artista, más variado es el público", explica Jenni Halsall, de la empresa IMG, promotora de conciertos. "El ambiente es mucho más especial que en un estadio o sala tradicional, que tienden a ser espacios impersonales y, a menudo, feos. Se puede bailar, charlar y beber sin estar obligatoriamente en silencio en tu hilera de asientos", afirma Jane Wright, de The Workers Beer Company, una cooperativa que organiza festivales musicales.

Los nobles ingleses abrieron al público sus extensas fincas hace décadas. En acuerdos con English Heritage y National Trust, entes públicos que velan por el patrimonio nacional, aseguran el futuro de sus hogares familiares convirtiendo parte de sus residencias en museos con un rico legado pictórico, escultórico y decorativo. Además, los jardines que bordean sus parques, cotos de caza y arboledas son, con frecuencia, de una belleza estilística sin parangón. Pero los ingresos no cubren los gastos de mantenimiento y nuevas iniciativas se ponen en marcha periódicamente. Restaurantes, tiendas de souvenirs y de productos agrícolas, sedes de convenciones, de ferias artesanales, bodas y bautizos...

Con el tiempo se contagiaron de las modas nuevas y cedieron sus recintos a los promotores musicales. Empezaron tímidamente, con conciertos de música clásica, para después abrazar a los crooners y "dinosaurios" del rock y, recientemente, a las bandas de pop adolescentes. "Empezamos con música clásica y cantantes de ópera como José Carreras y Montserrat Caballé. Hace unos ocho años ampliamos el cartel con cantantes y grupos maduros y ahora incluso nos atrevemos con jóvenes como Busted o Will Young. Es una evolución natural porque no sólo envejecen los artistas, sino también la audiencia", dice el promotor David Hartfield.

La National Trust ofrece en Verano de Música 14 espectáculos en seis históricos parajes, desde Attingham, la residencia de lord Berwick con una galería de pintura diseñada por John Nash, a Charlecote, donde la reina Isabel pernoctó en 1572 y en cuyo parque Shakespeare acostumbraba a cazar ciervos furtivamente. Con un cartel que cubre desde Blondie a Simple Minds, James Taylor o Tom Jones, entre otros, la programación ha sufrido la cancelación de Bryan Ferry por problemas de salud.

El siempre elegante Ferry sí pudo actuar en Kenwood House, sede londinense de los conciertos-picnic de música clásica desde 1953. Este bello paraje urbano se encuadra en el circuito de tres residencias del renovado programa Música en una Noche de Verano, de English Heritage. Omara Ortuondo y Status Quo, entre otros, acudieron a la cita y, a finales de agosto, la joven promesa del jazz-pop Jamie Cullum les seguirá los pasos.

Cliff Richards se erigió en rey de los veteranos al atraer una audiencia de 14.500 personas en su actuación de Chatsworth Hall. El personal de seguridad tuvo que mantener a raya a sus admiradoras, que siguen tan devotas como antaño. Sir Cliff ofreció un espectáculo de notable contraste con la hilera de 400 sirvientes, con uniformes acorde con el rango de servicio, que el pasado mayo veló el recorrido por la finca del cortejo fúnebre del duque de Devonshire. Su viuda, Deborah Mitford, hizo los honores esta temporada estival ofreciendo el té a los artistas invitados -Richards y Tom Jones, entre ellos- antes y después de sus respectivas actuaciones.

Los recintos señoriales enganchan. Para sus propietarios es una forma simple de atraer grandes masas e ingresos adicionales. Los patrocinadores hacen el agosto con una audiencia cuya edad media ronda los 35 años y de fuerte poder adquisitivo. Los promotores amplían su red en el concurrido negocio musical. Y los artistas se sienten halagados de ver tres generaciones de una misma familia en su actuación. Incluso los viejos punkis y rockeros rebeldes caen en la tentación. Paul Weller e Ian Brown, de los Stones Roses, tocaron días atrás en sendos entornos históricos.

Un grupo de espectadores espera el inicio de la actuación de Norah Jones en Althorp.
Un grupo de espectadores espera el inicio de la actuación de Norah Jones en Althorp.NORTTHAMPTON CHRONICLE & ECHO
Norah Jones, durante su recital.
Norah Jones, durante su recital.NORTTHAMPTON CHRONICLE & ECHO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_