Paisajes 'non gratos'

Peñíscola, a cuyo emblemático Castillo le ha sido como apéndice un inmenso hotel que rivaliza con él en alturas, la montaña del faro de Cullera, Albatera o Benidorm forman parte del retrato de la consta de la Comunidad Valenciana que en pocos años ha perdido le aspecto que la caracterizaba: el paisaje ya no es el mismo. Las actuaciones en esos espacios, y otras previstas como las que afectan a Cabanes o Xàbia, podrían perfectamente formar parte del inventario de paisajes non gratos. La Ley de Ordenación del Paisaje y Ordenación del Territorio, recientemente aprobada, tiene pendiente su desarrollo. Los expertos confían en que contenga especificaciones para proteger el paisaje, como ya se hace en otros países europeos desde los años 80.

Para proteger el paisaje hay que conocerlo y después valorarlo desde muchos puntos de vista. Uno de los equipos más avanzados en estudiar el paisaje está en la Universidad Politécnica (UPV) y lo dirige Vicente Agustín Cloquell, desde el Departamento de Proyectos de Ingeniería de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería del Diseño.

La investigación ha sido doble: experimentar con distintas metodologías para evaluar el paisaje los diferentes impactos que una actuación puede tener sobre él y generar en realidad virtual los espacios, introducir los proyectos que se pretenden ejecutar y modificar los impactos hasta que sean los mínimos posibles. De ese modo, experiencias como Terra Mítica (nacida tras abrir en canal una montaña que fue pasto de las llamas) o la invasión del hormigón en Peñíscola no podrían repetirse.

"La protección del paisaje es más que un estadio de impacto medioambiental. Es de suponer que las actuaciones importantes se hacen usando los materiales más respetuosos con el medioambiente, de hecho es de suponer que así fue en Terra Mítica, pero hay que hacer otras cosas", explica Cloquell.

Los trabajos desarrollados por el equipo de la UPV, y sus propuestas futuras, pasan por un concepto del paisaje global en el que la participación de la sociedad es muy importante. "Hay que unificar las aportaciones científicas al paisaje, que van desde la psicología a la realidad virtual. Y cumplir dos fases: inventariar el paisaje, para lo que es necesario hacer estudios cartográficos, imágenes satélite, fotografías; e investigar la percepción de los usuarios, de los que viven en ese entorno y de los que van a venir a disfrutarlo", dice Cloquell. El trabajo que han desarrollado hasta ahora, que ha servido a empresas privadas para decidir cómo y dónde ejecutaban una actuación, pasa por desgranar el valor intrínseco del paisaje, "no como algo inerte sino como algo vivo".

Los desarrollos en realidad virtual permiten - "y lo harán aún más cuando el paisaje valenciano esté efectivamente inventariado"- que los distintos implicados puedan observar cómo impactará una acción, discutir sobre ella "y llegar a la que menos daño haga e incluso en ese caso proponer fórmulas que las amortiguen: aplicar pantallas vegetales, reducir alturas...". El paisaje, no sólo natural, tiene visibilidad, color, textura, brillo, horizonte y afectos "que deben tenerse en cuenta para protegerlo".