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CULTURA Y ESPECTÁCULOS

La Orquesta de Cadaqués triunfa en casa

Cadaqués, el más cosmopolita, conocido y densamente poblado de los "lugares recónditos" del litoral de la Costa Brava, inauguró la trigésimo tercera edición de su Festival Internacional de Música convocando el sábado por la noche, al pie del delirante retablo barroco-fallero que preside la iglesia parroquial, al conjunto instrumental que lleva el nombre de la localidad: la Orquesta de Cadaqués; una orquesta que participa, y no poco, del "espíritu de Cadaqués" al ser, ella también, la más cosmopolita entre nuestras orquestas estables no permanentes.

Integrada, especialmente en sus primeros atriles, por jóvenes intérpretes que durante la temporada de invierno actúan regularmente en importantes orquestas europeas, la de Cadaqués no es una orquesta de entrenamiento ni de formación, es una orquesta de intervención inmediata que, ante directores que tengan claro lo que quieren y lo que pueden conseguir, alcanza resultados importantes con pocos ensayos.

La Orquesta de Cadaqués actuó dirigida por su principal director invitado, Sir Neville Marriner, el fundador de la legendaria Academy of St. Martin-in-the Fields. Bregado en mil batallas musicales, Sir Neville, que empuñó la batuta tras haber empuñado durante años el arco del violín como músico de orquesta, sabe perfectamente, con sólo escuchar un ensayo, por dónde cojea el sonido y dónde hay que poner los parches.

Con estos buenos mimbres, la previsión era buena y los resultados, sin ser espectaculares, confirmaron las expectativas y cabe hablar de triunfo. Se empezó con algo de poco compromiso que para un director que tiene grabada la integral de las Sinfonías de Mozart es casi un aperitivo, la Sinfonía núm.15 en Sol Mayor K.124, de Mozart, que sirvió para predisponer el ánimo a cosas mayores. Se siguió con las Seis canciones de 'L'infantament meravellós de Schahrazada', de Robert Gerhard, sobre poemas de Josep Maria López-Picó presentadas en versión orquestal de Meirion Bowen y cantadas por la soprano Lynda Lee, de presencia vocal importante.

Ni las juveniles canciones de Gerhard, que saben a todo sin que lleguen a tener aún una personalidad definida, mejoran en versión orquestal, ni la dedicación y aplicación de Lynda Lee a su cometido pudo con la acústica de la iglesia de Cadaqués. El guirigay sonoro fue considerable, no se consiguió entender una sola palabra del texto y el sonido estaba constantemente desequilibrado. Lástima.

El concierto levantó el vuelo con el plato fuerte de la sesión, la Sinfonía núm. 6 en Fa Mayor 'Pastoral', de Beethoven, la única de las sinfonías "grandes" de Beethoven que se puede interpretar a temperaturas ambientales superiores a los 27 grados sin que haya víctimas. Sir Neville y la orquesta entraron en la célebre sinfonía sin ninguna dificultad y fueron pasando por sus variados paisajes sonoros a velocidad regular, sin problemas, sin novedades dignas de mención y de manera agradable y relajada, como es preceptivo en Cadaqués.

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