La conexión japonesa

LOS 12 TÍTULOS que ahora ha desempolvado Dro constituyen una suculenta rareza para el mercado nacional, pero no sucede lo mismo en otras latitudes mucho más apartadas. Los coleccionistas japoneses sienten debilidad por esta generación de excéntricos hispanos, e incluso el trabajo de Goma, que hasta el momento no existía en cedé, conoce desde hace años una edición en tierras niponas, donde numerosas páginas de Internet testimonian la admiración por aquel grupo. Algunos de sus miembros integraron más tarde el equipo con el que Paloma Chamorro realizaría su mítico espacio televisivo La edad de oro. Alfredo Carrión sólo disponía hasta hace unos días de su álbum en la tirada japonesa, igual que el disco homónimo del guitarrista valenciano Eduardo Bort (1975). Aquel lanzamiento presumió de ser la primera producción española que empleaba el melotrón. Del mismo modo, Vericuetos fascina en Japón por el irrepetible sonido de su guitarra. No en vano, Gualberto construyó para aquellas sesiones un instrumento híbrido: el cuerpo era de una Fender Stratocaster, pero el mástil se sustituyó por el de una guitarra española Alhambra, con cuerdas de nailon, para que se pudiera arpegiar con técnica flamenca.