Julio Bocca, esplendor y brío en la madurez
El bailarín bonaerense está en España de gira con su Ballet Argentino, hoy y mañana en Santander, con una oferta coreográfica que incluye joyas olvidadas de Jose Limon y Alvin Ailey. La principal figura en activo de su generación a escala mundial valora su madurez
En su brillante juventud profesional, Julio Bocca (Buenos Aires, 1967) protagonizó algunos actos airados en escena. Luego su baile inspirado y virtuoso borraba siempre cualquiera de aquellos exabruptos del artista como un halcón herido. Pero eso ha cambiado. Hoy, en su madurez física, y en realidad siempre, a Julio le precede su sonrisa, una mezcla de franqueza y cercanía, de serenidad consigo mismo y con el duro trabajo que realiza sin pausa desde hace casi 25 años de vida escénica.
Julio Bocca es, además de el bailarín más importante de su generación que aún se mantiene en activo, una persona de franqueza imparable ("Soy un ser humano que ha aprendido de sus propios errores", decía a EL PAÍS hace unos años), una estrella mundial que lo da todo en escena y que se afana por sacar adelante muchos proyectos a la vez: una escuela, un centro de profesionalización para artistas jóvenes, un teatro y sobre todo el Ballet Argentino, su compañía y su ojito derecho, un conjunto con que ha recorrido ya el orbe varias veces y con el que ahora visita España por quinta vez: "La idea de tener mi propia compañía me rondó siempre, casi desde mi debut, y eso que en aquellos años tenías la cabeza en otras cosas. Con mi compañía puedo hacer planes creativos más ambiciosos, descubrir talentos para la escena, probar suerte, experimentar. El ballet se tiene que alimentar del experimento, de descubrir lo nuevo, y naturalmente, de mostrar lo mejor del pasado".
Julio Bocca es desde 1986 primer bailarín del American Ballet Theatre de Nueva York. Un año antes, en 1985, había ganado la medalla de oro al mejor bailarín en el Concurso Internacional de Ballet de Moscú, el más prestigioso y exigente que existe. Una vez hasta posó desnudo para el Play Girl. A Nueva York ha ido todos los años a su cita con un público fiel que lo sigue y lo venera; lo mismo le pasa con Italia y con España. Aquí se le ha visto crecer y hacer sus despliegues de gran virtuosismo en la escena: "No puedo nunca olvidar las muchas veces que he bailado aquí, como tampoco a mis partenaires, entre ellas Arantxa Argüelles". El Corsario de Bocca y Argüelles en el teatro de La Zarzuela fue grandioso: "Sí, la gente se puso en pie", recuerda Bocca con sencillez, un hombre que ha tenido sostenidas en el aire a grandes estrellas como Natalia Makarova ("nuestro adagio del Lago de los cisnes tenía magia") o Alexandra Ferri ("ha sido mi pareja ideal en Romeo y Julieta").
Alguna vez ha declarado Julio que a los 40 años parará de bailar, pero eso es difícil de creer ahora al verle ensayar, tanto por su energía como por su fuerza en la danza y sus planes: "Son los últimos añitos", repite sonriente. "Tengo que disfrutar con lo que hago". Así sigue anunciado en el ABT para la próxima temporada: "La verdad es que me siento muy bien para bailar". Y es así, que el repertorio personal ha cambiado, aunque sigue siendo igual de exigente. Puede decirse que sigue consecuentemente una estela de adaptación a los tiempos y al propio cuerpo que es la misma que ha hecho otro grande: Mijaíl Baríshnikov, un cambio que habla de tomarse el ballet como un acto más cerebral y meditado, digamos que con mucha más carga intelectual, y hasta moral, en las decisiones.
Ahora Julio Bocca trae a Santander (hoy y mañana), a Madrid los días 25 al 28 de este mismo mes de agosto y a Barcelona del 14 al 19 de septiembre, unos ambiciosos y muy novedosos programas que contienen algunas coreografías nuevas y otras recuperadas del pasado reciente, del riquísimo patrimonio coreográfico moderno norteamericano del siglo XX, cosas que en su día fueron calificadas de grandes éxitos y que por alguna razón han caído en un injusto olvido: "Es repertorio moderno, pero antiguo, podemos decir; son obras significativas del repertorio de estos coreógrafos. Por ejemplo, The river, lo hacemos en la versión con zapatillas de puntas, que es la original, la que hacía el American Ballet cuando lo creó Alvin Ailey. En Barcelona haremos esa joyita de Twyla Tarp que es Nine Sinatra Songs en la versión original larga". La pieza de Tarp cuenta con diseños de vestuario de Oscar de la Renta y escenográfico de Santo Locasto; las luces, de Jennifer Tipton; la voz: Sinatra mismo.
Otro tanto sucede con el solo Chaconne y el dúo Orfeo, ambos de Jose Limon (que se verán en las tres ciudades): "Son obras que me entusiasmaron desde que las conocí. Bailo esta vez Chaconne con el violinista en directo, lo haré con un joven instrumentista español"
[Limon usó para esta obra legendaria la Partita Nro. 2 en mi menor de J. S. Bach]. Con Orfeo, Bocca pensó en uno de sus más destacados solistas: "Pensé en Hernán Piquín para esta pieza, creo que se adapta muy bien a sus posibilidades, pues ha madurado lo suyo. Esto lo hacen pocos directores de compañía, pero yo creo que es lo justo, dar sentido al trabajo de los chicos".
Los programas de Santander, Madrid y Barcelona se completan con obras de los coreógrafos argentinos Mauricio Wainrot (Desde lejos, Sin tiempo y Ecos, basada en el famoso Adagio de Barber), de Ana María Stekelman (Repercusiones y Macbeth, esta última sobre música de Ligetti, y la única vista con anterioridad en España) y de Andrea Candela (Septiembre, con el apoyo sonoro de Enya); todos estos creadores son colaboradores habituales de Bocca y su Ballet Argentino.
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