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Reportaje:

Una negociación difícil

El fichaje de Camacho por el Madrid pasa por un ajuste entre su carácter y el de la directiva

Diego Torres

José Antonio Camacho mantiene conversaciones con altos dirigentes del Real Madrid desde hace días. Pero en las últimas horas se han presentado algunas dificultades que sugieren que la llegada del entrenador murciano al Bernabéu no será tan sencilla como parecía. De hecho, el Madrid ya apunta otros nombres en su lista de posibles ocupantes de la caseta. Víctor Fernández y Fabio Capello están en ella.

Las interferencias entre Camacho y el Madrid están relacionadas con problemas de ajuste entre el carácter del técnico y la línea que impone el presidente, Florentino Pérez. Camacho no es precisamente un armonizador. Cara a cara con su futuro jefe, otro hombre que no está acostumbrado a que le señalen actuaciones, la conciliación es trabajosa.

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Con todo, en el entorno de Camacho se niega oficiamente cualquier tipo de contactos. "Hasta la semana que viene, por respeto a Carlos Queiroz (...)", dicen, "no habrá negociaciones".

Con negociaciones o con simples diálogos de aproximación, los ciertos es que el Madrid y Camacho se han tanteado. Éll es el principal objetivo del club para ocupar el banquillo y reorganizar el cuerpo técnico tras la marcha de Queiroz, prevista para la semana próxima aunque no anunciada oficialmente: hasta ayer, el portugués, que tiene un año más de contrato, aseguraba que el club no le ha dicho nada sobre su futuro.

Florentino Pérez, el presidente madridista, quiere contratar a Camacho porque lo considera un técnico que incorpora valores añadidos: madridismo ancestral, puño de hierro, rigor disciplinario para dar y tomar en un vestuario con reputación casquivana y apoyo popular y mediático. Camacho es todo lo contrario de Queiroz, suponen los directivos. Queiroz, desde los despachos, se ve como un hombre poco atractivo para el periodismo, melancólico, que no somete a los jugadores a regímenes estrictos. "No es un líder", dicen. Camacho, por su carácter, sí lo parece.

Episodios convulsos

La presencia de Camacho en el banquillo del Madrid parece natural a la vista de su pasado madridista. Hombre y club se atraen, pero comparten episodios un tanto convulsos. También pareció lógica la contratación de Camacho por el entonces presidente, Lorenzo Sanz, en julio de 1998. Y, sin embargo, un problema aparentemente secundario, como las cláusulas de rescisión de sus colaboradores, José Carcelén y Carlos Lorenzana, precipitó una reacción airada del técnico aduciendo que no creían en él. Su dimisión llegó tras un arrebato y tan sólo diez días después de firmar su contrato para dirigir a la plantilla que acababa de conquistar la Copa de Europa, la séptima, a las órdenes del alemán Jupp Heynckes.

Camacho ganó con el Benfica el domingo pasado la Taça de Portugal, equivalente a la Copa en España. Fue su primer título como entrenador desde que se inició con las categorías inferiores del Madrid, en 1989; pasó por el Rayo Vallecano logrando un ascenso a la Primera División, dirigió al Espanyol consiguiendo otro, al Sevilla y a la selección española durante la Eurocopa de Bélgica y Holanda, en 2000, y en la Copa del Mundo de Corea y Japón, en 2002, cuando fue eliminada por Corea del Sur tras un gol injustamente anulado.

Ahora Camacho sueña con ponerse el chándal de entrenador del Madrid y el Madrid lo tiene en el primer puesto de su lista de fichajes. Todo parece listo para la boda entre ambos. Pero puede que, al cabo, no sea tan sencillo.

José Antonio Camacho, en un entrenamiento del Benfica.
José Antonio Camacho, en un entrenamiento del Benfica.EPA

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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