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Entrevista:JOSÉ LUIS MADARIAGA | PRESIDENTE DE PRICEWATERHOUSECOOPERS EN ESPAÑA

"El impacto de los escándalos ha sido menor del previsto"

El presidente de la auditora destaca que "de la mayor regulación ha surgido más trabajo"

Amaya Iríbar

El cambio en la cúpula de una gran auditora suele ser tranquilo y ordenado. Al menos en PricewaterhouseCoopers. Tal y como prevén los estatutos de la firma, hace un año los socios decidieron y anunciaron el nombre de su nuevo presidente en España. José Luis Madariaga (Bilbao, 1952) abandonó entonces su puesto al frente de la división de auditoría de la firma para ir haciéndose con su nuevo cargo, que asumió el 1 de julio pasado.

Como es habitual en estas grandes firmas de servicios profesionales, que lo mismo auditan las cuentas de una empresa, que le dan asesoramiento fiscal o legal o de estrategia empresarial, Madariaga tiene una larga trayectoria en la firma. Es un hombre de la casa, a donde llegó hace 29 años. En esta entrevista, la primera que concede tras asumir el cargo, el nuevo presidente de PricewaterhouseCoopers en España asegura que su firma es líder en el mercado español, a pesar de que Deloitte, que se integró con la desaparecida Andersen, tiene mayor facturación. Lo argumenta por el mayor equilibrio entre negocios. Y es que este auditor cree firmemente en el carácter multidisciplinar de su negocio. La firma facturó el año pasado 219,8 millones de euros. Entre sus objetivos está potenciar la división de consultoría de negocio e intentar dejar atrás el descrédito de la profesión, mellada por los escándalos corporativos.

"El abanico se ha abierto tanto que ya no juegan las cuatro grandes firmas, sino también firmas de consultoría. Hay más jugadores"
"No entendemos por qué tenemos que pagar para que un instituto
"Decir que la auditoría no es rentable es un mito. Si está, bien gestionada, lo es. Otra cosa es que los precios en España sean inferiores"
"La regulación tiene cosas buenas, como la obligación de tener comité de auditoría, el acceso a la profesión o los aspectos de formación"

Pregunta. ¿Qué va a cambiar en PricewaterhouseCoopers con su llegada?

Respuesta. No van a cambiar grandes cosas. Sería difícil que cambiaran cuando he estado en los últimos años trabajando codo con codo con Miguel

[Fernández de Pinedo, que deja el cargo tras cumplir 60 años, la edad de jubilación en la auditora]

P. Supongo entonces que la estrategia de crecimiento de la firma se mantiene. ¿En qué se basa?

R. Nos adaptaremos al mercado. La estrategia la dictan los negocios y el mercado, no tiene que ver con que haya una nueva cara en PricewaterhouseCoopers. Los que estamos ahora dirigiendo el negocio hemos estado en responsabilidades los últimos años también. Lo que haremos es adaptarnos.

P. ¿Por qué vía piensan crecer?

R. Tenemos claro que somos una firma multidisciplinar. Algunos de nuestros negocios son más volátiles y otros menos. Obviamente la estrategia de crecimiento en un negocio menos volátil como es la auditoría puede ser una estrategia basada en calidad, en posicionarnos en el segmento alto, bastante en línea con la que hemos seguido en los últimos años. Hay otros negocios que dependen mucho más de la coyuntura. Por ejemplo, los ligados a las transacciones económicas. En los últimos años ha habido pocas operaciones de compra-venta de empresas. Lo que pretendemos potenciar claramente para crecer es todo lo que tiene que ver con la consultoría de negocio.

P. ¿Es la división más rentable?

R. No. Hoy está siendo un negocio de inversión, pero es la que tiene más posibilidades de crecimiento.

P. ¿En qué consiste ese negocio de consultoría? Se supone que los auditores han renunciado a la consultoría para garantizar su independencia con respecto al cliente.

R. Nuestra oferta de servicios en consultoría se ha adaptado totalmente a lo que nos permiten las reglas de independencia. Lo que no vamos a hacer es consultoría de sistemas, que es básicamente la única prohibición: la implantación de grandes sistemas que luego audites. Pero lo que es consultoría de negocio, todo lo que es gobierno corporativo, responsabilidad social, gestión de riesgos, este tipo de cosas es una consultoría que dentro de nuestro modelo de firma multidisciplinar vamos a seguir potenciando. No porque queremos, sino porque es lo que el mercado nos pide. Lo que sí hemos hecho es adecuar nuestra oferta al nuevo marco legal, por un lado, y de demanda que establece el mercado, por otro.

P. ¿La auditoría seguirá suponiendo entre el 40% y el 50% del negocio de la firma?

R. Actualmente ronda esas cifras y lo lógico es que a medio plazo se mantenga alrededor del 40%.

P. ¿Se puede resentir el resultado? El año pasado el negocio de auditoría creció considerablemente menos que otros

R. Pretendemos crecer por otras vías. Pero decir que la auditoría no es rentable es un mito. La auditoría, bien gestionada, es rentable. Otra cosa es que los precios que se pagan por este servicio en España sean inferiores a los de otros países del entorno.

P. ¿Y por qué ocurre eso?

R. Es una historia larga y compleja. El mercado tiene un precio de referencia para la auditoría que es bajo y eso es muy difícil cambiarlo.

P. ¿Cuánto ha subido el precio de un trabajo en los últimos años?

R. Ha habido un crecimiento de precios más sensible en el segmento alto y menor en en las empresas medianas. ¿Las razones? Posiblemente la crisis, la falta de confianza en la información corporativa que se ha producido en los últimos dos años. Así y todo en este país se está pagando por la auditoría un 30% menos que en los países del entorno. Y no se trata de una comparación absoluta sino relativa, teniendo en cuenta el nivel de vida.

P. ¿Cuánto se ha encarecido la auditoría para una gran empresa en ese periodo?

R. La tasa horaria ha subido por encima de la estructura de costes los dos últimos años, cosa que no había pasado antes.

P. ¿Y la explicación está en la reforma legal que se aprobó para intentar evitar los escándalos contables?

R. Hay varios factores. Primero, se ha reposicionado el producto. Otro tema es que, sobre todo en el segmento alto, el papel de los comités de auditoría es mucho más activo y éstos, aunque obviamente tienen muy en cuenta el precio a la hora de contratar, quizá no le dan tanta importancia como cuando la contratación la deciden los que tienen responsabilidad directa sobre la cuenta de resultados de la compañía, como el director general. Ese es un factor que ha posibilitado que baje algo la tensión sobre el precio.

P. ¿Se puede dar entonces por cerrada la guerra de precios entre las firmas para ganar nuevos clientes?

R. La competencia es importante, pero también creo que todos somos conscientes de que los precios de la profesión deberían ser más altos. Esto no quiere decir que no haya una competencia feroz, pero si fuéramos inteligentes y pretendiéramos potenciar la profesión, aunque el precio siempre va a ser un factor de decisión, competiríamos por el expertise en el sector, la calidad, etcétera. Posiblemente el mercado todavía no ha llegado a diferenciar esas cosas.

P. ¿La desaparición de Andersen provocó el baile de clientes que se anunciaba?

R. Sí. Pero Andersen tampoco ha desaparecido, se ha fusionado con otra firma en cada país. Si nos olvidamos del mercado nacional, la cartera de Andersen en Estados Unidos ha pasado al resto, ha habido un reparto porque allí no se fusionó con nadie. Ha habido algunos cambios, pero en países como España éstos no han sido muy significativos por la fusión de Andersen con Deloitte.

P. ¿Eso explica por qué PricewaterhouseCoopers, que es lider mundial, no consigue alcanzar esa posición en España?

R. Yo discutiría qué es ser líder. PricewaterhouseCoopers es en este momento la firma de servicios profesionales multidisciplinar líder del mercado español.

P. Deloitte factura más.

R. Tras la fusión con Andersen, Deloitte es líder en números de auditoría, pero el perfil de firma multidisciplinar, con un servicio de auditoría con su volumen; un servicio de fiscal y legal con su volumen; un servicio de consultoría de negocio y corporate finance; es más equilibrado en nuestro caso. La firma multidisciplinar de referencia del mercado español. Los números son importantes, pero hoy el mercado también valora el perfil de firma, la calidad.

P. ¿Cuál es la diferencia de perfil entre ustedes y Deloitte?

R. Nuestra división de fiscal y legal es mucho más potente. Nosotros queremos ser la firma líder multidisciplinar y eso exige un equilibrio entre los distintos negocios. Cada uno tiene que saber qué es lo quiere ser. Estamos en un momento en el cual por cuestiones regulatorias y por percepción propia del mercado, los clientes tienden a comprar a su auditor menos productos. Va a haber en cada cliente muchos más jugadores, muchos más proveedores de servicio. Quien se posicione mejor en otros clientes distintos a los de auditoría ganará en el futuro. Todas las firmas estamos jugando a lo mismo. Es una tendencia, sobre todo en el segmento más alto de clientes. Tanto por temas legales como por la actitud de los consejos de administración, que no quieren depender tanto de un solo proveedor de servicios, y están abriendo el abanico.

P. ¿PricewaterhouseCoopers da muchos servicios a clientes de auditoría de Andersen?

R. Obviamente. De fiscal, de legal... Es un objetivo. El abanico se ha abierto tanto que ya no juegan las cuatro grandes firmas, sino también firmas de consultoría. Hay más jugadores.

P. ¿Es una oportunidad también para las auditoras medianas?

R. Mi opinión es que es más oportunidad para las nuevas consultoras, como BearingPoint, empresas que antes eran sólo integradores de tecnología y no ofrecen auditoría. Éstas se están posicionando bastante mejor. Es un mercado que está cambiando, va a haber más jugadores y es más competitivo.

P. A casi tres años vista, ¿cuáles han sido las consecuencias fundamentales de los escándalos contables en el negocio de auditoría?

R. Ha habido un deterioro de la confianza en la información corporativa y, por supuesto, de la imagen de la profesión. Empezando por Estados Unidos, pero al final en todos los países ha habido mayor regulación -Sarbanes-Oxley en EEUU, la VIII directiva de la Unión Europea, la ley financiera en España-, que ha tenido aspectos positivos y aspectos menos positivos. Es curioso que de la mayor regulación ha surgido más trabajo para las firmas. En Estados Unidos, mucho más.

P. ¿El impacto entonces no ha sido tan grande como se preveía?

R. Ni mucho menos. Es más una cuestión de imagen, de falta de confianza, que impacto en cifras. Si ves cómo ha evolucionado la auditoría en Estados Unidos, los dos últimos años se da una asimetría entre lo que es percepción del mercado ante la profesión y las cifras de negocio. Y en España también en cierta manera.

P. ¿Dónde quedan los aspectos que resultaron tan polémicos cuando se discutía la ley, como la rotación obligatoria, la tasa sobre los informes de auditoría...?

R. La tasa nunca dijimos que fuera a tener impacto. Lo que no entendemos es por qué tenemos que pagar para que un instituto (el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas que depende del Ministerio de Economía) nos controle. No conozco ninguna otra profesión que le pase lo mismo. No era un tema de impacto económico. El impacto de la rotación de equipos es muy difícil de medir. Es más una cuestión de operaciones porque tienes que mover los equipos. Ha tenido mucho menos efecto en las firmas grandes porque tenemos más recursos. Ha causado más problemas en auditoras pequeñas y en oficinas pequeñas dentro de las grandes, como la de Canarias. Tampoco estábamos en contra de la rotación. Por normas internas y antes de la ley estábamos obligados a cambiar de socio, no le vemos mucho sentido a la rotación de todo el equipo.

P. De todas las modificaciones que introdujo la ley financiera, ¿ninguna ha tenido impacto?

R. Económico, muy poco. Lo que sí creo es que el regimen de sanciones administrativas puede tenerlo potencialmente. Es desmesurado, porque estas son firmas de socios y no son intensivas en capital. Una falta muy grave por falta de independencia -en las que hay dolo no me voy a meter-, por ejemplo un tema de nóminas que está en un solo cliente que lleva una oficina, que puedas tener una sanción de entre el 10% y el 20% de tu cifra de ventas anual supera el patrimonio de cualquier empresa. No tiene sentido.

P. ¿Se ha impuesto alguna vez una sanción de este tipo?

R. Que yo sepa, no. Pero ahí está la ley. En cambio la reforma tiene también cosas buenas, como la obligación de tener comité de auditoría, el acceso a la profesión, la formación...

José Luis de Madariaga afirma que se adaptan a la demanda del mercado.
José Luis de Madariaga afirma que se adaptan a la demanda del mercado.MIGUEL GENER

"Los directivos deben responsabilizarse de las cuentas"

A rebufo de los escándalos financieros que se iniciaron con la quiebra de Enron y provocaron la desaparición de Andersen, una de las entonces cinco grandes auditoras globales, el Gobierno del Partido Popular dio un vuelco a la legislación que afecta a las auditoras. Para mejorar su independencia con respecto a los clientes obligó a las firmas a cambiar de equipo cada siete años; declaró algunos servicios incompatibles, como la implantación de carísimos sistemas informáticos; instauró los comités de auditoría en las empresas cotizadas e impuso una tasa sobre los informes de auditoría para financiar el control de calidad que debe ejercer el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), entre otras medidas.

Ese trabajo se quedó a medias. El reglamento que desarrolla la ley no fue aprobado y ahora está sobre la mesa de un nuevo presidente del ICAC, José Ramón González, que, al contrario que su antecesor, no es auditor de profesión.

Pregunta. ¿Conoce al nuevo presidente del ICAC?

R. No. Sé que es ex inspector fiscal y que llevaba temas fiscales en Iberdrola.

P. ¿Qué tareas tiene pendientes?

R. Desde nuestro punto de vista, tiene encima de la mesa qué va a pasar después de 2005 con las normas internacionales de contabilidad, cómo es el proceso para las individuales y cómo se incardinan los impactos fiscales de los nuevos estados financieros con vistas a principios. Queda también el reglamento de la ley financiera, que había un borrador y no sabemos si va a seguir adelante. La VIII Directiva también suscita retos, porque contempla un órgano supervisor y no sabemos si será el ICAC o cómo se adecua.

P. El anterior equipo habló de responsabilizar a los directores generales y a los directores financieros de la veracidad de las cuentas, ¿está de acuerdo?

R. Me parece absolutamente lógico que los ejecutivos se responsabilicen. Que el director financiero, el director general, tengan responsabilidad sobre la información que ellos generan me parece un proceso lógico.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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