"La ansiedad nos dominó"
Figo reconoce que el conjunto luso salió con un perjudicial "exceso de motivación"
Desde que se proclamara campeona del mundo juvenil en 1989 y 1991, la generación de Figo ha fallado en todas las grandes citas a las que ha acudido. Algunas veces con la sensación de que el fútbol había sido injusto con ella, con el indudable talento que desprendía su elaborado juego, como en la Eurocopa de Bélgica y Holanda 2000. Otras veces la lastró su falta de gol. Pero a medida que Figo, Rui Costa y Couto han ido envejeciendo, la selección portuguesa ha perdido esa flamante estampa que la caracterizó durante años: y se ha convertido en un equipo vulgar. Lo fue en el pasado Mundial de Corea y Japón 2000 y lo fue ayer en el arranque de su torneo, probablemente el último para esta generación que se quedó a medio camino. Figo, de 31 años, y, sobre todo, Rui Costa, de 32, destaparon ayer que están en la cuesta debajo de su carrera, y tal vez en ella arrastren a un combinado cuyo seleccionador, Luiz Felipe Scolari, les había entregado en mano para que lo capitanearan.
Los campeones juveniles de 1989 y 1991 no han visto cumplidas sus expectativas
Scolari pagó cara su apuesta conservadora. Renunció a alinear de inicio a dos jugadores mucho más en forma (el central Ricardo Carvalho y el media punta Deco) para hacer valer el peso del vestuario: Couto y Rui Costa. Y probablemente luego se arrepintió. "Algo tendré que cambiar para el próximo partido, es verdad", afirmó el preparador brasileño, triste y resignado. ¿Falló el centro del campo?, le preguntaron. "No es eso, perdimos el control", respondió, como si fueran dos cosas distintas. El técnico sacrificó a Rui Costa en el descanso, y eso fue apuntar como culpable del desatino al centrocampista del Milan.
"Nos ha podido la presión", fue la explicación que encontró Rui Costa. ¿Tan veteranos y sucumben a la presión? "En un torneo como éste, la responsabilidad es de los 23 convocados. No sólo de los veteranos", replicó. Y su compañero Figo fue más lejos al afirmar que el resultado fue injusto. "Grecia sólo ha tenido dos ocasiones de gol y ha hecho dos goles", dijo el jugador del Madrid, lo que era cierto, pero igual de escasas habían sido las oportunidades lusas. Figo culpó de la derrota a la ansiedad. "Salí con un exceso de motivación y la ansiedad se apoderó de nosotros. El ambiente se volvió en nuestra contra". También Pauleta, el goleador más fiable de Portugal, anduvo irreconocible. No gozó de una sola oportunidad.
Había declarado el técnico brasileño de Portugal que el primer partido y el último iban a ser los más importantes. Así que la pregunta le cayó inevitablemente. "En una competición tan corta, de tres partidos, sólo puedes fallar una vez. Nosotros ya lo hemos hecho. Ahora los partidos ante Rusia y España serán a vida o muerte", explicó el entrenador, de 55 años.
Había recelos sobre la acogida del público de Oporto a Scolari, con quien ha estado enfrentado en los últimos meses, sobre todo por la exclusión de Vítor Baía. Pero la recepción de la gente fue generosa. Con un par de golpes psicológicos, Scolari había recuperado en la última semana la confianza de la mayor parte de la hinchada. Primero al pedir que todo Portugal se llenara de banderitas del país y después al declarar que no ficharía por el Benfica. Sin embargo, el sopapo de ayer vuelve a abrir la caja de agravios para los seguidores del Oporto, por mucho que Scolari les pidiera disculpas y les agradeciera su apoyo. ¿Por qué no son titulares Deco y Ricardo Carvalho?, ¿por qué se dejó a Vítor Baía en su casa?, se fueron preguntando los aficionados camino de sus casas.
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