_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Electores

Anda la izquierda valenciana toda atribulada ante su impotencia electoral. Los resultados de la convocatoria europea del 13 de junio, paupérrima de participación, han encendido las alarmas de cualquier color. Tal vez hacía falta llegar a ese dramatismo para que sus dirigentes percibieran lo que en la calle ya resultaba evidente. He aquí la primera explicación de lo que ocurre. La segunda tiene que ver con la atonía y la reiteración. Aun en coyunturas de desgaste notable de la derecha en el poder, no saben los socialistas transmitir entusiasmo (por poner un ejemplo, lo primero que tiene que percibir la gente de un candidato a la alcaldía es que se muere de ganas de ser alcalde; la inefable Rita Barberá es una maestra en eso, aunque en la gestión sea después una alcaldesa bastante calamidad). La tercera se refiere al espíritu de lucha y a la convicción (hacer frente a la demagogia del PP a cuenta del trasvase exige defender con uñas y dientes las desaladoras como lo que son: una tecnología de futuro frente al gigantismo de la obra pública tradicional). La cuarta, en fin, se condensa en la apertura a la sociedad y en la renovación y vale tanto para el PSPV como para Esquerra Unida y el Bloc. Oxigenación de fórmulas y de personas, inquietud, capacidad de pacto y de negociación son las recetas. Mientras tanto, se aferra el PP, con retórica de santa indignación, al trasvase del Ebro. Porque no se ha percatado de que en las Europeas ganaron todos los gobiernos autonómicos en sus territorios, corre el peligro de creer una conquista lo que en toda España es ya un naufragio, de confundir con tierra firme lo que sólo es un salvavidas. Los populares han retrocedido del patriotismo constitucional al patriotismo hidráulico. Da escalofríos pensar cuál será su próxima trinchera. En todo caso, no está el electorado dispuesto a regalar nada a nadie. Como ha señalado Gilles Lipovetsky, "hemos pasado de una democracia de partidos a una democracia del público", en la que se produce "una gran volubilidad de los electores, una adhesión más fluctuante, una identificación menos intensa". Lo que quiere decir, por si no quedaba claro, que la política no es un oficio fácil, ni singular.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_