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Reportaje:

Jornalero de la carrera a pie

Abderraman Chmaiti, marroquí instalado en Valencia desde 1997, vive de sus éxitos en las pruebas populares

Antes de vender las tierras que poseían en un pequeño pueblo de Marruecos y trasladarse a Beni Mellal, en el centro del país, los padres de Abderraman Chmaiti se dedicaban a sembrar trigo. "La tierra y el ganado son la principal ocupación de la mayoría de los marroquíes que viven alejados de las grandes ciudades", afirma Chmaiti, quien el próximo 15 de julio cumplirá 27 años; "mis padres cambiaron para mejorar. En Beni Mellal había más posibilidades; era una ciudad más desarrollada e industrial".

Chmaiti es conocico en la Comunidad Valenciana por su participación en un buen número de carreras populares. Torrent, Alcasser, Sedaví, Benissa, Pedreguer, Onda, Castellón, Vila-real, Siete Aguas... Carreras de entre ocho y quince kilómetros; medios maratones, 21 kilómetros, como mucho. Llega junto a su esposa, María Ángeles Tetuán, también corredora, toma la salida y trata de ganar, algo que consigue a menudo. Cumplido el objetivo, se embolsa el premio fijado por la organización. Cantidades de pequeña cuantía, por eso Chmaiti busca trabajo, una ocupación que pueda compaginar con el atletismo. "He trabajado en la obra, en el campo... Como entreno por la tarde, tengo tiempo por la mañana para hace otras cosas", dice.

El mayor de siete hermanos, Abderraman llegó a España en 1997. Vino a correr un cross a Castellón y se quedó. Conoció a María Ángeles en las carreras populares. Ahora viven en Sedaví. En Marruecos, Chmaiti fue un prometedor atleta, un corredor tenido en cuenta por las autoridades deportivas del país, que le seleccionaban para correr fuera. Siendo cadete, marchó a China a disputar los Campeonatos del Mundo de la categoría. Quedó tercero. Ya junior, estuvo en los Mundiales de cross de 1995 y 1996, en Inglaterra y Suráfrica. En ambos se clasificó entre los 20 primeros. Vivía en Ifran, un centro de alto rendimiento ubicado a una altitud de 1.600 metros sobre el nivel del mar. "Sin embargo, cuando pasé a senior ya no me llamaron", cuenta Abderraman. Entonces decidió instalarse en España. Primero en Castellón, luego Madrid y finalmente Valencia.

"En Marruecos", dice Chmaiti, "los chavales que se dedican a correr lo hacen como un trabajo. Allí hay una ventaja: sales de casa y enseguida te encuentras con caminos de tierra. Es fácil correr, apenas hay asfalto".

Chmaiti creció admirando a su compatriota Khalid Skah, campeón olímpico de 10.000 metros en los Juegos de Barcelona 92. "Era un todoterreno, hacía cross y pista. De hecho, fue doble campeón del mundo de cross". Skah fue el sucesor del gran Said Aouita, que dominó con puño de hierro el medio fondo mundial en los ochenta: campeón olímpico de 5.000 metros en Los Ángeles 84; bronce en los 800 metros de Moscú 88 y campeón del mundo de 5.000 en 1987. "En Marruecos, cuando uno corre mucho, le dicen: 'tú eres un aouita'", cuenta Abderraman.

Fue Aouita el impulsor del centro del alto rendimiento de Ifran. "Ahora vive en Estados Unidos", asegura Chmaiti, que tiene un hijo de tres años, Ismael. "Viene a las carreras con nosotros, pero no parece que le guste mucho".

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Chmaiti se entrena por su cuenta. Le espera un verano cargado de carreras. Aquí y allá. Provincia de Valencia, Castellón, Alicante. En la cabeza tiene correr el próximo maratón de Valencia, en 2005. Será el 25º aniversario de la prueba. "La preparación de un maratón es muy diferente. Puedes correr dos al año, como mucho tres. Es demasiado duro". Tampoco le resultaría rentable. Lo suyo, ahora, son las carreras populares. Ahí es el rey.

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