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Asesinados a cuchilladas en su casa de Burgos un matrimonio y su hijo de 12 años

La investigación del crimen, del que aún se desconoce el móvil, está bajo secreto de sumario

Un matrimonio de mediana edad y su hijo de 12 años fueron encontrados la pasada madrugada acuchillados en su domicilio de la capital burgalesa, en el quinto piso del número 14 de la calle de Jesús María Ordoño. Fueron familiares de los fallecidos quienes hallaron los cadáveres tras abrir el piso, al que habían acudido alarmados porque no respondían a sus llamadas telefónicas. Las primeras pistas apuntan a que las muertes pudieron producirse a última hora del pasado domingo o en la madrugada del lunes. Aún se desconoce el móvil del triple crimen.

Una primera hipótesis de investigación fue la de un crimen cometido por alguno de ellos que después se habría suicidado. Sin embargo, esta posibilidad quedó casi totalmente descartada al comprobar que todos los cadáveres presentaban heridas por arma blanca. Tanto el número de agresores como el arma o armas utilizadas serán determinadas por el resultado de la autopsia practicada ayer a las tres víctimas y de la que nada ha trascendido, dado que sobre el asunto pesa el secreto sumarial decretado por el Juzgado número 2 de Burgos.

Mientras tanto, los familiares de las víctimas se han hecho cargo del otro hijo de matrimonio, que se encontraba en régimen de internado en el colegio privado no concertado de los Gabrielistas de La Aguilera, una localidad del sur de la provincia.

El joven llegó ayer por la mañana a la capital burgalesa acompañado por dos miembros de la comunidad educativa. Los mismos familiares que encontraron los cadáveres, que residen justo en el piso de debajo de los fallecidos, se hicieron cargo del chaval, que tuvo que ser atendido tras sufrir un ataque de nervios cuando accedía al piso donde ocurrieron los hechos.

Los fallecidos son Salvador Crisanto Barrio Espinosa, de 53 años; su esposa, Julia dos Ramos Santamarina, de 47; y el hijo de ambos, Álvaro, de 12 años. Los tres residían habitualmente en La Parte de Bureba, una pequeña localidad del norte de la provincia, donde el cabeza de familia regentaba una cooperativa y estaba considerado como "un agricultor de los más importantes", según varios vecinos. Sin embargo, desde hace unos años permanecían a temporadas o algunos fines de semana en el piso que tenían en propiedad en la capital burgalesa. Los vecinos de su calle apenas les conocían.

Los vecinos de La Parte de Bureba conocían bien a Salvador Crisanto Espinosa. Era el alcalde pedáneo de esta localidad dependiente del Ayuntamiento de Oña.

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Un hombre adinerado

A pesar de que se desconocen las líneas de investigación de la policía, ninguna fuente cercana a la familia apuesta por la posibilidad de que se trate de un caso de violencia doméstica. Todos se refieren a Salvador como "un trabajador normal" e insisten en que tenía muchas propiedades y mucha maquinaria: le consideran un hombre adinerado. De hecho, varios apuntan que el móvil pudo ser económico.

Uno de los vecinos del pueblo, que prefirió no facilitar su identidad, reside también habitualmente en la calle de la capital burgalesa donde se encontraron los cadáveres. Ayer por la mañana se encontraba cerca del portal número 14. "No puedo dar crédito a lo que ha pasado", insistía; "lo que está claro es que Salvador no tenía enemigos y sólo se me ocurre que alguien quisiera robarles".

También la subdelegada del Gobierno en Burgos, Berta Tricio, dio testimonio del plano humano del triple asesinato. Salvador Crisanto Barrio compartió con ella la candidatura municipal de Oña en las elecciones de 1999. "Era un hombre tranquilo y bonachón al que yo no conocía enemigos", comentó.

"Ensañamiento"

Apenas han trascendido algunos detalles del escenario. El padre, un hombre de gran corpulencia dedicado desde niño a la agricultura, era quien presentaba mayores signos de ensañamiento. Se encontraba prácticamente cubierto de sangre y con múltiples heridas por arma blanca.

Otro detalle importante es que el hijo estaba tendido en el pasillo, muy cerca de la puerta del piso, lo que hace pensar a los investigadores que pudo ser él quien abriera la puerta -ésta no presentaba signos de haber sido forzada- y fuera agredido en primer lugar. De hecho, fue su cuerpo sin vida el primero que vieron los familiares que accedieron a la vivienda la madrugada de ayer. Vecinos del inmueble donde se produjeron los hechos aseguraron que no escucharon ningún ruido extraño, dato que también fue confirmado por la subdelegada del Gobierno y por las investigaciones policiales.

Sin embargo, serán los resultados de la autopsia practicada ayer a los tres cadáveres, la que aporte más datos para determinar el número de armas que se usaron y quizás el orden en el que sucedieron los asesinatos.

La primera aproximación al momento del crimen apunta al espacio de tiempo que separa la salida del hijo mayor del domicilio para acudir a su colegio en La Aguilera, la tarde del domingo, y el lunes por la mañana, cuando el matrimonio tenía previsto desplazarse a La Parte de Bureba, donde tenían trabajos pendientes y donde residen el padre y un hermano del cabeza de familia.

Un cámara filma el edificio donde se produjo el crimen.
Un cámara filma el edificio donde se produjo el crimen.EFE

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