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Dos indigentes perecen abrasados en una nave en desuso de Legazpi

El incidente ocurrió de madrugada

Una pareja de indigentes murió en la madrugada de ayer calcinada en Legazpi, después de que la nave abandonada en la que pernoctaban fuera pasto de las llamas. Los bomberos se personaron hasta el lugar, situado en la calle del Teniente Coronel Noreña, número 42, y una vez que sofocaron el fuego, descubrieron los cadáveres de un hombre, y después el del otro. Ambos cuerpos estaban tendidos en colchones también carbonizados. El lugar del siniestro, una zona industrial poco habitada, impidió a los vecinos percatarse del incendio hasta que el olor a quemado se extendió.

Una antigua nave de productos cárnicos en llamas. Dos hombres en su interior calcinados. Ese fue el escenario que encontraron los bomberos del Ayuntamiento de Madrid, hacia las 3.30 de ayer, tras recibir una llamada de alerta. Nadie se había percatado del fuego hasta que pasó un tiempo y el humo se extendió. Las llamas ya habían abrasado el inmueble, de alrededor de 190 metros cuadrados. También a sus dos inquilinos.

Cuando los bomberos del Ayuntamiento llegaron hasta el lugar del suceso, en la calle del Teniente Coronel Noreña, el fuego ya estaba muy extendido. Había ardido la cubierta de la nave, construida con hierro y uralita. Ésta última estaba reventada. La fachada, sin embargo, permanecía intacta.

Sólo cuando el fuego estuvo sofocado, y tras una inspección rutinaria, los bomberos descubrieron un cadáver carbonizado. Era un hombre, que estaba tendido sobre un colchón, sustentado en un somier, también quemado. Los servicios de emergencias dieron parte entonces al Cuerpo Nacional de Policía y al juez de guardia.

Pero no fue hasta una segunda inspección más detenida cuando se localizó el segundo cuerpo, también consumido por las llamas y situado a escasos dos metros del primero. Varias bolsas con ropa en el interior del inmueble, y el hecho de que ambos hombres estuviesen pernoctando en el interior de la nave hacen especular a los bomberos de que se trataba de dos mendigos.

Con su carro de chatarra

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Los escasos vecinos que viven en las proximidades de la nave incendiada estaban ayer sorprendidos. No se habían percatado del incendio. Sólo la presencia de los bomberos los alertó del fuego. De lo que sí tenían conocimiento es de que desde hace "más de veinte años" vivía en el barrio un hombre, alto, "calvete", que recogía y vendía chatarra, y que ahora vivía en la nave incendiada. "Sé que dormía ahí, pero no tenía ni idea de que alguien más también lo hacía", afirmaba un vecino: "Era muy educado y no se metía con nadie".

En los bares de la zona también conocían al hombre de la chatarra, como se referían a él. "Muchas veces comía aquí. Traía algo de comida, y nosotros le dábamos alguna cerveza o algo de pan", comenta un camarero de un bar de las inmediaciones, que lo recuerda como un hombre afable, que solía reunirse en la plaza de Legazpi con algunos amigos, donde cuidaba los camiones que estacionan allí a cambio de un estipendio. "Aunque tenía familia él vivía así, porque en realidad no le hacía falta", argumentaban los que lo habían visto en el bar. Este hombre era conocido en el barrio, pero nadie sabía su nombre.

"Contaba que tenía dos hijas, y que una de ellas trabajaba en un ministerio", recordaba ayer un mecánico del entorno de la plaza de Legazpi, que durante años le suministró chatarra, y que lo describe como "un hombre fuerte para su edad"-que calcula que oscilaría entre los 60 y 65 años-. "Vivía en la calle porque en su día no encontraba trabajo, pero él tenía familia y todo", añadía el mecánico.

Taller mecánico

En la tarde del lunes el hombre de la chatarra acudió con su carrito hasta otro taller mecánico. Realizó lo que pudo ser su último trayecto. Llevó unos neumáticos. Quería separar la llanta del tapacubos, y hacerse así con el hierro. "Venía por aquí para traer las ruedas, por las que le dan poco dinero, y conseguir la chapa, que sí vendía", explicaba un mecánico que lo conocía de vista.

"Ayer mismo estuvo tan normal como siempre. Él se pasaba por aquí, dejaba el carrito en la puerta, me pedía lo que fuese y se marchaba", recuerda el hombre, quien a veces reparaba los pinchazos en las ruedas del carro de la chatarra. "Nunca me contó nada de su vida", confesó.

Lo cierto es que los dos cadáveres carbonizados permanecían ayer sin identificar. El juez de guardia decretó el levantamiento de los cadáveres, y su envío hasta el Instituto Anatómico Forense. Allí aparecen registrados, pero sin nombre. Nadie reclamó ayer los cuerpos.

Una vez que los investigadores identifiquen los dos cadáveres, de los que no se aportó ningún dato físico por estar totalmente calcinados, el Samur Social de Madrid analizará si los fallecidos se encontraban entre las personas que reciben atención municipal.

No es la primera vez en el año en que ocurre una tragedia similar. En la madrugada del 19 de febrero murieron tres indigentes al arder el cobertizo en el que vivían, en la calle de Domingo Párraga, detrás de la estación de Villaverde Alto. Los tres indigentes (dos hombres y una mujer) dormían en este cobertizo desde las navidades.

El incendio lo descubrió la cocinera de un bar cercano, a las 6.20. La caseta, de chapa, de unos siete metros cuadrados, había sido utilizada por Renfe como almacén, aunque en ese tiempo se encontraba abandonada. Los bomberos, para entrar, tuvieron que romper la puerta, cerrada desde dentro con una cadena. Cuando consiguieron penetrar, los bomberos hallaron tres cuerpos carbonizados y amontonados.

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