Sin fuerzas para entrar en la carpa

Además de que no quieren hablar del tema, no hace falta preguntarles cómo están. Se nota que están mal. El accidente que dos de sus trapecistas sufrieron el pasado sábado mientras ensayaban horas antes del pase en el Fórum ha sido un durísimo golpe para Les Arts Sauts. Fabrice Champion y Stephane Droward chocaron en el aire y todavía están en el hospital. Los médicos se reservan una semana antes de hablar del alcance de las lesiones que sufrió Fabrice, el que resultó peor parado. Nada volverá a ser igual en la compañía francesa.

Les Arts Sauts es una gran familia: 31 adultos -entre trapecistas, músicos, personal de administración y la maestra- y 16 niños, más otros tres en camino. Están instalados en una treintena de caravanas junto a la carpa, entre el muelle del puerto y la Ronda Litoral. El embrión de la compañía fueron cinco trapecistas que en el año 1993 decidieron juntarse para hacer trapecio. Sólo trapecio, porque los espectáculos de Les Arts Sauts son eso: trapecio y más trapecio. Un bellísimo desafío a las leyes de la gravedad que los espectadores contemplan echados en tumbonas.

Son espectáculos integrales, sin un hilo conductor ni una historia. "Lo que más nos importa es hacer vivir sensaciones. Los trapecistas son impecables, pero tienen que ir más allá y hacer aflorar sentimientos". Sentada bajo una sombrilla frente a su caravana, quien habla es Caroline Gravel, integrante de la compañía. Sin cargo, porque en Les Arts Sauts no hay categorías laborales, todos cobran lo mismo. No hay un director. Todos lo son. O nadie. Todos hacen de todo. Desde crear espectáculos hasta montar la carpa. "Las decisiones se toman en grupo y, aunque puede ser más lento, es parte del secreto de nuestra larga historia de amor", dice Caroline, y aclara: "Pero no somos una comunidad. Cada uno lleva su vida y cuando no estamos actuando cada uno tiene su casa. Cuando queremos hacer cosas juntos lo hacemos, pero también se respeta la intimidad", insiste mirando a su alrededor, un ir y venir de compañeros que vuelven de la ducha, llegan de la playa o juegan con los niños. Como en cualquier familia que ha sido tocada por la tragedia, en Les Arts Sauts los niños son una inyección de ánimo.

La carpa que hay instalada en el recinto del Fórum es también suya y la crearon especialmente para Ola Kala, el espectáculo que representaban. Para transportarla hacen falta cinco camiones, también suyos. "Viajar forma parte de nuestras pasiones", señala Caroline. "La gracia es que el trapecio es un lenguaje corporal y, como tal, universal". Les Arts Sauts ha actuado en Marruecos y Nueva Zelanda, por citar dos extremos del planeta. Es algo impensable en una compañía de circo española, pero en Francia el circo goza de mucho prestigio y de respaldo institucional. "Sí, afortunadamente en Francia el circo se valora. Hay cultura de circo y público de circo", explica Caroline.

También en el Fórum estaban teniendo éxito. "El espectáculo gustaba mucho, era magnífico". Inconscientemente, Caroline ha empleado verbos en pasado. Automáticamente, se da cuenta, se le entornan los ojos y traga saliva. "No sabemos nada". Más allá de que en Barcelona han suspendido las funciones que tenían programadas hasta el día 6 de junio, no saben ni cuándo regresarán a casa, ni qué pasará con el espectáculo, ni qué impacto tendrá en la compañía. Depende del diagnóstico de Fabrice Champion. Es cuestión de tiempo, como lo es que vuelvan a entrar en la carpa del maldito accidente o a subirse en un trapecio. Por ahora no pueden.