Madredeus continúa con su refinado trabajo artesanal de guitarra y voz
El popular quinteto lisboeta publica 'Um amor infinito', su duodécimo compacto
Son el grupo portugués más internacional de la historia. Un auténtico fenómeno desde los tímidos comienzos en un barrio de Lisboa en 1987. Um amor infinito, su nuevo disco, quiere ser un agradecimiento a toda la gente que ha llenado sus conciertos en más de veinte países y un homenaje a la ciudad que les ha inspirado siempre. El exquisito quinteto, que define su obra como una "fantasía musical de raíz portuguesa", y cuenta con la voz soberbia de Teresa Salgueiro, no tiene previsto salir de gira hasta el año próximo. "Considero un gran insulto, o una demostración de ignorancia, decir que nosotros no innovamos", afirma su fundador y director, Pedro Ayres Magalhães.
"El título se refiere al afecto que recibimos inopinadamente de las personas que acudieron a nuestros conciertos. Aunque haya sucedido muchas veces, me sigue maravillando", confiesa Pedro Ayres Magalhães, fundador y director artístico de Madredeus.
Más de veinte países y alrededor de mil conciertos para este grupo que se considera, como consta en los créditos del nuevo disco, una compañía musical itinerante. "Hemos llegado hasta las salas de concierto más inaccesibles con nuestro carricoche", dice riendo. "Queríamos construir un lenguaje musical en portugués que no fuese ni fado ni bossa nova, algo inventado. Nuestra música es artesanal. Yo soy de la generación del punk rock, del hazlo como puedas y de escribir el panfleto".
La confusión con el fado ha perseguido a Madredeus desde el principio. "Aún hoy me paso un tercio del tiempo de las entrevistas explicando la diferencia", asegura Pedro Ayres, que remite a una definición que dio en España en 1994: "Fantasía musical de raíz portuguesa". "Música de autor, no repertorio tradicional ni reedición de canciones antiguas. La apología de la guitarra clásica como instrumento noble y mejor acompañante de la voz. La apología de la no necesidad de percusión para hacer música rítmica, de escribir tus propias canciones en tu propia lengua y de la palabra como factor de comunión".
El paraguas filosófico
En el primer disco, Os dias da Madredeus, aparecíamos todos debajo de un paraguas, el paraguas filosófico de la saudade. Siempre presenté a Madredeus como una escenificación de lo que sería el saudosismo, que puede ser visto como una tentativa idealista de racionalizar la relación del yo con los sentimientos provocados por cosas externas. Y en el que también se da la identificación del espíritu con la existencia colectiva", dice.
A veces oyen decir que el grupo no innova. "Yo considero eso un gran insulto o una demostración de ignorancia. Mi preocupación fue no repetir ninguna canción y creo que lo conseguí", explica. "Si los músicos están sentados en la sombra y se ponen corbata, no es para parecer sobrios o más elegantes, sino para no ser el asunto. La cantante, de pie, es una persona que está esperando. Simboliza un país entero, la cultura portuguesa, la patria del mito encubierto de Don Sebastián, la del regreso de las carabelas, de la mañana con neblina. En la que las personas saben resignarse a la espera".
"Teresa es la figura central del libreto", añade. "Todo está hecho para ella. La escogimos cuando era muy joven porque conmovía la alegría con la que cantaba. Como una niña que canta y es feliz".
Mientras grababan Um amor infinito, han dejado listas las canciones para otro disco. "A lo largo de las 102 ya publicadas, tan sólo una vez habíamos usado la palabra Lisboa. Y yo quería que mañana hubiese un disco de Madredeus sobre Lisboa. Es una de las razones por las cuales éste no es un disco doble, como llegó a proponerse. 'No, no, no, no', yo quiero uno con escenas de Lisboa y un barquito en la portada", exclama riendo.
No guarda relación con el décimo aniversario de Lisbon story, la película de Wenders en la que participó Madredeus. "Tiene más que ver con que el grupo tiene 17 años. Siempre me pareció muy poco factible la continuación de un grupo como el nuestro", afirma. Tantos agradecimientos podrían hacer pensar en una despedida. "Sí, pero no lo es. Y en caso de serlo, ya estaría hecho el disco", dice riendo. Siente nostalgia al mirar viejas fotografías de Madredeus: "Soñaba con que los músicos y técnicos de nuestra pequeña compañía pudiesen vivir con dignidad. Y ahí sí que hice sacrificios y esperé pacientemente. Ahora lo siento como un sueño que nunca conseguimos agarrar. Muchas veces he tenido que hacer un esfuerzo de conciencia para no olvidar que era un sueño real".
Babelia
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