Contra la guerra
Dice el cómico, o el clown, lo que es la guerra de Troya: esta desvergüenza, este juego de villanos, esta cuestión de lujuria y sangre, entre dos facciones iguales, por un asunto de puta y cornudo. Hay motivos para creer que Shakespeare pensaba así, y la obra se desarrolla según este patrón; desde luego, el director Francisco Vidal lo piensa también, y lo destaca: y esta frase la dice el actor en corbata dirigiéndose al público. Con el texto de Cernuda (no lo tengo; las citas las traduzco por mí mismo, sólo por información), que tiene su altura, su calidad, pero que resulta anticuado por una razón: el camarada Cernuda -como le llamaban en el Batallón Alpino- quiso hacerlo en el castellano de aquel tiempo para aproximarlo, pero aquel lenguaje no es el de este tiempo y, al revés, lo distancia. Hay una cierta oquedad, o resonancia en el Pavón que hace que se entienda mal.
Troilo y Cresida
De W. Shakespeare. Traducción: Luis Cernuda. Intérpretes: Israel Elejalde, Alberto Maneiro, Raúl Pazos, Juanma Gómez y Cristina Arranz, entre otros. Dirección: Francisco Vidal. Teatro Pavón, de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Compañía invitada: William Layton Laboratorio de Teatro. Madrid.
Francisco Vidal da a esta versión toques taurinos, aflamencados, nazificados, fascistizados, notas homosexuales. No parece que estén norteamericanizados o democratizados, como sería el tema de la agresión actual. Se entiende que los troyanos son los buenos y los griegos, imperialistas, los malos. No era la tendencia de Homero. Ni el poema de Chaucer del que debió salir esta obra, ni la película de Petersen con Brad Pitt, ni las de Shakespeare, son dignos: ahora prefiero la lamentable película por su espectáculo cinematografista que esta representación, por teatralista. El fondo de escenario es una barrera de plaza de toros con su estribo y su burladero. Los trajes son equívocos, y no de una gran belleza. Vidal dice, en el programa, que su trabajo es contarlo, sobre todo, a través de los actores. No lo ha conseguido. Están un poco sobreactuados -algunos, excesivamente-, gritones, poco claros. Claro que alguno hay mejor que esta media, alguno también hay peor. En la segunda jornada de estreno hubo aplausos suficientes que recogieron el director y sus autores.
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