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Crónica:Eurocopa 2004 | Segunda jornada del Grupo B
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nace una estrella

Inglaterra muestra un gran centro del campo y el joven Rooney tumba a una pobre Suiza

Inglaterra rompió ayer uno de sus viejos mitos: el del fútbol frontal y sin apenas tránsito en el centro del campo. Se acabó. Llegó Eriksson, alineó a Beckham, Gerrard, Lampard y Scholes, y ya no se habló más del asunto. El mito estaba por los suelos. Y el fútbol inglés empezó a tocar con gusto la pelota. A volar justo el día en que nacía una estrella. Se llama Wayne Rooney, tiene apenas 18 años y ha arrancado con más fuerza que nadie en este campeonato. Es rápido, vertical y atrevido. Y parece jugar con la inteligencia de un veterano. Ayer marcó dos goles y se despidió como un héroe entre los entonados cánticos de la hinchada inglesa, que había acudido en masa a Coimbra para ver el renacimiento de su selección. Lo vio. El partido resultó una exhibición del medio centro Gerrard y una muestra irrefutable de que Suiza tiene los días contados en el torneo. Más allá de la zurda de Hakan Yakin, sus recursos son escasísimos.

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Inglaterra 3 - Suiza 0
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La osadía de Wayne Rooney no tiene límites. Se atreve con todo. De pronto un pase de espuela para Owen. Y al rato un cabezazo marcando los tiempos que pone por delante a Inglaterra. A su enorme velocidad le añade cierto temple impropio de su edad. Eriksson parece haber encontrado una buena mezcla para su delantera. Owen ya no es tan explosivo como solía, pero lo sabe y no se complica la vida: conserva la clase. Y a través de ella se permite lanzar a Rooney, que actúa con la fe de un iluminado. A veces no controla su agresividad, como lo demuestra las 10 tarjetas que vio en la pasada Liga inglesa. O la entrada con los pies por delante de ayer al portero Stiel cuando éste ya estaba en el suelo con el balón en las manos. Pero otras veces rebosa tranquilidad: esperó la llegada impetuosa de Frei y, tic, le coló el balón por debajo de las piernas, ante el éxtasis de la grada.

El técnico sueco de Inglaterra se sintió ayer feliz con su centro del campo. Hay un poco de todo: el empuje de Gerrard, el toque de Beckham, la llegada de Lampard y la inteligencia de Scholes. Los cuatro jugaron con tanta sencillez como eficacia. Están capacitados para elaborar el juego. Como demostraron en el primer tanto. Una belleza de gol cargada de pequeños detalles. El regate en seco de Gerrard, que salvó una dura entrada, el pase templado de Beckham a la esquina izquierda del área, el posterior centro al área de Owen y el cabezazo impecable de Rooney desde el punto de penalti. ¿Desde cuándo Inglaterra elabora tanto? El público estaba encantado, por supuesto.

Los suizos ofrecieron una imagen lamentable, sobre todo a medida que avanzaba el encuentro y se iban descubriendo sus miserias. Pero antes hubo un jugador a tener en cuenta. El media punta de origen turco, Hakan Yakin. Su zurda es un guante. Convirtió cada falta a favor de Suiza en un peligro extremo para Inglaterra. Sus centros enroscados los podía rematar a gol cualquiera. También los defensas ingleses, que parecían dispuestos a dispararle a su portero James. Lo hizo Gerrard, pero se fue fuera la pelota. Más tarde, Hakan Yakin tiró una falta directa ante la figura estática de James, la misma estampa del pasado domingo ante Francia en el lanzamiento de Zidane.

La grada inglesa saludó a su equipo en la reanudación entonando el God save the Queen. Pero al cuadro de Eriksson le dio un ataque de conformismo y trató de dormir el encuentro. Se envalentonó Suiza, pero casi mejor si hubiera seguido tapada. No tuvo ninguna capacidad para atacar. Ya estaba duchándose Chapuisat, que volvía a la selección después de una larga ausencia. Vapuleado por la prensa de su país tras el primer partido, y a punto de cumplir los 35 años, el viejo goleador ya no está para muchos trotes. Su sustituto generacional es Frei, con la misma traza que Chapuisat, pero con 10 años menos. Y con mucho menos gol.

El panorama se despejó definitivamente cuando el lateral derecho suizo Haas, que ya tenía una amarilla, pidió la expulsión al entrar con los tacos alzados a Cole. Se le concedió. Con superioridad, el trazo largo en la carrera de Gerrard y el corto de Scholes se apoderaron del control del juego. A eso se añadía algún pase milimétrico de Beckham, que ha entendido que su función debe reducirse a eso, que es lo que verdaderamente domina. Le dio uno magnífico a Rooney, que parecía haber agotado toda su adrenalina. Estaba fundido y, sin embargo, Eriksson prefirió sustituir a Owen. Tenía sus motivos. Entró Vassell arrollando defensas y le cedió un balón precioso a Rooney. Lo aprovechó, claro. Su disparo seco pegó en el poste y después en el cuerpo del portero antes de entrar a gol. Esta vez Rooney apenas lo celebró. Se dedicó a coger un botellín de agua y a beber tranquilamente. Contuvo las emociones. Acababa de nacer una estrella. Y entonces Eriksson le dio el premio del cambio, para que se llevara otra formidable ovación y, de paso, entrara en la historia de la Eurocopa. Ya es el jugador más joven en marcar en este torneo. Sus 18 años, siete meses y 24 días superan a Stoijkovic, que marcó en 1984 con 19 años, tres meses y 16 días.

Gerrard celebra su gol, el tercero de Inglaterra, con el meta Stiel caído junto al poste.
Gerrard celebra su gol, el tercero de Inglaterra, con el meta Stiel caído junto al poste.AP
Owen agarra del brazo a Murat Yakin en su carrera hacia el balón.
Owen agarra del brazo a Murat Yakin en su carrera hacia el balón.EFE

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