El estirón de Rothen
El 'Beckham francés' triunfa con el Mónaco, finalista de la 'Champions', tras una explosión retrasada por su crecimiento tardío
Cuentan en Francia que, cuando entrenaba al París Saint Germain, Luis Fernández desdeñó el fichaje de Jèrôme Rothen con una sentencia lapidaria. "El uniforme del PSG es muy grande para ese chico", adujo el ahora técnico del Espanyol en un juicio más literal que metafórico.
Durante mucho tiempo, todos habían pensado que Rothen no daba la medida para el fútbol profesional. Por muchos prodigios que compusiera con la pelota su pierna zurda, el muchacho era tan esmirriado que nadie lo veía compitiendo con los atletas que pueblan la élite. De niño había sufrido una descalcificación en los huesos y con 17 años sólo levantaba 1,55 metros y no pasaba de los 45 kilos.
Mientras Thierry Henry, uno de sus compañeros de promoción en la academia de fútbol de Clairefontaine, muy célebre en Francia, ya jugaba la Copa de Europa, Rothen malvivía en un equipo aficionado de los suburbios de París, "casi sin dinero para comer y luchando por salvar la vida en partidos que eran más una carnicería que otra cosa", como recordaba hace unos meses en el diario L' Equipe.
En permanente lucha contra las sospechas que despertaba su cuerpo, Rothen acabó encontrando un hueco en el Caen, un club normando de la Segunda División en el que le avisaron de que llevaba tres años de retraso en su madurez física.
Pero el crecimiento humano tiene ritmos misteriosos. De golpe, en poco más de un año, Jèrôme creció 22 centímetros. Sólo faltaba alguien dispuesto a confiar en las exquisiteces de su zurda por encima de sus deficiencias físicas. Fue un argentino, Gabriel Calderón, delantero del Betis en los años ochenta, quien desafió algunas burlas para brindarle la oportunidad en el Caen.
Ahí se inició su ascenso, aunque el despegue definitivo no le llegó hasta este último curso, que ha tenido para él un efecto parecido al de aquellos meses en los que su físico se transformó vertiginosamente. Una gloriosa campaña con el Mónaco le ha llevado a la final de la Copa de Europa -el próximo miércoles, contra el Oporto, en la ciudad alemana de Gelsenkirchen-, le ha convertido en una de las grandes novedades en la lista de Francia para la Eurocopa de Portugal y ha abierto los ojos a los grandes clubes necesitados de reforzar su flanco izquierdo.
Rothen, que, a sus 26 años, mide 1,77 metros y pesa 74 kilos, ha sido el protagonista de la jugada tal vez más bella y decisiva de esta Liga de Campeones. Fue en el partido de vuelta de las semifinales, en Londres, cuando dos goles del Chelsea habían puesto al Mónaco contra las cuerdas. En el último minuto de la primera parte, recibió cerca del círculo central, se escoró a la izquierda, aceleró por la banda deshaciéndose de un rival tras otro hasta alcanzar la línea de fondo y, en la superficie de una baldosa, urdió un extraordinario ejercicio de precisión para la cabeza de Morientes, cuyo remate acabó en gol tras rebotar el balón en un poste y en la mano de Ibarra.
Un instante casi milagroso, como lo había sido la recuperación de Rothen para ese partido. Sólo unos días antes no podía ni andar tras sufrir un pinchazo en los abductores. Se puso en manos del fisioterapeuta de la selección francesa, Philippe Boixel, quien, como parte del tratamiento, le obligó a quitarse el pendiente de perla que lucía y que, al parecer, irradiaba energía dañina para sus articulaciones. "Pensé que era una locura, pero, al poco de retirarlo, desaparecieron las molestias", aseguró el jugador entre la incredulidad general.
De la lujosa pasarela londinense de Stamford Bridge el Mónaco salió directo hacia la primera final europea de su historia y Rothen llenó de alegría a los que ya le llaman el Beckham francés. Muchos han visto en él una versión zurda del madridista por su facilidad para ametrallar el área con esos precisos centros combados a los que llaman plátanos. Sus admiradores añaden que supera al inglés en rapidez y regate. Lleva seis pases de gol en la Champions, más que ningún otro jugador, y en Francia le dan poco tiempo de estancia en el Principado tras el interés por él que han apuntado el Barcelona, el Roma o el Inter.
Una eclosión asombrosa para un futbolista desconocido internacionalmente hasta unos meses atrás, que llegó al Mónaco hace dos años y que es el tercero de la historia que alcanza la selección francesa sin haber pasado por las categorías inferiores.
Victorioso en el largo combate contra su anatomía, Rothen sólo piensa ahora en disfrutar del momento: "Juego al fútbol para experimentar emociones. Para darme placer a mí mismo y al público".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.