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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Jacques Rossi, el 'francés del gulag '

El destino de Jacques Rossi se ha parecido al de alguno de sus predecesores. Como Boris Souvarine o Varlam Chalamov, sobrevivió a la persecución estalinista en la URSS y a la experiencia concentracionaria y, sobre todo, como ellos, encontró ante su dramático testimonio literario la mayor de las incredulidades. Rossi, que falleció en París el pasado 30 de junio, había nacido en Polonia hace 94 años, hijo de una aristócrata francés casada con un noble polaco.

De muy joven Jacques Rossi, educado en francés, polaco, alemán y ruso, se afilió al partido comunista de su país y muy pronto también sus dotes de políglota -con los viajes aprendió otros idiomas, entre ellos también el español- hicieron que el Komintern le cooptase para convertirlo en revolucionario profesional o en espía, según se mire.

Durante una década viajó por toda Europa portando la buena nueva de la Arcadia comunista materializada en la URSS. En el año 1936 se infiltró en las filas franquistas y estuvo actuando como informador hasta que Moscú reclamó su retorno.

Una vez allí descubrió que no querían condecorarle, sino que descubriera la otra cara del paraíso proletario, es decir, la Liberia, el llamado universo concentracionario, el gulag. Acusado entonces de haber trabajado como "espía a favor de Francia y Polonia", Rossi pasó dos años en la cárcel de Boutyrka antes de ser enviado a Norilsk, ese campo de concentración situado dentro del círculo polar.

Hasta después de la muerte de Josef Stalin, ya en 1956, Rossi no fue puesto en libertad. Entonces conoció una nueva decepción: la Embajada francesa en Moscú le puso de patitas en la calle "para que no ensuciase el parquet".

Los soviéticos consideraron que era mejor que dejase de deambular delante de las embajadas y lo relegaron a Samarcanda, convertido en pastor de ovejas, un destino cuando menos insólito para un ex revolucionario profesional.

En 1961, al fin, Rossi puede volver a Polonia y allí se convierte en profesor de Civilización Francesa. Durante años escribe un Manuel du goulag (1996) -una auténtica enciclopedia sobre el tema- y Qu'elle était belle cette utopie (1997), dos libros que ofrecen nuevos detalles sobre el sistema penitenciario soviético. "Considero inútil querer saber cuál de los totalitarismos de nuestro siglo fue más bárbaro puesto que los dos practicaron el pensamiento único y han dejado tras si montañas de cadáveres" decía Rossi, al tiempo que admitía que "el ideal del marxismo-leninismo, aunque sea una quimera, reaparecerá porque es demasiado bello".

Sus libros los propone a los editores franceses mediados los años 80 y esos mismos editores, que se dicen admiradores de Chalamov o Soljenitsin, no quieren publicarlos "para no dar argumentos a la derecha". Tendrá que esperar a la aparición y el éxito editorial de Le livre noir du communisme -un volumen que, por cierto, obvia el testimonio de Rossi- para que los editores crean de verdad en él.

En los últimos años de su vida, ya admitido su testimonio como uno de los mejor ordenados y coherentes sobre la cuestión, Rossi se instala en las cercanías de París y publica todavía otros libros, también de carácter autobiográfico. La muerte le atrapó en un convento de religiosas polacas.

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