Aquellos dibujos checoslovacos

Verdadero héroe solitario y superviviente de la década de los noventa en cuanto a pop español, Fernando Alfaro sigue en la brecha, ofreciendo en cada disco canciones de buena factura, con letras arriesgadas y personales y cierta falta de pulcritud en el acabado sonoro, que resulta más estudiada y efectiva de lo que a priori pudiera parecer. Rodeándose de sus fieles, una relativamente extensa corte de seguidores de la música pop- rock que no se conforman con lo obvio, el ex líder de los Surfing Bichos presentaba en Madrid los temas de su último disco, Koniec, palabra, por cierto, con la que se cerraban los extraños filmes de animación que se colaban en la televisión española en blanco y negro de finales de los sesenta y setenta, procedentes de Checoslovaquia. Palabra que, por cierto, significa "fin" y que remite a momentos televisivos tremendamente inquietantes que aún permanecen en el recuerdo de algunas generaciones de españoles. Normal que Fernando Alfaro, considerando su modo de entender la música, tenga también ese recuerdo tan peculiar y que los plasme en canciones.

Alfaro ofreció, pues, un excelente concierto al que contribuyó en todo momento el arte de una sólida banda de músicos que iban tejiendo con sus instrumentos auténticos muros de sonido de espesura a lo Phil Spector. Contando, eso sí, con grandes canciones que funcionarían de igual modo aunque fueran interpretadas sólo a guitarra y voz. De entre los temas nuevos, destacan las historias íntimas, con su punto de meditación solitaria y de desgarramiento emocional: La mente del monstruo, Vinos de reserva, Religión... De entre las viejas, pequeños himnos del indie de la última época, como Magic, Visión de Rayos X o Abre las ventanas.

Raro como aquellas antiguas películas infantiles checas, Fernando Alfaro consiguió de nuevo una de esas atmósferas que le distinguen como compositor y cantante del pop español de ahora mismo.