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Reportaje:Eurocopa 2004 | La felicidad portuguesa

Un héroe singular

A Postiga le gusta más hacerse a la mar con su padre, de pesca, que el mercantilismo futbolístico

Diego Torres

El nuevo héroe de Portugal, Postiga, dejó sin respiración al país cuando, tras empatar el partido contra Inglaterra, revisó el penalti de Panenka en la tanda definitiva. Su lanzamiento entró tan lentamente que casi le dio tiempo al portero inglés, James, a cogerlo. Pero el engaño había sido bueno.

Postiga no marcaba un gol en partido oficial desde enero, cuando participó en la victoria del Tottenham sobre el Liverpool, en Londres. Su reputación se había puesto en entredicho con la misma velocidad con que la industria que rodea al fútbol cambia unas imágenes por otras y sustituye viejos contratos por otros nuevos. El jueves, cuando Luiz Felipe Scolari, el seleccionador luso, le mandó entrar al campo, se vio en la tremenda responsabilidad de sustituir a Figo, que llevaba en el brazalete mucho más que la capitanía. Figo era el ídolo en la cancha y el equipo perdía. Inglaterra ganaba y sólo faltaban 15 minutos. Era el turno del jugador maldito.

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Postiga tiene 21 años y, cuando saltó, había intuido lo que es el fracaso en este negocio. Tal vez en esta Eurocopa se esté demostrando una vez más lo poco que tolera el juego eso que los capitalistas llaman profesionalismo. Él es modelo de muchas de las cosas que los patrocinadores no toleran: la cara de desasosiego, el mal talante para acudir a firmar autógrafos a un acto preparado, el mal humor para soportar los acontecimientos publicitarios... En el Tottenham no les gustó. En esto de la mercadotecnia los ingleses son pioneros.

A Postiga no le apetece mucho hacer vida social a cambio de dinero ni posar para las fotos. En eso es como los antiguos jugadores. Nació y se crió en Cachinas, una pequeña aldea de pescadores cercana a Oporto, de donde también habían salido otras dos estrellas del actual campeón de Europa: André y Paulinho Santos. Su padre siempre se buscó la vida entre las redes y su última inversión conocida fue una trainera. En esto, Postiga es heredero de su padre: le gusta hacerse a la mar para ir de pesca.

Dicen en Oporto que Postiga siempre vivió en un mundo irreal, como los lunáticos. Enajenado respecto a la mercadotecnia, más preocupado por sí mismo, por meter goles, y por las sardinas. José Mourinho siempre dijo de él que es "una especie en vías de extinción" porque los rematadores, los animales de área, son muy raros en el fútbol portugués.

Las peleas de Postiga con sus compañeros y hasta con el propio Mourinho no le impidieron cotizar alto. Conflictivo por singular, por egoísta, por vivir en su mundo de aficiones marineras y billares, se metió en más de un lío.

Hace un año lo fichó el Tottenham por 9 millones de euros, más 2 por objetivos. Postiga no los cumplió y dejaron de darle oportunidades. El jueves, cuando sustituyó a Figo, no había otro jugador con más cuentas pendientes con Inglaterra. Tampoco había otro más ensimismado, más capaz de aislarse en su mundo marino, para atreverse a tirar un penalti rozando la catástrofe y acertar.

Postiga canta la igualada contra Inglaterra en los minutos finales.
Postiga canta la igualada contra Inglaterra en los minutos finales.EFE

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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