La ronda francesa echa de menos a los españoles
Sensación de desastre entre los equipos nacionales tras una carrera que termina con tres corredores entre los diez primeros y dos victorias de etapa
París
Un mes antes del comienzo del Tour, mediada la Dauphiné Libéré, la vida era bella para el aficionado español al ciclismo. Las tertulias bullían de animación, las expectativas crecían día a día. Ni en los tiempos de Indurain se vibraba con tal entusiasmo. Mayo puede ganar el Tour, se afirmaba, y nadie lo dudaba. Y cuidado con Heras, que fuera del equipo del americano ya veréis, decía otro entre el asentimiento general. Y Sevilla, Pereiro y José Enrique Gutiérrez eran capitanes generales, aunque tuvieran que trabajar para Hamilton. Y también estaban Zubeldia, Mancebo y Sastre. El Tour, nadie lo dudaba, hablaría español.
25 de julio, día de Santiago. París. Los corredores del Liberty, sin Heras, que cogió el avión días ha, terminan la vuelta de honor a los Campos Elíseos. Carita de pena. Cara de cansancio. Ganas de abrirse. Tristeza. "Menos mal que esto se ha acabado. Cuando algo empieza mal termina peor. En el Tour no hay espacio para la recuperación. Y si falla el líder todo el equipo se hunde", dicen. Los del Euskaltel, sin Mayo, sin Zubeldia, aceleran más deprisa todavía. Con más ganas de huir del Tour, de su ambiente. Los españoles del Phonak, salvo Pereiro, el Cascarilla, décimo en la general, moreno y feliz, suspiran de alivio. Sólo los de la guardia pretoriana de Armstrong -los asturianos Rubiera y Noval, el andaluz Beltrán-, bailan y celebran. Y Aitor González y Mercado, emigrados a equipos extranjeros, y ganadores de etapa. Y un poco también Sastre, el valor seguro del CSC, el mejor ayudante de Basso junto a Voigt, y octavo en la general. Y los del Baleares-Santander.
La revista The Economist mantiene que el índice Big Mac -el precio de la hamburguesa en todos los países del mundo- es una de las mejores referencias para conocer el coste de la vida en las diferentes economías. Un papel similar juega en el Tour el equipo de Echávarri y Unzue. Ajeno a las oleadas de subidas y bajadas de las escuadras concurrentes, se mantiene regular, sólida referencia. Este 2004, como últimamente, el mismo rendimiento que otros años: Mancebo en el top ten y maillot blanco de mejor joven, en esta ocasión para el ruso Vladímir Karpets. Sólo les ha faltado la habitual victoria de etapa, que rozaron con el habitual Txente, derrotado por Mercado el viernes.
Pese a que los números globales -tres entre los 10 primeros y dos victorias de etapa- no están muy alejados de los conseguidos en los últimos 10 años, en un Tour de tamañas expectativas tras lo apuntado en 2003, la sensación de desastre ha sido espectacular. "Ha sido un Tour decepcionante para los españoles. Llegada la montaña no se ha visto a ninguno de los grandes nombres, sólo la presencia habitual de Mancebo y Sastre", dice Jean Marie Leblanc, director de la grande boucle. "El Tour ha echado de menos a los escaladores españoles. Ha sido una lástima no encontrarnos al gran Mayo, agresivo y atacante. Creo que llegó al Tour cansado por los dispendios del mes anterior, pero pese a ello sigo convencido de que es un hombre Tour. De Heras sólo puedo decir que rendía más cuando estaba en el otro equipo no sé por qué".
"Yo he hablado con Heras y él tampoco sabe qué le ha pasado", dice Álvaro Pino, director del Phonak, quien cuando estaba en el Kelme llevó a Heras al quinto puesto en la general y a desafiar a Armstrong. "Y yo también he sufrido lo mío, con la caída y la retirada de Hamilton". También Mayo se cayó antes del pavés de Waterloo y no volvió a levantar cabeza. Y Menchov, el ruso del Baleares, tuvo que abandonar por lo mismo.
Para muchos curiosos que piensan que el ciclismo español sufre los efectos del caso Manzano, más respuestas al pobre nivel de cumplimiento de expectativas por parte del ciclismo español sólo las podría dar Mario Zorzoli, el suizo que ha diseñado todo el plan de control hematológico del Tour -y aplicado la famosa ecuación de Gore para medir el índice de eritropoiesis que dejó fuera de carrera al euskaltel Gorka González, quien llegó al Tour sospechoso y sin médico, acusado por David Millar de proporcionarle EPO- y que sabe cómo nadie cómo ha andado la sangre de los ciclistas este Tour, si el hematocrito medio ha subido, bajado o se ha mantenido, si se abusa de hemoglobina sintética, si se mantienen las manipulaciones. "Lo sé", dice Zorzoli, "pero no voy a abrir el pico. Sólo puedo decir oficialmente que la UCI está muy contenta del desarrollo de los controles de sangre. Y, extraoficialmente, sólo puedo añadir que ha podido notarse el miedo a la ecuación que mide el índice de eritropoiesis".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.