"Como si hubiera ganado"

Movió la cabeza cuando subió al podio, en claro gesto de pesadumbre, mientras la grada tronaba al grito de "¡Sete!". Le molestó no ganar, y mucho. Lo tuvo cerca, líder como era a dos vueltas del final. Pero Gibernau se está jugando el Mundial contra un tipo, Rossi, en cuya hoja de servicios figuran, con el de ayer, 62 triunfos, que presume de juergas -ayer se pegó otra simbolizando que auscultaba los aplausos del público con un fonendoscopio-, pero no de su indiscutible condición de mejor corredor del mundo y uno de los más grandes de la historia.

Pasado el apoteósico trámite de la entrega de premios, Sete se presentó ante los medios con un semblante distinto. Ocultó su decepción y reflexionó sobre lo ocurrido: "No me quedo con la sensación de haber perdido en casa; para mí hemos vuelto a ganar porque estoy sacando el cien por cien de lo que tengo en cada carrera".

Su condición de líder del Mundial no le hace perder la perspectiva. Y por eso insiste ("sólo soy favorito para ser mejor que el año pasado") cuando se le interroga al respecto. El problema, ayer, fue de gomas: "He intentado jugar mis cartas y hemos hecho lo mejor con lo que teníamos. Sabíamos que no podíamos utilizar lo mismo que Yamaha y hemos montado un neumático más blando para intentar tener la misma tracción que ellos con el duro. Lógicamente, a mitad de carrera su nivel ha subido y el mío ha bajado".

Aseguró Sete que no buscaba excusas y que sabía que podía perder ante Rossi, "aun habiendo dado el 120%". Y concluyó haciendo un ruego a su marca, Honda, que, en su opinión, no acaba de darle lo que merece: "Deben entender que tenemos que plantar cara a Valentino y a Yamaha, porque ellos evolucionan cada día".